V¨ªdeo e historia
Hoy concluye la proyecci¨®n en TVE de la serie de seis cap¨ªtulos que, acerca de la guerra civil espa?ola, produjo la Granada Television, en la que al autor de este art¨ªculo le toc¨® ser uno de los asesores hist¨®ricos. A estas alturas, el espectador podr¨¢ haberse formado ya un juicio acerca de su contenido y de su val¨ªa; sin duda, un asesor de la serie es la persona menos oportuna para emitir un juicio sobre ella. Por un lado, lo que ¨¦l pudo aconsejar en un determinado momento no es ya rectificable, y, por otro, como toda obra colectiva, uno de los que en ella colabor¨® puede tener discrepancias parciales. Pero no es cuesti¨®n de desgranarlas ahora. Adelanto que algunas de las cr¨ªticas (m¨¢s bien escasas) que se han hecho tienen su fundamento, pero tambi¨¦n que el resultado final me parece, en l¨ªneas generales, satisfactorio. Creo, adem¨¢s, que en esta serie hay varias ense?anzas que podr¨ªan ser ¨²tiles para quienes desearan en el futuro realizar una experiencia semejante.La primera es que existe un lenguaje narrativo de la televisi¨®n que es propio y responde a reglas no susceptibles de ser improvisadas. Por supuesto, el m¨¦rito y la capacidad de conseguir acceder a este lenguaje no depende de los asesores hist¨®ricos: en esta serie nuestra funci¨®n era estrictamente de consejeros, y no, en cambio, de guionistas; creo que son funciones distintas y que no deben mezclarse en ning¨²n caso. La habilidad narrativa depende en este caso de toda una larga tradici¨®n en la televisi¨®n brit¨¢nica que cualquier espectador, aun epis¨®dico, de la televisi¨®n de aquel pa¨ªs puede comprobar. Se trata de un lenguaje televisivo que permite, por un lado, acceder al gran p¨²blico, y, por otro, ofrecer un producto de calidad que, aunque susceptible de cr¨ªticas, pueda ser apreciado y respetado por los especialistas. La l¨¢stima es que, desde un principio, no se haya producido en colaboraci¨®n con la televisi¨®n espa?ola; si as¨ª hubiera sido, habr¨ªa habido posibilidad de matizar muchas cuestiones y, al mismo tiempo, nuestra televisi¨®n se hubiera beneficiado de la capacidad narrativa de la brit¨¢nica.
Creo tambi¨¦n que esta serie tiene un planteamiento adecuado del papel que en ella les corresponde a los asesores hist¨®ricos. Inevitablemente, los profesionales de la historia tienden a plantear las cuestiones disputadas, a adquirir un protagonismo excesivo o a perderse en intervenciones largu¨ªsimas. Creo que si lo que se pretende es una serie que llegue al gran p¨²blico, es precisa la discreci¨®n de quienes la asesoran. No tiene tampoco sentido que la presencia de los profesionales sea tan agobiante como para que la lista de los mismos resulte inacabable. En cambio, creo que una exigencia importante es que los asesores ofrezcan puntos de vista contrastados para que el producto final est¨¦ convenientemente matizado; la discusi¨®n no tiene sentido ante el espectador, si el programa ha de ser para el gran p¨²blico, pero ha de partirse de un trabajo previo de ese car¨¢cter. En este caso, la serie naci¨® de la asesor¨ªa de personas de significaci¨®n ideol¨®gica muy distinta y de puntos de vista divergentes: Hugh Thomas es conservador y actual asesor de Margaret Thatcher, mientras que Ronald Frase est¨¢ vinculado a la izquierda; mi punto de vista pod¨ªa tener el inter¨¦s de ser el de un historiador espa?ol, situado en el centro.
Materiales in¨¦ditos
No basta con la asesor¨ªa de profesionales, toda serie hist¨®rica que se precie, incluso en el caso de ser de divulgaci¨®n, ha de procurar ofrecer materiales desconocidos o in¨¦ditos. Creo que esta serie lo hace y que le corresponde una tarea de indudable m¨¦rito en lo que respecta por ejemplo, a ofrecer im¨¢genes muy poco conocidas: resulta espeluznante comprobar hasta qu¨¦ punto se han conservado rastros de la b¨¢rbara represi¨®n por ambos lados al comienzo de la contienda. Como es natural, el peligro del material cinematogr¨¢fico es ser abrumador: no se trata de ofrecer miles de metros de cinta cinematogr¨¢fica con unos soldados que siempre vest¨ªan de la misma abigarrada forma, sino de seleccionar. Se trata, tambi¨¦n, de no perder las oportunidades de fuentes perecederas y de un valor que es al tiempo hist¨®rico y de segura eficacia en la retina del espectador. Me refiero a los testigos presenciales que se combinan en la serie con la imagen y con el texto. Creo que un elemento positivo de la serie es haber reunido a tantos personajes que intervinieron en la guerra civil y de tan plural significado. Da tambi¨¦n un resultado muy positivo entremezclar a quienes estuvieron en primer¨ªsima fila de la acci¨®n pol¨ªtica con quienes fueron uno m¨¢s de esos protagonistas ocultos y an¨®nimos.Creo que todas estas ense?anzas podr¨ªan tener aplicaci¨®n m¨¢s o menos inmediata. Espa?a ha sido centro de atracci¨®n del inter¨¦s mundial en dos ocasiones durante el siglo XX. Una fue la guerra civil; la otra, la transici¨®n a la democracia, de la que ahora conmemoramos una d¨¦cada. ?Por qu¨¦ no intentar una serie a partir de esas y otras premisas?
La guerra civil espa?ola se emite hoy, a las 2 1.10, por TV-1.
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