Pimpinela
Si Jorge Sempr¨²n todav¨ªa no sabe qu¨¦ hacer con el presupuesto general de? Estado atribuible a Cultura, propongo que se conceda una subvenci¨®n vitalicia a Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz-Mateos para que siga haciendo lo que hace, ni m¨¢s ni menos: ser detenido, ingresar en prisi¨®n, salir bajo fianza, escaparse, hacer declaraciones contra Boyer, Solchaga y Valls Taberner, visitar v¨ªrgenes con un criterio ecum¨¦nico encomiable, volver a ser detenido, ingresar en prisi¨®n, etc¨¦tera. No tenemos otro igual, y es funci¨®n de los m¨¢s temibles intelectuales org¨¢nicos del Estado comprender que hay que proteger las especies singulares.A trav¨¦s de una emisora de radio catalana, una radioyente planteaba una serie de perplejidades. ?Si este se?or es un delincuente, por qu¨¦ va por los juzgados, las c¨¢rceles, los santuarios y las ondas radiof¨®nicas como Pedro por su casa? ?Qu¨¦ le habr¨ªa ocurrido a un choricillo desdentado que tuviera la misma voluntad de cachondeo jur¨ªdico que el se?or Ruiz-Mateos? Evidentemente, estar¨ªa en el castillo de If esperando que se muriera el preso de? calabozo de al lado para conseguir salir de la fortaleza como presunto cad¨¢ver. Pero el se?or Ruiz-Mateos tiene posibles para financiarse el happening continuo en el que se ha convertido su vida y, por lo que se ve, tanto dinero sigue teniendo Ruiz-Mateos para hacer de Pimpinela como miedo o recelo el Gobierno para poner todos los papeles del caso Rumasa sobre la mesa.
Mientras tanto, nuestro Pimpinela ha conseguido enriquecer los rasgos humanos de su personaje, y ya no se trata de aquel banquero agresivo y altivo, sino de un pobre hombre rico que no puede visitar santuarios marianos en paz ni asistir a la boda de su hijo o visitar a su nonagenaria madre. Ya es como El Lute, pero con chaqueta de alpaca o cachemir y marianoadicci¨®n incurable. La ¨²nica manera de combatir este mito es o institucionalizarlo y financiarle tanto las huidas como las peregrinaciones para que el pueblo pueda presumir tongo y desinteresarse, o, como ¨¦l pide, juzgarle de una pu?etera vez y atribuirle la estricta condici¨®n de culpable o de v¨ªctima de una operaci¨®n de desag¨¹es bancarios.
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