Garc¨ªa M¨¢rquez en Buenos Aires
Con verdadero pesar siento el tipo de acogida que el p¨²blico porte?o ha dispensado al estreno de Garc¨ªa M¨¢rquez Diatriba de amor contra un hombre sentado. Mis noticias son recogidas de la Prensa y, en particular, del comentario que Osvaldo Soriano ha escrito en este peri¨®dico (v¨¦ase EL PA?S del 25 de agosto de 1988).Yo, que soy lector de Garc¨ªa M¨¢rquez y que ciertas cuestiones me gustar¨ªa captarlas "como si a trav¨¦s de sus ojos y sentidos se tratara", no puedo, sin embargo, sustraerme a una extra?a, secreta y sorda sensaci¨®n de desasosiego, al sentir intuitivamente que Gabo se inclina a ver en Espa?a m¨¢s el mundo de do?a Perfecta que el representado por el joven ingeniero don Jos¨¦, ¨ªndefenso, racional, sensitivo y firme ante la irracionalidad.
Posiblemente, a la hora de elegir Buenos Aires para el estreno de su Diatriba no ha entrado en sus c¨¢lculos la relaci¨®n ciudad-momento hist¨®rico, o tal vez ha forzado esa relaci¨®n en el sentido contrario.
En cualquier caso, Buenos Aires ha sido un adecuado lugar para el estreno de la primera obra teatral de Garc¨ªa M¨¢rquez, quiz¨¢ no tanto por las lecciones que se puedan extraer tras ese acontecimiento, como porque pone de manifiesto el grado de libertad que este autor posee para poner en juego sus propias razones.
Con todo, querido Gabo, s¨ª entro en el mundo de la fantas¨ªa, y ah¨ª me imagino que usted me hace una pregunta similar a aquella que le formul¨® una noche a un gran amigo suyo: "?Qu¨¦ es lo que m¨¢s quisiera hacer en este mundo?". Mi respuesta, despu¨¦s de saber c¨®mo le han acogido los porte?os, podr¨ªa ser la misma: "Pararme en una esquina".-
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