La audacia h¨²ngara
EL VIAJE a Estados Unidos de Karoly Grosz, el nuevo hombre fuerte de Hungr¨ªa, ha sido una demostraci¨®n viva de que el mundo comunista empieza a ser algo distinto y de que en Norteam¨¦rica se abren paso actitudes nuevas ante ¨¦l. Grosz, que ha sustituido al vete rano Kadar como secretario general del partido comunista -y que conserva por ahora la presidencia del Gobierno-, ha recorrido el pa¨ªs durante 10 d¨ªas, dedicando una gran parte de su tiempo a conversar con empresarios y banqueros. Se ha entrevistado asimismo con las principales figuras de la vida pol¨ªtica, desde el presidente Reagan hasta los candidatos Bush y Dukakis. Un ambiente positivo ha rodeado su estancia.No se puede generalizar el significado de ese viaje: Hungr¨ªa no es el Este europeo; por ahora es una excepci¨®n. Mientras Praga, Sof¨ªa, Berl¨ªn Este, y no digamos Bucarest, oponen resistencia, en diverso grado, a los aires renovadores que llegan de Mosc¨², Budapest se ha sumado a la perestroika con entusiasmo y en ciertos aspectos la ha superado, poniendo en marcha reformas que van m¨¢s lejos de lo realizado en la URSS.
En el terreno econ¨®mico, y ante una situaci¨®n grav¨ªsima -con la mayor deuda exterior de los pa¨ªses del Este-, el ¨²ltimo comit¨¦ central ha optado por el camino m¨¢s radical para llevar a cabo la imprescindible estabilizaci¨®n. The Economist, de Londres, califica las medidas adoptadas de "thatcheriar¨ªas". Van a suponer subidas de precios y cierres de empresas, con un paro calculado en 100.000 personas, las cuales tendr¨¢n derecho a una subvenci¨®n, algo desconocido en el socialismo. Pero no se trata s¨®lo de medidas coyunturales: nuevas leyes impulsar¨¢n la ampliaci¨®n del sector privado hasta un 30% de la econom¨ªa y dar¨¢n a los empresarios autonom¨ªa de decisi¨®n con criterios de rentabilidad y eficacia.
Tales cambios van acompa?ados de novedades sustanciales en el terreno pol¨ªtico: el desplazamiento de Kadar, por una presi¨®n surgida de la base del partido, ha permitido que accedan a la direcci¨®n de ¨¦ste reformistas radicales como Nyers y Pozdgay, que han mantenido desde hace tiempo relaci¨®n con grupos de la oposici¨®n no legales; ello ha empujado al propio Grosz a aceptar medidas que rebasan su actitud inicial. Las dos decisiones adoptadas sobre Imre Nagy -el jefe de Gobierno de 1956, ejecutado dos a?os despu¨¦s en condiciones bochornosas- son quiz¨¢ las m¨¢s sensacionales: el permiso a su familia para que entierren dignamente sus restos y la creaci¨®n de una comisi¨®n, presidida por Pozdgay, para analizar "objetivamente" ese per¨ªodo de la historia h¨²ngara. Se trata de un paso de gran intrepidez pol¨ªtica, reclamado por los sectores reformistas, que tienen un peso creciente en el pa¨ªs.
Los diversos aspectos de la reforma son casi inseparables unos de otros. S¨®lo una aut¨¦ntica reforma pol¨ªtica podr¨¢ crear un clima que ayude a asumir la inevitable dureza de las medidas econ¨®micas. Por otra parte, Hungr¨ªa no podr¨¢ levantar cabeza sin cr¨¦ditos de los pa¨ªses capitalistas. Realiza el 50% de sus exportaciones a Occidente y el pago de los intereses de la deuda equivale a m¨¢s del 60% del valor de sus exportaciones en divisas fuertes. En Bonn, Londres y ¨²ltimamente en Estados Unidos, la principal baza de Grosz para obtener cr¨¦ditos ha sido, al lado de la seriedad de los cambios econ¨®micos, el talante audaz de su reforma pol¨ªtica.
El caso h¨²ngaro, aunque sea hoy excepcional, demuestra que es posible avanzar por una v¨ªa de reformas profundas sin merma o amenaza para la estabilidad del estatuto internacional de la Europa del Este.
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