Un cuento chino
El paseante, donostiarra o forastero, se col¨® en el teatro Principal de la calle Mayor, para asistir a la proyecci¨®n de Xing Nu, Xiao Xiao (Una muchacha de Hunan) de la Rep¨²blica Popular China, impulsado por viejos resortes cineclubistas. Pronto constat¨® que este tipo de atracci¨®n por las filmograf¨ªas ex¨®ticas, tan denigrado por los comunic¨®logos a la violeta, est¨¢ ya bastante extendido. El respetable se api?aba en torno a la puerta de entrada exhibiendo sus billetes como si fueran trofeos.Apuntar aqu¨ª un detalle meritorio de la organizaci¨®n, a saber, un cartel -tambi¨¦n excelsamente cin¨¦filo- donde se advierte que, como en los conciertos filarm¨®nicos y las corridas de toros, la sesi¨®n comenzar¨¢ a la hora en punto y que una vez empezada la pel¨ªcula se impedir¨¢ el acceso a la sala de los remolones y falsarios que antes picoteaban aqu¨ª y all¨¢ unos cuantos fotogramas y daban la obra por vista y hasta por digerida.
Sinopsis inefable
La sinopsis de Xing Nu, Xiao Xiao es inefable. En un tiempo patriarcal de la China eterna a las muchachas de 10 u 11 a?os las casaban con ni?os de dos, lo cual retrasaba el obligado coito hasta que el marido de juguete se licenciaba en el instituto. M¨¢s no cuento. Obligaci¨®n es de los distribuidores el llevar el cine chino contempor¨¢neo al espectador latente.
Se palpa que el Comit¨¦ de Selecci¨®n del Festival, compuesto por Jos¨¦ Riba, Herrero Velarde (que para mayores garant¨ªas es notario); Chema Prado y Diego Gal¨¢n ha hilado fino durante sus interminables espejismos a lo ancho del mundo en busca de materiales nobles, in¨¦ditos y entretenidos.
Tan intransigente ha sido su criba tras los cientos de cintas visionadas que Francia e Italia se han quedado fuera de programa por falta de "calidad m¨ªnima exigible". Que cunda el ejemplo. La ¨²nica objeci¨®n, en un contexto en el cual empieza a d¨¢rsele importancia al guionista, es que la deliciosa fantas¨ªa realista que es Xing Nu, Xiao Xiao, de Xie Fei y Wu Lan, est¨¦ basada en una novela de Shen Congwen.
De todos modos bueno es, de vez en cuando, dejarse enredar en la mara?a de la exposici¨®n, el nudo y el desenlace. Al desde?ado cineclubista le gustan los cuentos, sobre todo los chinos. No se oy¨® ni una tos. La delicada fotograf¨ªa, los cautivantes primeros planos, el expresionismo interpretativo y el pulso dram¨¢tico hipnotizaron a una concurrencia en la que no se contaron desertores.
Conclusi¨®n: que si el exhibidor sabe elegir el ciudadano lo olfatea y la dichosa crisis tiene cura. Tal vez alg¨²n d¨ªa se nos redima de las superproducciones musculosas y justicieras, efectos especiales que, adem¨¢s de crear h¨¢bito, no pasan de ser un bluff, un suced¨¢neo, una hamburguesa de hormonas.
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