Cuesti¨®n de tablas
Primera confrontaci¨®n televisiva en directo de los dos candidatos a la presidencia norteamericana
Parece una tonter¨ªa, pero cosas as¨ª pueden decidir la presidencia de Estados Unidos. Michael Dukakis, 17 cent¨ªmetros m¨¢s bajo que George Bush, pretende utilizar en el debate de esta noche un caj¨®n que le ponga a la altura del vicepresidente. La gente de Bush (1,89 metros de patricio de Yale) pregunta con rechifla: "?Qu¨¦ va a hacer cuando tenga que hablar con Gorbachov, llevarse el caj¨®n?". A las ocho de la tarde, madrugada en Espa?a, los dos candidatos a suceder a Ronald Reagan se enfrentar¨¢n en un debate televisado en directo ante 100 millones de norteamericanos.
Esta actuaci¨®n en vivo, de 90 minutos de duraci¨®n, en la peque?a universidad de Wake Forest, Carolina del Norte, puede cambiar el voto o decidir finalmente a un 40% del electorado que a¨²n est¨¢ en el aire. Dukakis tiene que ganar para seguir en la carrera, y a Bush le basta con no perder. Para el gobernador de Massachusetts, es el momento de conseguir una victoria que acorte la ventaja que Bush tiene en los sondeos y dar la vuelta a una campa?a que domina claramente el vicepresidente. Bush necesita aguantar en la televisi¨®n -un medio que no se le da bien- la ofensiva de un rival m¨¢s preparado para el debate.Las dos campa?as se han pasado una semana discutiendo la altura de los atriles tras los que hablar¨¢n. Dukakis quer¨ªa rebajar el de Bush, diciendo que el vicepresidente quer¨ªa esconderse tras el podio, para obligar al vicepresidente a agacharse y que el candidato dem¨®crata no pareciera tan bajito. Antes, el vicepresidente hab¨ªa batallado porque el debate se celebrara en posici¨®n de sentados, pero Dukakis porfi¨® por la postura de pie para reforzar lo que considera su mejor imagen como l¨ªder.
Estrategias
Finalmente, Bush utilizar¨¢ un podio de 1,20 metros, que no le obligar¨¢ a doblarse, y Dukakis (que mide 1,72 metros), uno de 1,05 metros, con la posibilidad de auparse un poco con una peana. Un estratega republicano ha sugerido que el vicepresidente abra el debate dici¨¦ndole a Dukakis: 'B¨¢jese de esa caja de coca-colas y m¨ªreme a la corbata". El primer disparo es muy importante y puede desestabilizar al contrario. Ronald Reagan descoloc¨® a Jimmy Carter en 1980, en el debate de Cleveland, cuando se acerc¨® al podio de su rival para estrechar su mano.Los republicanos conf¨ªan en que su hombre, propicio a la dislexia verbal, no cometa ning¨²n error garrafal y aparezca como m¨¢s presidencial que el hijo de inmigrantes griegos. Hora y media -realmente, 30 minutos de exposici¨®n directa de cada candidato al error- es suficiente para que Bush incurra en alguna pifia. Esa es la esperanza de la campa?a de Dukakis.
Los hombres de Bush esperan que el tono triste y mon¨®tono de Dukakis, que despide cierta arrogancia de profesor de universidad de elite, canse a los televidentes. "Cuanto m¨¢s habla, m¨¢s aburre", dice Roger Ailes, el guru que fabrica la imagen presidencial de Bush.
Y los norteamericanos no tendr¨¢n m¨¢s remedio que soportar el debate, ya que hasta la cadena de televisi¨®n NBC, despu¨¦s de dudarlo, interrumpir¨¢ la retransmisi¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l, por cuyos derechos exclusivos ha pagado 300 millones de d¨®lares. Los dos candidatos llegar¨¢n a m¨¢s ciudadanos que la suma de todas sus actuaciones y m¨ªtines de toda la campa?a. Para millones, ser¨¢ la primera ocasi¨®n de conocer a estos dos pol¨ªticos, que despiertan escaso entusiasmo entre un electorado satisfecho que, si pudiera, quiz¨¢s volver¨ªa a reelegir a Reagan.
La estrategia de la campa?a de Bush es muy simple. Lleva semanas reduciendo al m¨ªnimo las expectativas del vicepresidente, present¨¢ndole como al David frente al Goliat de Massachusetts, "un profesional universitario del g¨¦nero debate", y que adem¨¢s debati¨® durante dos a?os en la televisi¨®n p¨²blica de Boston en un programa llamado Los abogados. Frente a ¨¦l, cualquier cosa, salvo un desastre improbable del pobre George, ser¨¢ un ¨¦xito. Y a poco que quede por igual o unas cent¨¦simas por debajo, ya habr¨¢ ganado.
