Corella, por los desag¨¹es
Endulz¨¢ndonos como siempre la p¨ªldora (?el pobre es que ya no lo puede remediar!) con la, a primera vista, innocua, pero conceptualmente inaceptable marruller¨ªa verbal de decir Estado de derecho, donde s¨®lo pod¨ªa hacer sentido Estado a secas, el presidente nos ment¨® no hace mucho, y por primera vez, si no recuerdo mal, los desag¨¹es, revelando o reconociendo su existencia, aunque dejando h¨¢bil o inh¨¢bilmente difuminados su concepto y su naturaleza. ?La verdad, ya pod¨ªa haberlo dicho antes, que a saber cu¨¢ntos di¨¢logos de besugos nos habr¨ªamos ahorrado! Pero, en fin, tarde o temprano, los desag¨¹es han, salido por fin a relucir.La marruller¨ªa verbal est¨¢ en que desag¨¹es, propiamente hablando, no puede tenerlos m¨¢s que el Estado a secas, y la idea misma de Es,!ad9 de derecho repugna por definici¨®n cualquier noci¨®n de desag¨¹e, sumidero, pozo negro, alcantarilla ni cloaca, sino que se supone, al menos idealmente, que todas sus aguas corren abiertas, oreadas 37 a la luz del sol por canales, acequias y acueductos, S¨®lo, pues, el Estado a secas admite, por lo menos idealmente, tener cosas as¨ª como desag¨¹es, conductos subterr¨¢neos por donde se evacua cuanto no debe ser visto a la p¨²blica, honesta y honorable luz del d¨ªa. Los fondos reservados son los que se destinan al funcionamiento, a veces sumamente complicado, de toda esa s¨®rdida, pestilente y tenebrosa fontaner¨ªa soterra?a; fondos que, acaso por alg¨²n remoto precedente -?Alejandr¨ªa, tal vez?- de la actual poblaci¨®n de caimanes en los alcantarillados de Nueva York, se llaman tambi¨¦n fondos de reptiles.
Si el Estado tiene tales desag¨¹es, tales conductos de evacuaci¨®n subterr¨¢nea, es porque supura algo vergonzoso que tiene que discurrir por v¨ªas escondidas, pues si se mostrase ante los ojos junto a lo que, por honesto, m¨¦rece ser visible, entrar¨ªan lo uno con lo otro en un conflicto de contradicci¨®n insoportable. "Entre la dominaci¨®n de la norma a realizar y el m?todo de su realizaci¨®n", dice Schmitt, "puede existir una oposici¨®n". Los desag¨¹es del Estado, cuando los hay -que es siempre-, tendr¨ªan, seg¨²n los m¨¢s conciliadores, la func¨ª¨®n de evacuar las heces residuales de esos m¨¦todos de realizaci¨®n que contradicen la propia norma que dicen realizar. Dicho en otras palabras, el Estado de derecho ser¨ªa la norma a realizar por el Estado a secas, o, si se quiere, por el sedicente Estado democr¨¢tico, pero, a tenor de la doctrina, ¨¦ste se ver¨ªa enfrentado a situaciones cuya v¨ªa de soluci¨®n parece ponerlo en flagrante conflicto con la norma del Estado de derecho a cuyo servicio sedicentemente est¨¢. Si bien, dicho sea de paso, est¨¢ por averiguar s¨ª no ser¨¢ m¨¢s cierto que los discutidos m¨¦todos conflictivos respecto de la norma no son m¨¢s bien adoptados en inter¨¦s de la conservaci¨®n del puro Estado a secas, sin determinaci¨®n, que en beneficio del Estado de derecho cuya norma proclaman defender o realizar. Pero, sea de ello lo que fuere, no hay modo de articular compatibilidad alguna entre desag¨¹es y Estado de derecho.Remitiendo ahora el pleito a las concretas circunstancias que han venido a sacarlo a colaci¨®n, lo m¨¢s alarmante de todo es, como ya insinu¨¦ en otro lugar, el hecho de que todo este reciente vocer¨ªo presidencial sobre el Estado de derecho, los fondos reservados, los desag¨¹es, junto con el no por facil¨®n menos ominoso juego de palabras de estado de desecho, y en fin todo aquel arrebato y desmelenamiento que parec¨ªa que el Estado estaba a punto de venirse abajo y aun la propia Espa?a de hundirse en los oc¨¦anos, saltase justamente a ra¨ªz de la ocasi¨®n, hasta hoy deseonocida, de que viniesen a coinc¨ªdir las noticias de dos procesos -aunque en distinta fase de desarrollo- concernientes a importantes delitos veros¨ªmilmente imputables a funcionarios armados del Estado. O sea, que jam¨¢s se ha visto mayor incongruencia entre el confiado sentimiento de los particulares, que ve¨ªamos en la noticia de los dos procesos el momento de m¨¢ximo esplendor, siquiera sintom¨¢tico, del Estado de derecho, y la alucinante actitud del presidente, que corr¨ªa desalado por los pasillos de la Moncloa gritando: "?Esto se hunde! ?Hay que tomar medidas! ?Hay que tomar medidas!".
Por esos desag¨¹es en los que el presidente afirma, contra el contenido mismo del concepto, que tambi¨¦n se defiende el Estado de derecho, cuando precisamente son su negaci¨®n; por esos desag¨¹es que no pueden serlo m¨¢s que del puro Estado a secas, como bestia pragm¨¢tica y amoral de dominaci¨®n; por esos desag¨¹es se ha sumido para siempre Corella y ha estado a punto de sumirse su memoria y hasta la sombra de su tr¨¢gico destino. Que por lo menos llegue a evitarse esto segundo ser¨¢ una victoria del Estado de derecho. Literalmente, una victoria del Estado de derecho contra el Estado a secas.
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