El turista que surgi¨® del fr¨ªo
El reuma convierte un pueblo alicantino en una localidad millonaria con m¨¢s extranjeros que espa?oles
Unos 4.000 europeos, entre brit¨¢nicos, noruegos, franceses y holandeses, han fiiado su residencia en el pueblo alicantino de l'Alf¨¤s del Pi. Los extranjeros han conseguido, en lo que a n¨²mero se refiere, desbancar a las 3.000 personas nacidas en esta localidad costera. El clima del pueblo y su efecto benigno sobre el reuma es el principal art¨ªfice de esta concentraci¨®n. El lema del pueblo en lo que a convivencia se refiere parece ser el de juntos, pero no revueltos. Cada grupo mantiene por tanto el modo de vida de su pa¨ªs. S¨®lo la siesta los une.
Al club noruego de l'Alf¨¤s se accede siguiendo la avenida de Escandinav¨ªa. En el tabl¨®n de anuncios, un reportaje recortado de la revista Hjemmet sobre una pareja de jubilados ocupa el lugar preferente. En la entrevista, de dos p¨¢ginas, el matrimonio noruego, retratado con amplia sonrisa, cuenta las ventajas de vivir en este municipio alicantino y lo bien que les ha venido para el reuma. Son dos socios del club.Gilda, la portavoz del club noruego, dice que en Oslo todo el mundo conoce l'Alf¨¤s. Ella, que lleg¨® hace m¨¢s de 15 a?os para disfrutar de unas vacaciones y de paso ver si aliviaba un poco sus dolores de espalda, decidi¨® no regresar a su tierra y quedarse en este peque?o pueblo de la costa mediterr¨¢nea.
Los extranjeros se han construido sus urbanizaciones, separadas del centro hist¨®rico, sus restaurantes y sus colegios. Celebran las tradiciones y fiestas de sus respectivos pa¨ªses de origen. Comen y beben como si estuvieran en B¨¦lgica o en Londres. Apenas hablan castellano, y mucho menos valenciano. Lo que empez¨® como excursiones de comprobado efecto antirreum¨¢tico ha transformado este peque?o pueblo en una especie de torre de Babel.
Sin embargo, cada grupo procura no alterar el modo de vida de sus respectivos pa¨ªses. La siesta es la ¨²nica costumbre espa?ola que los extranjeros siguen a pie juntillas. Muchos se resisten a comer chorizos o arroces caldosos; prefieren sus filetes con salsa y las patatas hervidas. En las tiendas del pueblo hay productos de todos los continentes.
El clima de l'Alf¨¤s y su efecto benigno con el reuma es el principal art¨ªfice del milagro econ¨®mico de este pueblo, donde la vida, seg¨²n algunos vecinos, "se ha vuelto m¨¢s cara que en Madrid". La persistente llegada de nuevos vecinos ha elevado el presupuesto del Ayuntamiento de 20 millones a 1.800 millones de pesetas. En el pueblo adem¨¢s no hay paro, cerca de 350 establecimientos comerciales obtienen ping¨¹es beneficios y los ocho bancos que se han instalado en los ¨²ltimos tiempos registran un pasivo de m¨¢s de 10.000 millones de pesetas.
Reuma y petr¨®leo
Pero el reuma no es la ¨²nica causa. El petr¨®leo tambi¨¦n ha contribuido. Junto a los noruegos, decenas de ingleses y holandeses son trabajadores de compa?¨ªas petroleras multinacionales. Como viajan frecuentemente, estos hombres que se pasan la vida dando vueltas por el mundo prefieren no someter a la familia a ese ritmo enloquecido. La soluci¨®n que adoptan es bien sencilla: elegir alg¨²n lugar de la costa mediterr¨¢nea, como l'Alf¨¤s, donde vivir. Normalmente, estos representantes del oro negro regresan a sus pa¨ªses de origen una vez finalizados los contratos. Prueba de la importancia de este colectivo es la existencia de dos colegios, uno noruego y otro brit¨¢nico.La escuela noruega, subvencionada por el Gobierno, est¨¢ situada en la colonia denominada El Oasis y est¨¢ considerada como la m¨¢s importante de las que el Gobierno noruego mantiene fuera de sus fronteras. Un aspecto habitual en la hora del recreo, seg¨²n cuenta una profesora, es ver a los chicos haciendo labor. No hay que olvidar que los 120 alumnos y alumnas que actualmente hay inscritos imparten una asignatura que se llama ciencias del hogar, siguiendo as¨ª el plan de educaci¨®n noruego.
