El Estado del bienestar
"El derecho de cada cual se define por su virtud, o sea, por su poder", afirma Spinoza en su Tratado pol¨ªtico, como nos recuerda Gabriel Albiac en el art¨ªculo publicado por EL PA?S el 15 de septiembre, con el t¨ªtulo Entre la aguja y el PSOE.Mientras parecen existir fuertes intereses en liquidar un "Estado del bienestar" que la mayor¨ªa de los trabajadores, en Espa?a, no hemos conocido ni disfrutado jam¨¢s, la cara fea del Estado, la tela de ara?a del poder neoautoritario sigue embruteciendo, corrompiendo y destruyendo lo que toca. Esta destructividad se plasma, d¨ªa a d¨ªa, en multiplicidad de grandes y peque?os cr¨ªmenes.
"Lo m¨¢s terrible se aprende en seguida", canta el trovero, lo que puede aplicarse a la desesperada lucidez de los suicidas inocentes, v¨ªctimas de la mil¨ª unos y delfracaso escolar (mentirosa falacia) otros, autoliquidados los primeros, como d¨¦biles y enfermos que son, indignos de la sagrada misi¨®n de servir a la patria y a la OTAN; autoeliminados por selecci¨®n natural los segundos, en la implacable competici¨®n que les imponen esas otras dos instituciones nucleares del orden burgu¨¦s: familia y escuela. Se espera mucho de ellos como proyectos de hombre y deben cumplir.
Y, sin embargo, a pesar de que sabemos todos que tambi¨¦n matan los accidentes laborales, el paro, las c¨¢rceles, la droga, la soledad ruidosa que asola nuestras colmenas urbanas, a pesar o a causa de todo el horror inducido por el sistema, cada vez m¨¢s se respira en la calle el anhelo de muchos por la vuelta a la mano dura, la ley del tali¨®n y la pena de muerte. ?Todav¨ªa quieren m¨¢s!
Desde luego, los que tienen un Estado tan sumamente expeditivo en sus cabecitas, los tres poderes actuando como el rayo de J¨²piter, sin impedimenta leguleya, dudo que tengan nada que ver con la multitudo, guiada por la raz¨®n como por una sola mente, cuyo poder vigilante era para Spinoza el alma de la democracia. Es necesario, por tanto, combatir el irracionalismo a la moda, incluidos los prejuicios racistas y el instinto de exterminio que aflora en cualquier lugar y ocasi¨®n, muchas veces tolerado y hasta fomentado por el poder instituido. Es posible que el fil¨®sofo tenga raz¨®n en su pesimismo de la inteligencia, pero los trabajadores que a¨²n estamos en pie podemos y debemos, en nuestra ignorancia, agarrarnos como a un clavo ardiendo al optimismo de la voluntad. El Estado no es omnipotente. Ah¨ª est¨¢n para probarlo la mujer y hermanas de Santiago Corella, formidables mujeres, erguidas frente al fascismo institucional y al cotidiano de la insolidaridad peque?oburguesa; ah¨ª est¨¢ esa ciudadan¨ªa de Castilla-La Mancha, frente a la cual parecen haberse agotado todos los trucos de ese simp¨¢tico aprendiz de brujo llamado Jos¨¦ Bono. Se mueve por estas tierras ib¨¦ricas mucha gente an¨®nima que "no sabe de agachadas", lo que da pie a la esperanza. Por lo dem¨¢s, Spinoza y Marx siguen vivos y crecer¨¢n.-
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