Argentinos
La aparici¨®n de mi art¨ªculo La desesperanza argentina (EL PA?S, 24 de agosto) suscit¨® la publicaci¨®n de un par de cartas que merecen algunas precisiones. En la primera, una distinguida lectora londinense no distingu¨ªa entre confesi¨®n religiosa y nacionalidad. Insinuaba que yo ment¨ªa al afirmar que el se?or Menen hab¨ªa nacido musulm¨¢n y que se convirti¨® al catolicismo para poder acceder a la presidencia de Argentina. Al decir que fue musulm¨¢n no digo nada despectivo ni incierto, y ser¨ªa absurdo que hubiera escrito que un sirio se convirti¨® al catolicismo. Es evidente que Menem goza de la nacionalidad argentina como musulm¨¢n y como cat¨®lico. La indignada lectora prefer¨ªa que le llamara sirio o ¨¢rabe, palabras que le resultaban m¨¢s cari?osas por ser populares en Argentina, pa¨ªs donde llaman rusos a los jud¨ªos y gallegos a todos los espa?oles. Pero adem¨¢s me acusaba de ocultar mi propio origen, que podr¨ªa ser antag¨®nico al de Menem. Es verdad que todos los lectores de EL PA?S no est¨¢n obligados a conocer los or¨ªgenes religiosos, raciales o pol¨ªticos de sus colaboradores, pero tampoco es necesario contarlos cada vez que uno publica un art¨ªculo. Para tranquilidad de la lectora le dir¨¦ que mis ancestros fueron jud¨ªos cordobeses que vivieron bajo un califa en Espa?a y bajo un sult¨¢n en el Imperio otomano, que mi abuelo paterno naci¨® en Alepo (segunda ciudad de la Siria actual) y habl¨® el ¨¢rabe a la perfec ci¨®n hasta su muerte en Buenos Aires. Pero, pese a tantas coincidencias con el se?or Menem, no comparto su simpat¨ªa por Pinochet, ni tampoco su admiraci¨®n por el general Stroessner, el de cano de los dictadores latino americanos.La segunda carta, que llegaba de Bruselas, coincid¨ªa ampliamente con el diagn¨®stico general que yo daba en mi art¨ªculo, pero me acusaba de proponer recetas liberales cuando yo s¨®lo mencion¨¦ los fracasados proyectos econ¨®micos de Alfons¨ªn de reducir la presencia del Estado en algunos sectores de la econom¨ªa. Y lo que es peor, insinuaba que las f¨®rmulas econ¨®micas de M¨ªtre o Sarmiento, personajes del siglo XIX, eran las que yo propon¨ªa para solucionar la econom¨ªa argentina. Nada m¨¢s absurdo. Ni yo propon¨ªa ninguna f¨®rmula, ni de proponerlas ser¨ªan las de unos ilustres presidentes de otra Argentina. Al decirle a don Alejandro G¨®mez que los presidentes argentinos de los ¨²ltimos 50 a?os hab¨ªan salido de un club distinto al del Progreso me refer¨ªa a un rosario de generales que ten¨ªan, entre otros, estos tristes nombres: Uriburu, Farrell, Per¨®n, Lonardi, Aramburu, Ongan¨ªa, Levingston, Videla o Galtieri. De muy lejos y de muy cerca vienen los males. Por lo que se ve, adem¨¢s de la desesperanza, el malentendido es otra de las grandes pasiones argentinas.- Marcos Ricardo Barnat¨¢n Hodari. .
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