Louis Althusser, fil¨®sofo, asesino y santo, seg¨²n un te¨®logo franc¨¦s
Las memorias de Jean Guitton arrojan luz sobre el tr¨¢gico destino del pensador marxista
El fil¨®sofo cat¨®lico franc¨¦s Jean Guitton, considerado como uno de los mayores pensadores vivos, acaba de encender, con la publicaci¨®n de sus memorias, un poco de luz sobre un misterio y a la vez tragedia que conmovi¨® a la Francia intelectual hace apenas ocho a?os: el asesinato de Hel¨¨ne Althusser por su marido, el fil¨®sofo marxista y ma?tre-¨¤-penser de la izquierda radical que protagoniz¨® la revuelta de mayo de 1968. El te¨®logo, hombre de iglesia, amigo y consejero de pont¨ªfices que es Jean Guitton, presenta en su libro a Louis Althusser, que fue alumno suyo en Ly¨®n en el bachillerato, como un m¨ªstico, y le compara, en la m¨¢s pura tradici¨®n de cierto pensamiento cat¨®lico, a los santos.
El libro de memorias de Guitton, t¨ªtulado Un siglo, una vida, dedica un cap¨ªtulo entero a la amistad con Althusser y reproduce parte de la emotiva correspondencia que mantuvieron ambos fil¨®sofos, en la que se mezclan las reflexiones religiosas con las muestras de afecto.Cuenta tambi¨¦n c¨®mo despu¨¦s del asesinato y del juicio, en el que fue declarado irresponsable, Guitton consigui¨® que el alcalde de Par¨ªs, Jacques Chirac, autorizara su traslado desde el hospital donde estaba internado hasta una instituci¨®n privada de las afueras de Par¨ªs, desde donde Althusser le ha seguido escribiendo y donde ambos amigos mantienen regulares contactos.
En las cartas de Althusser pueden leerse frases como las que siguen: "No sufra al verme tan alejado de usted en ideas. Hay muchas moradas en la casa del Padre". "Despu¨¦s de un a?o muy activo, me siento caer en el agujero. Estoy expuesto a los cambios, incluso en el mismo momento en que cre¨ªa escapar. ?sta es mi cruz". "Mi universo de pensamiento ha sido abolido. No puedo pensar m¨¢s. Para hablar en lenguaje tala [en jerga estudiantil de hace unas d¨¦cadas, cat¨®lico], os pido vuestra oraci¨®n".
A finales de la d¨¦cada de los setenta, Althusser y su esposa sufrieron una profunda crisis impregnada de elementos religiosos, seg¨²n Guitton. "Vino a casa con Hel¨¨ne", dice Guitton, "para decirme que ambos ten¨ªan la impresi¨®n de que la humanidad iba a entrar en una fase definitiva y que no ve¨ªan m¨¢s que un lugar donde esta crisis pod¨ªa resolverse: este sitio era Mosc¨², pero m¨¢s all¨¢ de Mosc¨², Roma".
As¨ª fue c¨®mo Louis Althusser se entrevist¨® primero con el cardenal Garrone en Roma, y se hubiera entrevistado con Juan Pablo II de no mediar la horrible tragedia del asesinato, realizado, seg¨²n los m¨¦dicos, en un "delirio de amor". "Conozco a vuestro amigo", le dijo el Papa a Guitton, "y, ante todo, es un l¨®gico que va hasta el final de sus ideas. Lo recibir¨¦ a gusto".
Relaci¨®n prof¨¦tica
La conclusi¨®n de Guitton sobre sus relaciones con el fil¨®sofo marxista es contundente: "Digo que la historia de nuestras relaciones es prof¨¦tica, porque creo, como Althusser, que vamos hacia un momento en que la humanidad deber¨¢ elegir entre el todo o la nada". No parece ofrecer muchas dudas a Guitton que este Althusser, todav¨ªa hoy, "tal como ha sido ¨¦l mismo siempre, profundamente id¨¦ntico a s¨ª mismo", entra en la categor¨ªa de los santos y de los m¨ªsticos."Hel¨¨ne y Louis se hab¨ªan unido para consagrarse al Absoluto, abandonando todo deseo de carrera, todo honor humano". "?Hay una gran diferencia entre un criminal y un santo? Fran?ois Mauriac y Paul Claudel no lo cre¨ªan. Hay criminales que son santos en potencia, como el buen ladr¨®n. Hay santos que saben que sin la gracia habr¨ªan podido ser criminales".
"Otro problema que me plante¨® Althusser es el que ha ocupado toda mi vida: el cambio. Althusser era cat¨®lico. Se convirti¨® en ateo y marxista. En su habitaci¨®n veo las obras de Lenin al lado de las de santa Teresa de Jes¨²s, y me planteo a este prop¨®sito la cuesti¨®n que siempre me ha inquietado: la del cambio. ?Ha cambiado Althusser en su intimidad?", escribe Guitton.
Desaparecido
A los ojos de Guitton, no, sino que este fil¨®sofo desaparecido del mundo, aunque no muerto, sigue siendo el joven cat¨®lico que le dec¨ªa en 1938, antes del campo de concentraci¨®n, de conocer a Hel¨¨ne y de hacerse comunista: "No tengo ciertamente el conocimiento perfecto de Dios, pero tengo a menudo la impresi¨®n de hacer como quien tiene el conocimiento perfecto de Dios, pero ha perdido su amor".
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