Un 'lago' en el infierno
El Ballet del Peque?o Teatro de Leningrado, que inaugur¨® el martes una temporada de dos semanas en el Nuevo Apolo con el ¨²nico lago completo que se ha visto este a?o en Madrid, hubiera merecido realmente mejores condiciones de presentaci¨®n. La inexplicable ausencia de climatizaci¨®n agobi¨® al p¨²blico, numeroso y entusiasta, y las exiguas dimensiones del escenario ahogaron a la compa?¨ªa que, si bien no se encuentra entre las primeras ni las m¨¢s antiguas de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, demostr¨® ser un conjunto que aborda el repertorio cl¨¢sico con la seriedad y la correcci¨®n esperadas,El Malegot acudi¨® adem¨¢s con sus decorados -sencillos pero apropiados- con lo que el espacio que quedaba a los bailarines era poco m¨¢s que una caja de cerillas, a punto de incendiarse por la temperatura del local.
El lago de los cisnes
Ballet Malegot de Leningrado. Coreograf¨ªa: M. Petipa. M¨²sica: P. I. Chaikovski. Direcci¨®n: Anatoly Sidorov. Teatro Nuevo Apolo, Madrid, 6 de septiembre.
Con todo y el suced¨¢neo de m¨²sica, se pudo disfrutar de buenos momentos de baile acad¨¦mico -muchos de los componentes del Malegot provienen de la Academia Vaganova, la Escuela Oficial del Kirov- y de una versi¨®n sin grandes pretensiones y muy tradicional pero que difiere en bastantes aspectos de las que suelen presentar las compa?¨ªas sovi¨¦ticas, algunos de los cuales -como la supresi¨®n del buf¨®n y del happy end hollywoodense- parecen absolutamente acertados.
Curiosamente, el programa no atribuye a nadie esta versi¨®n -como tampoco atribuye la coreograf¨ªa original de las escenas del lago a Ivanov, el ayudante ruso de Petipa cuya responsabilidad en la entronizaci¨®n del dise?o coreogr¨¢fico y del estilo hoy pocos discuten- que parece deberse al core¨®grafo de la compa?¨ªa Nikolai Boyarchikov, autor de numerosas coreograf¨ªas de estilo renovador para el conjunto del Maly, que se cre¨® en 1933 con el ¨¢nimo de abrir paso a la joven coreograf¨ªa sovi¨¦tica, que sali¨® al final a saludar con el grupo.
Sobriedad
El segundo y cuarto acto -aqu¨ª segunda escena del primero y tercero- fue bailado por el conjunto de mujeres con justeza y respeto por el estilo. La sobriedad, incluso un poco arcaizante, del movimiento de los cisnes, muy lejos del amaneramiento de otras versiones, dio calidad al conjunto y se pusieron de relieve las mejores cualidades -salto amplio y tranquilo de espalda, sobre todo en los grandes cisnes; precisi¨®n en los detalles de cabezas y brazos y limpieza general de l¨ªnea- de la escuela rusa.El resto de la producci¨®n sufri¨® a¨²n m¨¢s de la falta de espacio, aunque se pudo admirar a los solistas del pas de trois, especialmente Anzhela Kondrashova, dotada de especial encanto, y una danza espa?ola en el m¨¢s puro estilo Petipa, s¨®lo estropeada por los atroces sombreros de los dos bailarines. Los papeles estelares corrieron a cargo de solistas del Kirov: Liuba Kunakova despleg¨® en Odette su buena l¨ªnea y seguro adagio, aunque con toda la emotividad frenad a por la m¨²sica en lata, pero estuvo muy lejos de los alardes de virtuosismo que exige su contrafigura, Odile, escamoteando todos los dificiles giros en developp¨¦ a la segunda y en attitude de su primera variaci¨®n, aunque componiendo bien el personaje y justa de expresi¨®n.
En cuanto a Alexandr Kurkov, ni en su porte relajado ni en su acompa?amiento descuidado -pero que no le imped¨ªa descomponer la l¨ªnea al menor esfuerzo- ni en sus saltos, en que la espalda y la pierna de atr¨¢s tend¨ªan a caer siempre antes que la soporte, consigui¨® transmitir la menor dignidad principesca.
En los pr¨®ximos d¨ªas el Ballet Malegot pondr¨¢ en escena Cascanueces y la versi¨®n de Boyarchikov del Romeo y Julieta de Prokofiev.
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