Expectaci¨®n
Los dos candidatos han dedicado la mayor parte de la semana a prepararse y no cabe esperar un triunfo por KO de ninguno de ellos. Han respondido en los ensayos a todas las preguntas posibles, que formular¨¢ un panel de tres periodistas famosos de la televisi¨®n, y el formato del programa es muy protector. No pueden interrumpirse mutuamente ni preguntar directamente al contrario. Tendr¨¢n dos minutos para responder a cada pregunta y contar¨¢n con un minuto de r¨¦plica.No habr¨¢ declaraciones preliminares, pero s¨ª un minuto de cierre para cada uno. Se corre el peligro de que este enfrentamiento, para el que existe una expectaci¨®n de final de liga de b¨¦isbol o Derby de Kentucky, pueda acabar en un intercambio de dos robots programados con frases precocinadas, sin ninguna espontaneidad. En cualquier caso, es una oportunidad de oro -habr¨¢ una segunda a mediados de octubre en Los ?ngeles- para ver a los dos aspirantes a dirigir el mundo libre sin chuletas -est¨¢n prohibidas las notas- y sin leer un texto en el teleprompter.
El ex subsecretario del Tesoro Richard Darman ha hecho el papel de Dukakis en los entrenamientos que el vicepresidente ha realizado esta semana en su residencia de Washington. Robert Barnett, que hizo ya de Bush para Geraldine Ferraro en 1984 ha servido de sparring a Dukakis en Boston. Al vicepresidente le han recomendado que baje el tono de voz, que tiene una tendencia al falsete agudo, muy desagradable en televisi¨®n, y que hable lentamente.
Roger Ailes, que trata al candidato igual que si fuera un actor, una materia prima que hay que vender, le ha llegado a chillar a Bush en los ensayos: "Otra vez esas jodidas manos" para corregir el exceso de movimiento de sus brazos. Ailes fue llamado por Nancy Reagan para salvar al presidente tras su desastroso primer debate con Walter Mondale en 1984. Tambi¨¦n le repiten a Bush que no intente ser gracioso, porque no se le da bien, y que controle una risita tonta que suele prodigar. Que no improvise y se atenga al gui¨®n estudiado. Y, sobre todo, que no salga del debate diciendo, como hizo en 1984 tras discutir con Geraldine Ferraro, "ya hemos dado una patada a otro culito".
Maquillaje
Dukakis es demasiado moreno para la televisi¨®n y su maquillaje esta campa?a est¨¢ siendo un desastre. En 1960, en el ya legendario debate Kennedy-Nixon, la transpiraci¨®n de ¨¦ste y su rostro perpetuamemte mal afeitado -el gobernador de Massachusetts tambi¨¦n tiene este problema- le cost¨® la victoria, frente a un Kennedy fresco al que nunca le abandonaba el desodorante. Importa sobre todo la imagen que se proyecte m¨¢s que la sustancia. Nixon gan¨® los debates para los que los escucharon en la radio, pero- los perdi¨® en la pantalla de televisi¨®n.Dukakis, con un cuerpo sin hombros, que aguanta una cabeza desproporcionadamente grande, tiene lo contrario que Bush: un cuerpo grande y estirado que refuerza la imagen de cabeza min¨²scula y periforme. El candidato dem¨®crata tiene un discurso funerario, y sus asesores le han recomendado que, por una vez, utilice el humor. El problema es que cuando lo ha intentado en la campa?a ha sido un desastre. Esto s¨®lo lo sabe hacer bien Reagan, que cuando los dem¨®cratas quisieron convertir el tema de su excesiva edad en un problema, le espet¨® a Mondale: "No utilizar¨¦ el tema de la edad para atacar la inexperiencia de mi contrincante".
Los debates se ganan o se pierden seg¨²n el dictamen de la Prensa en las horas siguientes al combate. La disecci¨®n del debate pone de relieve detalles que el p¨²blico no capt¨® al verlo por primera vez. Y los errores son sacados de contexto y magnificados con su repetici¨®n telev¨ªsiva constante. Gerald Ford comprometi¨® su elecci¨®n cuando afirm¨®, en 1976, en un debate con Carter, que el Este de Europa no estaba bajo dominaci¨®n sovi¨¦tica.
Esa frase, machacada cada tarde por los telediarios hasta el d¨ªa de la elecci¨®n y utilizada constantemente por su rival, arruin¨® su campa?a. Es muy importante tambi¨¦n producir a lo largo del debate dos o tres mensajes, de 15 segundos m¨¢ximo, que puedan ser repetidos como p¨ªldoras por la televisi¨®n despu¨¦s y convertirse en el resumen real de 90 minutos de 'discusi¨®n. Quien se apunte m¨¢s mensajes de este tipo es el ganador, porque ser¨¢ lo que se quede en la mente de la mayor¨ªa.
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