Escupir sobre las tumbas
La moda y negocio de las biograf¨ªas esc¨¢ndalo alcanzan virulencia y grandes cifras
Los asistentes a un simposio sobre James Joyce celebrado en Venecia se quedaron at¨®nitos cuando Stephen Joyce, nieto del escritor, les dijo sin pesta?ear que hab¨ªa quemado todas las cartas de su t¨ªa Luc¨ªa, que pas¨® 50 a?os en residencias para enfermos mentales. Y lo hab¨ªa hecho, dijo a la desconsolada audiencia, en nombre de la intimidad de su familia. La acci¨®n de Stephen simboliza lo que est¨¢ ocurriendo en el mundo de la biograf¨ªa, de evidente desarrollo estos a?os: se publican versiones de calidad varia sobre las vidas de notables -Sinatra, Grace Kelly, John Lennon o Pablo Picasso, entre otros- y la reacci¨®n m¨¢s habitual es la furia. Eso incrementa las ventas.
A¨²n colea en los tribunales de Estados Unidos el pleito que enfrenta a un bi¨®grafo con Jerome David Salinger, el autor de El guardi¨¢n entre el centeno, novela m¨ªtica de la Generaci¨®n Silenciosa de los 50, a causa de 79 cartas utilizadas por el bi¨®grafo, lan Hamilton, como material para su libro J.D. Salinger, una vida de escritura.El libro deb¨ªa haber sido publicado por Random House a fines de 1987, previo pago de un adelanto de, 12,5 millones de pesetas a su autor, pero Salinger, refugiado en el coraz¨®n de un bosque de New Hampshire desde 19721, tuvo acceso a un ejemplar de prueba y entabl¨® pleito por considerar que la utilizaci¨®n de esas cartas violaba su derecho a la intimidad. Un juez le neg¨® raz¨®n y otro, en recurso, se la dio. El caso llegar¨¢ probablemente al Tribunal Supremo.
Para algunos la importancia del pleito estriba en que lo que est¨¢ en Juego es ni m¨¢s ni menos que la libertad de investigaci¨®n y de expresi¨®n. Para otros Salinger es un emblema del de recho a la, intimidad. In¨¦dito desde 1965., cuando public¨® el cuento Hapworth 16, 1924, Salinger vive, escondido, recibe s¨®lo a unos pocos amigos, ja m¨¢s a periodistas, practica el zen, posee una peque?a filmo teca de cl¨¢sicos y para escribir se traslada, a trav¨¦s de un t¨²nel a una suerte de b¨²nker de cemento, la c¨¢mara acorazada donde se refugia para escribir.
Gran negocio
El debate acad¨¦mico sobre Joyce -algunos creen que el da?o causado con la destrucci¨®n de las cartas es irreparable- y el debate judicial por las cartas de Salinger se mueven en un plano determinado de rigor y matiz. En otro distinto se mueve el de las biograf¨ªas-esc¨¢ndalo que proliferan ele un tiempo a esta parte, entre otras cosas porque se han revelado como un negocio de rentabilidad extraordinaria, y no s¨®lo para el sobrio mundo de las letras.As¨ª, respetados periodistas de Washington tragan mal que los derechos por la publicaci¨®n de: cualquiera de sus libros ronden los 35.000 d¨®lares (unos 4,3 millones de pesetas), mientras que Kitty Kelley, antigua colega, en el oficio y autora en 1986 de una biograf¨ªa-esc¨¢ndalo de Frank Sinatra (Su v¨ªa, la biograf¨ªa no autorizada de Frank Sinatra), gan¨® por ella al menos un mill¨®n de d¨®lares (unos 125 millones de pesetas). La griega Arianna Stassinopoulos, casada con un millonarlo petrolero, lleva embolsados 2 millones de d¨®lares (250 millones de pesetas) por una reciente visi¨®n de Picasso -Picasso,creador y destructor- en la que sin pudor alguno le retrata como una especie de s¨¢tiro enano y perverso. El libro se est¨¢ traduciendo a una veintena de idiomas.
