Papendal,
El asunto de Papendal tiene su miga. Y no me refiero ya a la absurda an¨¦cdota que protagoniz¨® el pobre Alexanco, sino al trasfondo que ha dejado adivinar todo este cirio. V¨¢lganos Dios: ahora resulta que el deporte patrio se nos revela como una disciplina turbia y proclive a un sinf¨ªn de tentaciones perniciosas.Y pensar que en este pa¨ªs llevamos a?os mitificando el f¨²tbol y consider¨¢ndolo una actividad noble y suprema. Cu¨¢ntos; padres habr¨¢n llorado l¨¢grimas de agradecido alivio al ver que su hijo se entregaba al bal¨®n en vez de encandilarse con otros afanes m¨¢s perversos, cual el rock o la cerveza. Qu¨¦ felicidad no les producir¨ªa el comprobar que su adorado v¨¢stago se convert¨ªa en todo un caballero balomp¨¦dico. Esto es, en un ser machote pero casto, rebosante de salud en alma, y cuerpo, trotando alegremente por los campos con todos esos pelazos en las piernas.
Pues de eso nada. Ahora resulta que el mundo futbol¨ªstico parece estar plagado de Papendales, que, a juzgar por lo que cuentan, son unos centros de perdici¨®n horripilantes, con malignas se?oras estupendas rondando cual tiburones a los chicos, y con un oscuro traj¨ªn de corruptelas que parece sacado de una novela negra. Es una revelaci¨®n aniquilante.
Aunque en realidad se ve¨ªa venir. F¨ªjense, si no, en la violencia: tanto hablar de los punkies y luego resulta que los hinchas de un equipo son mucho m¨¢s bestias que los espectadores de un concierto. F¨ªjense, hablando de t¨ªos machos, en los sobos que se pegan los futbolistas tras los goles; la UEFA lleg¨® a medio prohibir esos abrazos, revelando no s¨¦ qu¨¦ curiosa sospecha en la medida. Y fijense, en fin, en las malas compa?¨ªas que frecuentan: porque no me digan que andar con tipos como Gil o como N¨²?ez no es cosa cruda. Lo dicho, ya se ve¨ªa venir que el deporte patrio no era ese sue?o de hombr¨ªa y orden que aparentaba. Tal como est¨¢n las cosas, madres y padres espa?oles, quiz¨¢ fuera m¨¢s conveniente que regalarais una guitarra el¨¦ctrica a vuestros hijos y que les pincharais la pelota.
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