Las cuotas que pagan las familias noruegas se aproximan a las 60.000 pesetas al a?o. Adem¨¢s, cada mes cotizan entre 10.000 y 15.000 pesetas por alumno. Los libros de texto y todo el material did¨¢ctico est¨¢n incluidos. No ocurre lo mismo en el colegio brit¨¢nico de l?Alf¨¤s, adonde acuden alrededor de 125 ni?os ingleses que tambi¨¦n cursan estudios de acuerdo a los planes de educaci¨®n de su pa¨ªs. Las cuotas trimestrales pueden alcanzar hasta las 100.000 pesetas. La comida, sin embargo, no est¨¢ incluida.
"Si fracasa el turismo, fracasamos todos, y para que fracase el turismo tiene que venir un caos a nivel mundial, y si viene, muy mal lo vamos a tener", comenta el alcalde socialista, Antonio Fuster, quien tiene muy claro que de no haberse producido esta pac¨ªfica invasi¨®n de habitantes importados, el pueblo actualmente estar¨ªa muerto. La pol¨ªtica municipal pasa, pues, por mimar al extranjero, integrarlo y ofrecerle toda clase de comodidades.
Las calles de l'Alf¨¢s presentan siempre el mismo aspecto tranquilo. Excepto los viernes por la ma?ana, que hay mercadillo. Entre los puestos de melones y de bolsos se mezclan brit¨¢nicos, noruegos y alfacinos. Es uno de los pocos momentos en los que hay agitaci¨®n en las calles. El resto del d¨ªa, lo m¨¢s frecuente es ver a gruposde jubilados europeos tomando un refresco en cualquier terraza o cuidando primorosamente sus jardines. A partir de las diez de la noche apenas hay gente por la calle. "Es un turismo de elite, tranquilo, al que no le gusta el alboroto", dice el alcalde. "No quieren discotecas. Prefieren buenos restaurantes, buenas tiendas y zonas verdes".
Prueba de que la gente vive feliz es el resultado de la ¨²ltima encuesta que realiz¨® el Ayuntamiento: m¨¢s de la mitad de los habitantes se mostraban entusiasmados con la vida de l'Alf¨¢s. "Es un lugar tranquilo, relajado, en el que puedes encontrar cinco establecimientos diferentes que instalen, por ejemplo, antenas parab¨®licas. Hay de todo, como en cualquier gran ciudad", dice una joven que reside desde hace dos a?os en el pueblo. "Adem¨¢s, cuando quiero marcha me voy a Altea o a Benidorm, que est¨¢n a menos de cinco kil¨®rnetros".
Es en la playa de l'Albir, propiedad del Ayuntamiento de l'Alf¨¢s, donde hay m¨¢s bares, restaurantes y supermercados propiedad de ciudadanos europeos. Pero lo cierto es que a la mayor¨ªa no les hace falta trabajar. Con las pagas que reciben de sus Gobiernos viven cinco veces mejor que en su pa¨ªs. ?sa es al menos la impresi¨®n de mucha gente consultada.
Junto a las diversiones normales de cualquier pueblo costero, los extranjeros tambi¨¦n acuden al castillo del conde. All¨ª se celebran, tres veces por semana, representaciones medievales. El espect¨¢culo siempre finaliza con la elecci¨®n de una joven por parte del caballero ganador. La muchacha es coronada como reina.
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