Tema period¨ªstico es tambi¨¦n estos d¨ªas la biograf¨ªa Las otras vidas de John Lennon, del norteamericano Albert Goldman, obra tan miserable a juicio de sus amigos que Paul McCartney, tambi¨¦n ex miembro de The Beatles, ha hecho un llamamiento p¨²blico al boicot del libro. El retrato que se desprende de Lennon es el de un pobre desequilibrado vacilante entre el sexo, la droga y su tendencia a la violencia.
"Albert Goldman no es un novato en la actividad de escupir sobre las tumbas", public¨® The Sunday Times el pasado 14 de agosto. Un amigo de McCartney coment¨® que Goldman parece "alguien especializado en las t¨¦cnicas de escribir sin ser denunciado por difamaci¨®n". Al igual que varios de sus colegas, es un veterano en el oficio de lo que en ingl¨¦s se llama ya big money biography (biograf¨ªa de mucho dinero). En 1974 escribi¨® una desmitificadora del cantante Lenny Bruce, y en 1971, otra sobre Elvis Presley que le mostraba como un monigote sin talento, voyeur atiborrado de anfetaminas. Por ella recibi¨®, junto con dos coautores, un adelanto de 300.000 d¨®lares (m¨¢s de 37 millones de pesetas hoy). Sus otros colegas tambi¨¦n se han curtido en el deporte de derribar estatuas. Kelley, la bi¨®grafa de Sinatra, escribi¨® antes sobre Jacqueline Kennedy-Onassis y sobre Elizabeth Taylor, y Stassinopoulos, la de Picasso, lo hizo sobre Mar¨ªa Callas.
Ninguno de ellos acepta en modo alguno que hagan chismorreo, pese a que algunos de estos libros, como Las vidas secretas de una princesa (Grace Kelly), de James Spada, han sido objeto codiciado por la prensa rosa, que en ocasiones ha serializado sus cap¨ªtulos. En el libro sobre Grace Kelly se sugiere una tensi¨®n sexual bajo su delicadeza de guante blanco, y se la describe, sobre todo antes de su muerte, como una princesa triste e insatisfecha.
Hechos
Tampoco se les ocurre a estos autores que lo suyo se pueda llamar pornograf¨ªa. Ketty Kelley argumenta que s¨®lo habla de hechos, alude a los cientos de entrevistas realizadas con conocidos de Sinatra, y muestra a una reportera de Los Angeles Times los archivos donde est¨¢ consignada la vida de Sinatra, a carpeta por mes, desde 1915.En su d¨ªa Kelley trabaj¨® dos a?os como auxiliar de investigaci¨®n en la secci¨®n de opini¨®n de The Washington Post. Le pidieron que dimitiera, seg¨²n su antiguo jefe, Philip L. Geyelin, porque tomaba demasiadas notas en las reuniones del comit¨¦ editorial, que no ten¨ªan nada que ver con los temas que le hab¨ªan sido encargados, y que parec¨ªan relacionados con un proyecto de libro sobre Katharine Graham, la presidenta del consejo de administraci¨®n. Ella niega haber tenido que dimitir.
La autora de Picasso, creador y destructor, Arianne Stassinopulos, no intenta mantener una apariencia de equidad. De las declaraciones que ha hecho sobre Picasso, en una pol¨¦mica que de toda evidencia favorece las ventas, se dir¨ªa que tiene una vieja cuenta pendiente. Su libro no aporta tanto datos, al estilo norteamericano, como el apoyo p¨²blico de Fran?oise Gilot, una de las mujeres de Picasso, pionera en el g¨¦nero con su libro Vivir con Picasso (1965).
Pero el libro de Gilot, que sin duda revelaba aspectos ocultos de Picasso, estaba compuesto esencialmente por un testimonio matizado sobre el artista, en ocasiones de gran valor. Estas nuevas biograf¨ªas, en cambio, parecen estar escritas en blanco y negro, como si el mundo fuese uno de buenos y malos, y los muy buenos, malos de pel¨ªcula.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.