Stalin, en ca¨ªda libre
La televisi¨®n sovi¨¦tica emite un documental en el que se le compara con Hitler
El proceso de revisi¨®n de la figura de Stalin en la Uni¨®n Sovi¨¦tica parece imparable. El pasado viernes, el diario Pravda publicaba una entrevista con Mijail Solomentsev -miembro del Politbur¨® y responsable de la comisi¨®n del Kremlim que investiga las purgas de Stalin- en la que suger¨ªa que los que participaron en la represi¨®n de los a?os treinta, cuarenta y cincuenta podr¨ªan ser llamados a declarar. Historiadores, economistas, fil¨®sofos y cineastas que durante a?os sufrieron los rigores de la censura y la persecuci¨®n trabajan ahora por recuperar la memoria falsificada por la propaganda.
"Dime, abuela, ?qu¨¦ es el culto de la personalidad?". La proverbial babuchka rusa no responde a si: nieto y contin¨²a tricotando un gran jersei que lleva en medio un retrato de Stalin. Esta caricatura, publicada a principios del verano en el semanario moscovita Ogoniok, produce divisi¨®n de opiniones, pues tiende a atribuir la nostalgia de la era estaliniana solamente a la generaci¨®n de los abuelos y abuelas. En realidad, muchos j¨®venes, que no disponen siempre de informaciones suficientes sobre el pasado y no est¨¢n muy contentos con el presente, aceptan con frecuencia la idea -sugerida a hurtadillas por los enemigos de la perestroika- de que para salir de sus dificultades la URSS necesitar¨ªa m¨¢s bien un hombre fuerte como Stalin que la democratizaci¨®n preconizada por Gorbachov. No hay que asombrarse que, en estas condiciones, el proceso del antiguo dictadoest¨¦ transform¨¢ndose en una prioridad no menos urgente que la reforma de la econom¨ªa. El ala progresista de los partidarios de Gorbachov no espera, pues, el veredicto de la comisi¨®n del partido encargada de reexaminar la historia de la URSS para emprender la demostraci¨®n de que Stalin no fue solamente un, tirano, sino tambi¨¦n el enterrador del socialismo en la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Tesis diferentes
Los argumentos sobre este tema recorren como un hilo rojo una treintena de ensayos de historiadores, economistas y fil¨®sofos reunidos por el rector del Instituto Nacional de los Archivos, Yuri Afanassiev, en un volumen: Perestroika, no hay otro camino (1 ). Se encuentra en ¨¦l, por primera vez, la refutaci¨®n de todas las tesis sobre la "necesidad hist¨®rica" del estalinismo para dotar a la URSS de una industria pesada, sin la que no hubiera sido posible ganar la guerra. Al arruinar la agricultura, afirman los autores, y exterminar a los mejores cuadros del Ej¨¦rcito, Stalin facilit¨® en 1941-1942 la invasi¨®n alemana, que, sin ella, no se hubiera producido. Y todav¨ªa m¨¢s: durante esta primera fase de la guerra, el general¨ªsimo perdi¨® m¨¢s de la mitad de las industrias que hab¨ªa construido aterrorizando el pa¨ªs y utilizando masivamente la mano de obra del Gulag. Una pol¨ªtica diferente hubiera probablemente podido evitar estos desastres y reducir considerablemente el precio exorbitante de 20 millones de muertos que la URSS tuvo que pagar por su victoria.Para corroborar esta tesis, el cineasta Dimitri Bortchevski y la guionista Natalia VIonina mostraron a los espectadores sovi¨¦ticos un documento sensacional, con im¨¢genes sacadas de los; archivos alemanes, sobre la rendici¨®n en masa de los soldados del Ej¨¦rcito Rojo al comienzo de la invasi¨®n nazi. Durante estos d¨ªas tr¨¢gicos, en los que el invasor llevaba cautivos no s¨®lo a los prisioneros de guerra, sino tambi¨¦n a civiles desamparados, el dictador enmudeci¨® y esper¨® m¨¢s de dos semanas para dirigirse al pa¨ªs.
Vengativo y paranoico, no perdon¨® jam¨¢s a esos prisioneros rusos que hubieran visto sus retratos quemados por el enemigo, y por esta raz¨®n, tras la victoria, los hizo deportar por segunda vez a Siberia o al extremo norte. "Hac¨ªa la guerra contra su propio pa¨ªs, como Hitler o Mao Zedong", proclama sin dudarlo el comentarista.
