El intelectual,figura de actualidad
En medio del supermercado infinito de la edici¨®n hay a veces, muy pocas veces, espacio para el evento singular: un nuevo nato que sobresale con discreci¨®n en medio del torbellino y de la mar gruesa de miles y miles de libros no necesarios. Hay un nexo causal entre las urgencias de la edici¨®n, cada vez m¨¢s apremiantes y pujantes, y la mutua neutralizaci¨®n de lo novedoso. Al final todo es pura indiferencia, todas las olas parecen iguales y se superponen sin piedad. El ¨²ltimo chismorreo en forma de libro de la jet society (que hoy forma un bloque compacto y denso de pol¨ªticos, financieros, toreros y gente bien) convive sin dificultad con la reedici¨®n de un cl¨¢sico de pensamiento o de ficci¨®n. La voluntad de poder y su brazo ejecutivo, que es la t¨¦cnica, propicia esa indiferencia: todo es igual, todo es lo mismo, todo es eterno retorno de lo igual y de lo mismo, todo, todos, personas, cosas, sujetos, objetos, cuerpos, almas, 20 balas de lienzo, una chaqueta, un quarter de trigo, una estanter¨ªa de libros y un conjunto finito de femmesfolles de leurs corps, tienen, cualitativamente, el mismo valor; en cierto modo, ninguno. Y en esa democracia de la cantidad, que siempre es indiferencia de cualidad, se impone la ¨²nica instancia sacrosanta, esa a la cual el pensamiento posmoderno le atribuye la misi¨®n de una emancipaci¨®n hist¨®rica: el llamado mercado libre. Ese mercado, libremente apremiado por los mass media y la propaganda, nos ha librado, al decir de muchos, de la funesta man¨ªa de pensar y de la inevitable dogm¨¢tica que todo pensar verdadero lleva consigo. Tambi¨¦n el pensamiento, finalmente, se confunde en medio del torbellino editorial.En el marco de este nihilismo emp¨ªrico, que es el pan de cada d¨ªa, ha aparecido un libro singular. Ha renacido para uso y disfrute hispano aquel pensamiento hist¨®rico-universal que comunic¨® por anticipado al mundo la verdad trascendental de ese nihilismo: el pensamiento que os¨® pronunciar la frase "Dios ha muerto", deduciendo de ella el desplome de toda pauta de valor y la consiguiente igualdad indiferente de lo dado. Ese pensamiento (cuya autor¨ªa atribuimos a Friedrich Nietzsche) practica, como todo pensamiento filos¨®fico desde Plat¨®n, desde Descartes, la pol¨ªtica de tierra quemada. Una vez alcanzado ese punto cero del creciente desierto, una vez reducido lo que hay a la diferencia indiferente, a pura y negativa igualdad, puede ya pronunciarse la palabra que dice lo que el ser es: voluntad de poder, voluntad de voluntad, voluntad que se determina desde s¨ª sin que influya sobre ella ninguna instancia extra?a o extranjera, ning¨²n dios que, como el plat¨®nico, pretenda abrir desde fuera el ¨¢mbito de la significaci¨®n y del sentido, el ¨¢mbito en donde se decide lo valioso y lo excelente, el ¨¢mbito que instituye, desde el bien, un criterio y una jerarqu¨ªa de valores para los entes.
Hay que agradecer a los desvelos y cuidados de Andr¨¦s S¨¢nchez Pascual, que nos hab¨ªa obsequiado ya con excelentes traducciones de algunas de las m¨¢s relevantes obras del m¨¢s grande fil¨®sofo de nuestra actualidad, Friedrich Nietzsche, la aparici¨®n de este reci¨¦n nacido. Se trata de la primera meditaci¨®n con que Nietzsche se ofrece a nuestra actualidad con la figura que define a todo pensamiento esencial: la figura contra-actual, o que se coloca enfrentado a lo actual, con el fin de que, en esa torsi¨®n del tiempo vulgar, tiempo-medida, emerja de las entra?as subterr¨¢neas de la meteorolog¨ªa, el tiempo verdadero y mete¨®rico, el tiempo del pensamiento, el tiempo de lo intempestivo. El pensamiento, cuando es esencial, tiene siempre el car¨¢cter de una tempestad. Cabeza de p¨®lvora llamaba el gran Ernst J¨¹nger a Friedrich N¨ªetzsche.
