Poca fortuna para 'Malaventura', de Guti¨¦rrez Arag¨®n
OCTAVI MARTIENVIADO ESPECIAL Si los cert¨¢menes cinematogr¨¢ficos figuran entre los acontecimientos con mayor poder de convocatoria informativa, este a?o Cannes y San Sebasti¨¢n tienen una competencia muy dura. El festival franc¨¦s coincidi¨® con las elecciones que determinaron un cambio de Gobierno; el espa?ol lo har¨¢ con los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l. A pesar de ello y del aguacero que acompa?¨® los actos de la gala de inauguraci¨®n, la expectaci¨®n es grande y las pel¨ªculas y los asistentes la alimentan a satisfacci¨®n de todos. Simone Simon, la musa de Jean Renoir, Max Ophuis o Jacques Tournier, estuvo en el escenario del teatro Victoria Eugenia para recordar a este ¨²ltimo cineasta y presentar la retrospectiva que le dedica el festival.
Robert Duvall y Willem Dafoe, actores de Colors y La ¨²ltima tentaci¨®n de Cristo, respectivamente y para referirnos tan s¨®lo a sus ¨²ltimos trabajos, fueron las estrellas extranjeras invitadas a esta sesi¨®n inaugural en la que siempre las autoridades pol¨ªticas se llevan una exagerada cuota de protagonismo. Las dos primeras pel¨ªculas de la secci¨®n oficial han sido Casada con todos, del estadounidense Jonathan Demme, y Malaventura, de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, ¨¦sta fuera de concurso.Comedia negra
La americana es una comedia negra sobre una mujer que quiere escapar del ambiente mafioso al que estaba condenada a vivir por razones matrimoniales. Al filme le cuesta un poco hallar su tono, que es decididamente enloquecido, porque duda entre crear personajes o entregarse a un estricto juego de gags. Luego, cuando la primera opci¨®n toma cuerpo, la pel¨ªcula gana enteros, Michele Pfeiffer y Dean Stockwell se apoderan de ella y el conjunto resulta muy divertido.
Demme, que es un cineasta de estilo muy peculiar, que reivindica una planificaci¨®n en la que nunca intervienen los teleobjetivos o focales semejantes, que monta la m¨²sica con una libertad extrema y posee una imaginaci¨®n visual tan poderosa como su sentido para el detalle, logra que parezca nuevo algo que hemos visto mil veces.
A t¨ªtulo de curiosidad, vale la pena hacer hincapi¨¦ en los t¨ªtulos de cr¨¦dito finales, montados sobre secuencias finalmente no montadas, con profusi¨®n ole nuevos decorados o personajes, algo que suministra una informaci¨®n complementaria sobre la historia y tambi¨¦n sobre los m¨¦todos de trabajo del director.Malaventura fue escogida con gran frialdad por la prensa especializada, que en ning¨²n momento pareci¨® sintonizar con la pel¨ªcula de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n. Los festivales son a menudo muy peligrosos para, las pel¨ªculas porque la exigencia del publico, la rapidez con que se toman los juicios y el volumen de la oferta hacen que cintas que en condiciones normales ser¨ªan comentadas con cierto detenimiento desaparezcan de la memoria del festivalero a gran velocidad. Malaventura, que narra las desafortunadas andanzas de un Miguel Molina pose¨ªdo por la melancol¨ªa, es una cinta fallida en la que hay una voluntad de riesgo muy considerable, unas ganas de dejarse llevar por el propio relato que acaban yendo contra la pel¨ªcula.
El sentido del humor, siempre presente en la filmograf¨ªa de Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, en esta ocasi¨®n no logra traducirse a trav¨¦s de la figura de Richard Lintern, un actor ingl¨¦s que encarna a un personaje desquiciado, pose¨ªdo por pulsiones criminales o necr¨®filas. Lintern es un actor de escuela interpretativa muy distinta a la del resto del reparto, y esa diferencia va en detrimento del ritmo y el tono de Malaventura, que no logra encajarlo en el clima sevillano. Con uno de los v¨¦rtices del tri¨¢ngulo formado entre ¨¦l, Molina e Iciar Bolla¨ªn, la figura geom¨¦trica que debiera trazar el protagonista entre un primer plano id¨¦ntico al ¨²ltimo queda rota irremisiblemente, y el atractivo de algunas de las im¨¢genes -la vertiente documental sobre la noche sevillana posee cierta magia- no puede salvar el conjunto.
En cualquier caso, Malaventura es una pel¨ªcula que merece algo m¨¢s que unas l¨ªneas apresuradas o un abucheo.
Babelia
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