Los autores del documental -esencialmente consagrado a la guerra fr¨ªa tras 1945- revelan, por primera vez en la URS S, la existencia de un f¨ªsico antifascista alem¨¢n, Klaus Fuchs, exilado en Estados Unidos, y que transmiti¨® secretamente, pero de manera desinterada, los bocetos de la bomba at¨®mica americana a los investigadores sovi¨¦ticos. Y mostrando, inmediatamente despu¨¦s, al siniestro Laurenti Ber¨ªa, encargado de supervisar los trabajos de los f¨ªsicos at¨®micos sovi¨¦ticos, se deja entender que los bocetos en cuesti¨®n permitieron a estos ¨²ltimos fabricar, con seis a?os de retraso, su propia bomba nuclear. Pero los supervivientes de esta ¨¦poca, empezando por el acad¨¦mico Flerov, tachan de falsa esta afirmaci¨®n, sosteniendo que los informes de Fuchs no tuvieron la importancia que se les atribuye. Nadie niega, sin embargo, que el terror estalinista castig¨®, antes de la guerra, a un cierto n¨²mero de cient¨ªficos que, de Landau a Igor Kortchatov, perdieron alg¨²n tiempo en prisi¨®n. Es evidente que la direcci¨®n de Beria creaba un clima desfavorable para cualquier investigaci¨®n.
En todo caso, lo cierto es que el proceso de Stalin ha progresado este verano en Mosc¨² de manera espectacular y que se est¨¢ pidiendo se retiren sus cenizas de los muros del Kremlin. Al mismo tiempo, se discute mucho sobre el monumento conmemorativo que va a ser levantado a las v¨ªctimas del estalinismo. Dentro de dos meses, escultores, artistas y arquitectos presentar¨¢n sus proyectos. Sus opiniones sobre la forma del mismo parecen estar muy divididas. Algunos desean, m¨¢s que la construcci¨®n de un monumento, la creaci¨®n de un gran centro de documentaci¨®n sobre los cr¨ªmenes de Stalin, El acad¨¦mico Ligachev, presidente del Fondo de la Cultura Sovi¨¦tica y antiguo deportado, propone, por su parte, la erecci¨®n de memoriales de este tipo en los campos m¨¢s tristemente c¨¦lebres: en Solovki, en Kolyma, en Vorkuta y en Mogadan. Al mismo tiempo se pide que se devuelva a las ciudades rusas hist¨®ricas, rebautizadas en el per¨ªodo precedente, sus antiguos nombres de Tver (Kalinin), Nijni Novgorod (Gorki), Samara, (Kuibichev), Viatka (Kirov) y Mariupol (Jdanov). Un poco en broma, Ligachev indica que la existencia de tres ciudades con nombres similares -Jdanov, Jdanovsk y Jdanovka- contribuye a la confusi¨®n de los servicios postales. No es ¨¦l el ¨²nico que protesta por los honores que se contin¨²an tributando al antiguo te¨®rico del estalinismo, gravemente comprometido en las purgas de los a?os 1937-1938.
El 'Gulag', en televisi¨®n
Seg¨²n indiscreciones dignas de fe, la televisi¨®n sovi¨¦tica ha acabado recientemente un gran documental-entrevista con el hijo del antiguo responsable del Gulag, que gracias a los archivos del padre dispone de datos in¨¦ditos y fotos sobre los lager (campos de concentraci¨®n). El entrevistado habla y tiene como tel¨®n de fondo el Archipi¨¦lago del Gulag, de Alexander Solienitsyn. Aun antes de que se haya presentado este documental, la Prensa vuelve a hablar de la obra de Solienitsyn, y menciona sobre todo Un d¨ªa en la vida de Ivan Denissovitch, el m¨¢s fuerte e importante testimonio sobre los campos de concentraci¨®n. En el momento en que se discute sobre el monumento funerario a las v¨ªctimas del estalinismo, muchos intelectuales, aun de opiniones muy divergentes, creen natural que el Archipi¨¦lago del Gulag de Solienitsyn constituye ya este monumento, y que por ello debe ser publicado en la URSS.1. Ediciones del Progreso. Mosc¨². 676 p¨¢ginas. Entre los autores de esta obra colectiva figura el acad¨¦mico Andrei Sajarov.
Traducci¨®n: Javier Mateos.
Babelia
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