Toreo importante de Juan Cu¨¦llar
Juan Cu¨¦llar hizo ayer en Aranjuez un toreo de altos vuelos, de perfecta t¨¦cnica, de impresionarte valor. Cuando el toreo se produce as¨ª es muy importante; siempre lo fue en toda la historia del toreo, pero m¨¢s a¨²n en estos tiempos de vulgaridades, artilugios y melindres. El toreo de Juan Cu¨¦llar ayer en Aranjuez con un novillo complicado, revoltoso, cuya embestida se le iba a las zapatillas a la salida de cada pase, es absolutamente inusual hoy y arrebat¨® a un sorprendido p¨²blico que goz¨® del reencuentro con el toreo verdadero, como un precioso regalo fin de feria.Entendi¨® perfectamente Juan Cu¨¦llar a ese cuarto novillo de la tarde y lo tomaba a mucha distancia, para que le llegara fuerte al enga?o y as¨ª poder darle una salida airosa. Claro que entender al novillo no lo era todo. Luego hac¨ªa falta echarle coraz¨®n al toreo y aguantar la embestida buscona con intenciones claras de voltereta. Pero el coraz¨®n estaba all¨ª, generoso, palpitando r¨ªtmimicamente tambi¨¦n, y, Juan Cu¨¦llar, valiente, relajado, dominador, ejecutaba perfectamente los tiempos cl¨¢sicos de parar-templar-mandar, cargaba la suerte, constru¨ªa tandas de redondos naturales, ce?¨ªa los pases de pecho largos, y a su t¨¦rmino, se descaraba en desplantes marchosos, despreciado el guada?azo que le centelleaba junto al cuerpo. El p¨²blico se entusiasm¨® con esta faena importante, y goz¨® con la emoci¨®n y la est¨¦tica que son propias del toreo cuando se ejecuta en plenitud. Constituy¨® una grata sorpresa. Lo cual no quiere decir que el propio Juan Cu¨¦llar sea una sorpresa, pues lleva a?os demostrando su val¨ªa, la mayor parte de las veces en la plaza de Las Ventas, tan rigurosa y dura. Si hasta ahora no ha visto resultados claros, esa ya es otra cuesti¨®n. Los empresarios est¨¢n entretenidos en otras promociones, porque las influencias les deslumbran m¨¢s que el toreo bueno, y a¨²n no han ca¨ªdo en la cuenta de que en Colmenar de Oreja hay un novillero bajito que se agiganta en el ruedo y pide paso con toda la autoridad que le confiere su torer¨ªa.
Ortega / Cu¨¦llar, Plaza, Posada
Novillos de ?ngel Ortega, discretos de presencia, flojos, c¨®modos de cabeza. Juan Cu¨¦llar: estocada y descabello (escasa petici¨®n, ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo y estocada delantera (dos orejas); sali¨® a hombros. Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza: estocada trasera tendida y tres descabellos (palmas y saludos); estocada corta trasera tendida y cuatro descabellos (aplausos y salida al tercio). Antonio Posada: dos pinchazos, estocada corta baja y rueda de peones (silencio); estocada corta perpendicular y descabello (aplausos y saludos).Plaza de Aranjuez., 5 de septiembre. Tercera y ¨²ltima comida de feria.
Al primer novillo lo tore¨® a gusto hasta que el animal se aborreg¨®, y opt¨® entonces por porfiarle pegado a los pitoncetes. Una de tantas veces en que ambos quedaron juntos, haciendo la estatua, Cu¨¦llar se movi¨® un poco y disconforme el novillo con la deserci¨®n, le peg¨® una tremenda voltereta.
Aborregados estaban tambi¨¦n los dos de Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza, torero muy pulcro, pausado tan ajeno a cualquier tipo de estridencias, que llega a parecer insustancial. No lo es. Antes al contrario, ejecuta un toreo aut¨¦ntico, m¨¢s depurado a¨²n cuando interpreta el natural que e? derechazo. Durante el poquito rato que los novillos embistieron, dibuj¨® muletazos fin¨ªsimos; cuando dejaron de embestir, porfiaba sin demasiado convencimiento asumiendo un papel de voluntarioso destajista que no le cuadra. Lo suyo es torear.
Lo suyo es torear: en el mismo caso est¨¢ Antonio Posada. Novilllero de buen corte, con cierto perfil abelmontado seg¨²n se apercibi¨® en algunas de sus ver¨®nicas y en dos o tres derechazos, ayer en Aranjuez abandon¨® esta buena escuela -la mejor, si consiguiera asimilarla-, y deriv¨® en un toreo crispado, movido, retador -cojonero le llaman en la jerga, qu¨¦ vamos a hacerle-, totalmente inadecuado a la boyant¨ªa de los novillos y marginal al verdadero arte de torear.
No era el d¨ªa de Antonio Posada, ni el de Jos¨¦ Mar¨ªa Plaza -ya vendr¨¢n otros mejores-, y en cambio s¨ª era el d¨ªa de Juan Cu¨¦llar, triunfal, uno m¨¢s entre muchos que ya lleva conocidos. Lo sac¨® a hombros un individuo, rodeado de seis o siete partidarios. Pero esto no fue lo importante, sino el regusto de toreo bueno que hab¨ªa dejado en la plaza de Aranjuez.
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