Lo que aparece, en cuidados¨ªsima edici¨®n (en Alianza Editorial), que incluye los in¨¦ditos o p¨®stumos del texto correspondiente, es la primera de las c¨¦lebres meditaciones intempestivas, la que dedica a David Strauss, el te¨®logo de orientaci¨®n hegeliana, de cuya obra el editor, Andr¨¦s S¨¢nchez Pascual, extracta los pasajes citados y machacados por Nietzsche, que ante los ojos del pensador intempestivo aparece como su ant¨ªtesis clim¨¢tica. Strauss es el prototipo o la figura de eso que hoy nosotros llamamos intelectual, es decir, el pensador banal o el pensador que no piensa, el pensador que s¨®lo piensa al dictado de lo que el reloj del mundo llama actual. Y Andr¨¦s S¨¢nchez Pascual propone en su traducci¨®n una palabra para nombrar a ese intelectual: vierte el Bildungsphilister del que habla Nietzsche para referirse a David Strauss con la expresi¨®n cultifilisteo.
?Qu¨¦ es lo actual?, preguntaba hace unos d¨ªas en un art¨ªculo mi admirado don Pedro La¨ªn Entralgo. Esa misma pregunta es la que subyace a estas meditaciones que emprende Nietzsche y que inicia con su libelo contra Strauss. ?Qu¨¦ significa ser actual, es decir, ajustado al tiempo, aliado de ese maldito, abominable y goyesco dios?
Ser actual es colocarse como eslab¨®n de esa voluntad que se desgarra, que es en su esencia tiempo vulgar, Saturno o Cronos, es decir, tiempo humano abstracto del capital y del Estado. un intelectual, es decir, un cultifilisteo es un opinante que se ajusta a ese reloj de la voluntad, voluntad que se determina desde s¨ª, Wille zur Macht, voluntad urgida y forzada a manifestarse y revelarse.
Nietzsche, que barrunta esa instancia temible y tr¨¢gica, da el paso atr¨¢s para poder pensarla y se coloca de trav¨¦s en relaci¨®n a esa linealidad sin m¨¢cula de lo temporal, de lo ajustado al tiempo. Nietzsche, pensador, denuncia as¨ª anticipadamente al intelectual, es decir, al sujeto org¨¢nico que ajusta su forma y su ser al tiempo vulgar, el que destruye los sutiles lazos de Mnemosvne, el que cierra toda anunciaci¨®n, todo futuro.
La ¨²nica posibilidad que nos queda para poder ser libres (marginalmente libres) y poder pensar consiste en fijar distancia cr¨ªtica con relaci¨®n a lo actual y al tiempo vulgar que lo sustenta. Y en renunciar, por consiguiente, a ser figura de actualidad. Se impone, pues, la parad¨®jica renuncia a constituirse como intelectual. S¨®lo as¨ª, quiz¨¢, puede mantenerse a salvo el tiempo verdadero, que es tiempo de memoria, de anunciaci¨®n y de presencia. Ello exige una dificil¨ªsima acrobacia: a la vez ser en el mundo (atendiendo a sus instancias decisorias, precisamente aquellas que definen la actualidad) y elevarse hasta aquel l¨ªmite del mundo, que es zona tempestuosa, de donde puede brotar el pensamiento y la palabra intempestiva. En este sentido, Nietzsche sigue siendo rabiosamente actual en raz¨®n de la infinita iron¨ªa y del infinito sarcasmo que introduce, con su pensamiento esencial, respecto a toda actualidad. La verdadera y buena noticia, la ¨²nica aut¨¦ntica novedad es el pensamiento tempestuoso. Lo dem¨¢s, lo que suele llamarse vulgarmente novedad, noticia o noticia de actualidad, eso es siempre tautolog¨ªa y redundancia, pura y met¨¢nica repetici¨®n de lo igual, la eterna e invariable historia que ,escribe siempre el vencedor, el triunfador, el que domina los resortes de ese tiempo vulgar, Saturno o Cronos, que es la cifra y, el compendio de toda nuestra infelicidad.
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