"La calesera", encanto y desencanto
La compa?¨ªa de Dolores Travesedo contin¨²a, en el teatro Alb¨¦niz, de la Comunidad de Madrid, su carripa?a de zarzuela a base de t¨ªtulos c¨¦lebres: Luis Fernanda, La Calesera y, en seguida, La Dolorosa y La verbena. El Alb¨¦niz es un local aseado, situado en una zona c¨¦ntrica y popular, que pod¨ªa, si la Comunidad quiere o puede, mantener espect¨¢culos de g¨¦nero chico, zarzuela e incluso buenos sainetes de cualquier ¨¦poca.Por ahora, todo es muy modesto: decoraciones, orquesta, quiz¨¢ ensayos -por lo que escuchamos la otra noche- Y es l¨¢stima, pues el g¨¦nero tiene su p¨²blico y quienes a ¨¦l se dedican merecen encontrar v¨ªas medianamente expeditas.
Mientras escuch¨¢bamos los desajustes entre el bar¨ªtono y la orquesta en la romanza "agua que r¨ªo abajo...", pens¨¢bamos en todas esas cosas. Por ejemplo: una voz como la de Antonio Lagar, nada com¨²n, deber¨ªa estar mejor rodeada.
La calesera
De Mart¨ªnez Rom¨¢n, Gonz¨¢lez del Castillo y Francisco Alonso. Reparto: Mar¨ªa Dolores Travesedo (Maravillas), Mar¨ªa Jos¨¦ Chac¨®n (Elena), Amparo Madrigal (Piruli), Antonio Lagar (Rafael Sanabria), Francisco Cecillo (Gangarilla), Rafael Varas (Calatrava). Direcci¨®n esc¨¦nica: L. Balaguer. Direcci¨®n musical: Dolores Marco. Teatro Alb¨¦niz, de la Comunidad de Madrid. 1 de septiembre.
Una joven soprano, como Mar¨ªa Jos¨¦ Chac¨®n (la marquesa de Alvas), de muy bello color vocal, buena afinaci¨®n y gracia en el decir, fue dificultada por las imprecisiones de batuta o la pobreza de ensayos. Dolores Travesedo, una de las campeonas del g¨¦nero, hace Maravillas, la calesera de la pieza de Alonso con garbo, propiedad y casticismo tonadillero.
Decorados tristones
Que ese ambiente constituye uno de los atractivos de esta zarzuela clave en la d¨¦cada de los veinte, cuyo pasacalle de los chisperos es prueba de c¨®mo Barbieri, Chueca, Chap¨ª, tuvieron continuadores en los a?os veinte. Luis Balaguer movi¨® cuanto pudo la escena sobre decorados sumarios y tristones y la directora Dolores Marco estuvo, en los primeros n¨²meros, tocada de pesantez que hac¨ªa de fandango o seguidillas aires sosos y ca¨ªdos. Seguramente: cuesti¨®n de ensayos.Hubo aplausos para todos, pienso que sobre todo para el maestro Alonso, autor de la sabrosa partitura, pero tambi¨¦n para sus int¨¦rpretes avezados o juveniles de ahora, sin olvidar a la pareja c¨®mica, Amparo Madrigal y Francisco Cecilio.
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