Jos¨¦ Bergam¨ªn desde la historia
Un d¨ªa del mes de agosto del a?o 1983, Jos¨¦ Bergam¨ªn, tiempo esperando la mano de nieve, se march¨® en San Sebasti¨¢n del mundo de los vivos, y al decir vivos en cursiva me refiero a ese mundo hip¨®crita, en pedestal de triunfo, con el que mal conviv¨ªa.Uno -lo he dicho m¨¢s de una vez- es poco partidario de las conmemoraciones, y m¨¢s si de las muertes se trata. En el caso de Jos¨¦ Bergam¨ªn, lo que se debi¨® conmemorar es su vida, tantos a?os como oculta en intencionado oscurantismo.
Los largos a?os de la dictadura marcaron con un triste estigma el desenvolvimiento de unos y otros quehaceres dentro de este pa¨ªs, y un mundo intelectual gir¨® alrededor de la imb¨¦cil censura y el humo y el incienso que enaltec¨ªan al dictador. Mal ambiente para poder expresarse. La verdad es que durante los 40/40 hicimos una cultura para andar por casa, lejos de todos los problemas que asediaban y asedian a la humanidad, con un planteamiento peque?ito y cohibido a todas las escalas y desde todas las facetas del arte y de las letras.
Aqu¨ª casi nadie lleg¨® a una aut¨¦ntica meta intelectual sino con la renuncia de las premisas m¨¢s elementales por las que un intelectual lo es de verdad. Las academias a dedo junto a ciertos valores, abrigaban y daban cabida a personajillos y tiralevitas de la situaci¨®n que se preparaban el camino para llegar.
Hablo generalizando; luego est¨¢n las excepciones, como en todo. Determinados poetas, determinados pintores, escultores... que a lo largo de aquellos 40 a?os lucharon contra corriente, dejando una prueba palpable de inteligencia, sin vender su alma al diablo. Pero la clase directora ha sido de una mediocridad escalofriante. Hemos vivido a?os a espaldas de Europa, de la cultura de Europa, de la econom¨ªa europea, pendientes de las migajas con que Estados Unidos pagaban cuatro o cinco Gibraltares m¨¢s en nuestro suelo. Despu¨¦s de tanta vuelta y revuelta con la generaci¨®n del 27 el camino es Unamuno, y la gran personalidad literaria de aquella generaci¨®n, a¨²n sin la suficiente perspectiva para saberlo, es Jos¨¦ Bergam¨ªn.
A la muerte de Bergam¨ªn, Litoral public¨® en ardua selecci¨®n de Gonzalo Penalva una antolog¨ªa de sus escritos period¨ªsticos. Para Jos¨¦ Bergam¨ªn, el escritor que tiene sentido del tiempo, del tiempo que vive y del tiempo en que vive (esto es, del tiempo suyo y del tiempo de los dem¨¢s, del tiempo de todos y del suyo propio) es entonces, y por retenerlo en estricta aplicaci¨®n del vocablo, periodista..., un periodista... y el escritor que elude de su obra ese sentido period¨ªstico por completo, se convierte en escayolado acad¨¦mico, hueco y vac¨ªo (como tantos lo son) en escritor sin tiempo, sin alma, sin vida, sin verdad...".
Ortega, Antonio Machado, Azor¨ªn, Ram¨®n G¨®mez de la Serna... prueban sobradamente esta manera de pensar.
Fue Bergam¨ªn faro conductor de los poetas del 27, ora en Cruz y Raya, ora en la editorial S¨¦neca, en el exilio mexicano.
Apoy¨® con todas sus fuerzas a aquel grupo po¨¦tico en el principio, cuando la ayuda era necesaria.
Critic¨® las actitudes de algunos de aquellos poetas cuando se adhirieron al franquismo y pagaron en vil moneda la aquiescencia, m¨¢s que la tolerancia de la dictadura.
H¨¢bil polemista, jugaba con la idea y el di¨¢logo. Se adentraba a veces en la senda de lo arbitrario, muy consciente de serlo, por pura diversi¨®n, como un ejercicio alegre del pensamiento.
Con aquella su voz peque?a, remontaba lo intrascendente a incre¨ªbles alturas y, en cualquier conversaci¨®n, era una pura delicia la an¨¦cdota que le llevaba a unas concreciones dignas de ser esculpidas en piedra, puras sentencias dichas sin la menor pretensi¨®n, que surg¨ªan espont¨¢neamente, como muy inconscientes de su importancia.
Le toc¨® vivir horas de mordaza, de censura vergonzante, de falsedades, de tergiversaciones, de desprestigios cobardes de las grandes figuras de su tiempo: l¨¦ase Gald¨®s, Aza?a, Picasso...
