Original '¨®pera prima'
El placer de matar es el primer largometraje de F¨¦lix Rotaeta, cuya autor¨ªa y direcci¨®n de uno de los episodios del filme colectivo Delirios de amor -el suyo era con mucho el m¨¢s atrevido y original- llam¨® la atenci¨®n sobre su futura personalidad como cineasta. Este que ahora se estrena es su primer filme largo y enteramente propio, el primer acto de una carrera que sin duda no acabar¨¢ en ¨¦l.F¨¦lix Rotaeta, tras su experiencia de varios a?os en el grupo teatral Los Goliardos, pionero en los a?os 60 del movimiento de los "teatros independientes", cuya culminaci¨®n fue un jal¨®n de los a?os finales del franquismo, altern¨® su trabajo como actor, tanto en los escenarios y como delante de las c¨¢maras, con una corta e intensa dedicaci¨®n literaria, uno de cuyos mejores logros, la novela corta titulada Las pistolas, ha dado lugar a esta pel¨ªcula, de la que es una adaptaci¨®n libre.
El placer de matar
Direcci¨®n: F¨¦lix Rotaeta. Fotograf¨ªa: Acacio de Almeida. M¨²sica: Carlos Miranda. Producci¨®n: ?ngel P¨¦rez Campos, Antonio Llorens Olive. Espa?a, 1987. Int¨¦rpretes: Antonio Banderas, Mathieu Carriere, Victoria Abril, Berta Riaza, Walter Vidarte, Victoria Pe?a, Mario Gas, Jeannine Mestre, Maite Yerro, Encarna S¨¢nchez. Estreno en Madrid: cine Coliseum.
La narraci¨®n est¨¢ protagonizada por dos asesinos a sueldo, cuya extra?a complicidad y amistad est¨¢ fundamentada en el placer ambos experimentan al disparar y acertar el tiro contra blancos humanos. Esta despiadada trama argumental sirve al realizador, al pertenecer cada uno de los dos personajes a ambientes sociales coontrapuestos, para dar, en tintes negros, una visi¨®n de dichos entornos, de ambos mundos de origen.
Provocaci¨®n
El gui¨®n retiene las esencias de su antecedente literario, con algunas omisiones sugerentes y con la aparici¨®n de dos nuevos personajes: el militar y el polic¨ªa. El filme presenta a unos individuos que reclaman su derecho a matar sin engancharse en ninguna bandera, l¨ªcita o il¨ªcita, sin ser soldados, polic¨ªas, terroristas o psic¨®patas, en palabras del asesino interpretado por Mathieu Carriere. Y, por ello, puede en cierta medida considerarse un filme dif¨ªcil, duro y calculadamente provocador, pues desarrolla la idea de unos tipos que reclaman el derecho a asesinar por placer.Pero tambi¨¦n, en palabras de su autor, pertenece a la demarcaci¨®n de la llamada comedia negra, afirmaci¨®n que no es incierta, aunque pierda algo de su verdad en el exceso de acumulaci¨®n de cr¨ªmenes a sangre fr¨ªa que se van produciendo a lo largo de su desarrollo. La acumulaci¨®n es peligrosa en cine, pues el impacto visual de los actos disminuye a medida que unos se su suman a otros.
Con un final abierto, en el mismo sentido que lo era el de la novela, El placer de matar est¨¢ premeditadamente envuelta en una est¨¦tica s¨®rdida y fe¨ªsta, logrando, sin excesivos matices, la intensidad mediante la acumulaci¨®n. El filme posee una buena realizaci¨®n funcional, de modesto resultado art¨ªstico, cuya m¨¢s notoria distinci¨®n es la originalidad que encierra su argumento.
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