Unos y otros callaron, toleraron; Jos¨¦ Bergam¨ªn, no, y de aquel escribir con clave, ¨¦l pas¨® a las afirmaciones categ¨®ricas.
Su obra literaria es trascendental y con un impacto profundo m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras.
Su vida es todo un ejemplo de dignidad, de desprecio de cuanto pudiera exigirle la menor claudicaci¨®n.
Era un ser puro.
Su andante esqueleto, al desposeerse de carne en aquella su extrema delgadez, hab¨ªa dejado marchar cuanto ata al cuerpo humano, menos lo que el esp¨ªritu nos habita.
Yo creo que en todo ve¨ªa la imagen limpia, como era, despoj¨¢ndola de las llamadas f¨®rmulas posibles.
No admit¨ªa la acomodaci¨®n de la realidad a la conveniencia, las verdades a medias sobre cosas fundamentales.
El Quijote, Cervantes..., tuvieron una presencia constante en su camino y un cristianismo aut¨¦ntico, la f¨®rmula fundamental.
Y claro, era consciente de la incomprensi¨®n, de la derrota y del farise¨ªsmo triunfante, de la tergiversaci¨®n de la palabra, de la posible tortura f¨ªsica, de la detenci¨®n, de la c¨¢rcel, acechando, esperando la esquina propicia.
El llamado patriotismo -vulgar y desvergonzada patrioter¨ªa-, la moral como arma arrojadiza de persecuci¨®n para atar la libertad desde todos los fanatismos, en fin, todos esos conceptos esgrimidos desde el poder, sea cual sea el poder, le llevaron a un enfrentamiento lleno de valent¨ªa, que el ambiente cobarde no le dejar¨ªa expresar hasta sus concreciones finales. As¨ª, siempre la verdad se quedaba a medias, porque alguien se apropiaba de la media verdad desconect¨¢ndola de la verdad total y aut¨¦ntica.
He estado cerca, por motivos que no voy a rese?ar ahora, de los otorgadores del Nobel en Suecia y la introducci¨®n de Bergam¨ªn en el academicismo sueco la hizo Litoral con la entrega a Arthur Lundkvist de su antolog¨ªa po¨¦tica Por debajo del sue?o.
En Francia, el nombre de Bergam¨ªn ten¨ªa supremac¨ªa sobre toda la gama de escritores y poetas de esa mal llamada generaci¨®n del 2 7, tan influida por la cultura francesa.
Unamuno, Picasso, Salinas, Antonio Machado..., hasta el dif¨ªcil Juan Ram¨®n, hacen una separata de Jos¨¦ Bergam¨ªn sobre el grupo po¨¦tico que le acompa?aba.
Rafael Alberti dijo en p¨¢ginas de EL PA?S a la muerte de Bergam¨ªn: "Ha muerto como perdido, lejano, ejemplarmente ¨ªntegro en su fe, en su desilusi¨®n de tantas cosas, admirado, pero conocido, para lo extraordinario que era, no tanto como merec¨ªa: discriminado, marginado, como personaje molesto, con el que para muchos no era grato tropezarse...".
Y Jos¨¦ Luis Aranguren escribi¨® que no era exagerado afirmar que Jos¨¦ Bergam¨ªn "en la Rep¨²blica como despu¨¦s en la Espa?a peregrina, en tanto que vivo, activo, comprometido, movilizado y movilizador, ha sido el intelectual m¨¢s importante de Espa?a".
Pues bien, "el intelectual m¨¢s importante de Espa?a" muere en Euskadi al borde de la m¨¢s absoluta falta de medios econ¨®micos y tras aquellas notas necrol¨®gicas de rigor, a¨²n sigue el ocultismo como una losa sobre su obra, su arrolladora personalidad y hasta en casos como el de la reciente y bastante vergonzante rememoraci¨®n en Valencia del Congreso de Intelectuales Antifascistas del 37, que ¨¦l presidi¨®, el silencio rima con alguna que otra cita, a cuestas con la mentira y el ataque cobarde a quien no puede contestar.
Para Manuel Tu?¨®n de Lara, "Bergam¨ªn no s¨®lo escribi¨®, sino que hizo la historia".
El actual ministro de Cultura, que comparti¨® con Bergam¨ªn en Par¨ªs a?os de exilio, gran conocedor de su persona y naturalmente de su obra, podr¨ªa anticiparse a algo que efectivamente ya har¨¢ la historia: sacar a Jos¨¦ Bergam¨ªn del intencionado oscurantismo actual, a la luz de su importancia en la literatura contempor¨¢nea.
es director de la revista Litoral.
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