Cartas boca abajo
AL CONSIDERAR que las cartas de los tres delincuentes portugueses en las que se exculpaba a los polic¨ªas Amedo y Dom¨ªnguez no tienen ning¨²n valor probatorio, la Secci¨®n Tercera de la Audiencia Nacional, que acord¨® ayer denegar la libertad provisional solicitada para esos polic¨ªas en base a tales cartas, reconcilia el sentido com¨²n con el sentido jur¨ªdico. Al desestimar la petici¨®n de la defensa, a despecho de las presiones que rodean el caso (incluida la ins¨®lita intervenci¨®n del fiscal general), el tribunal demuestra la independencia del poder judicial, pieza b¨¢sica del ordenamiento democr¨¢tico. Al rehuir la tentaci¨®n de escurrir el bulto mediante el f¨¢cil expediente de remitir una resoluci¨®n definitiva a la realizaci¨®n de la comisi¨®n rogatoria de autentificaci¨®n de las cartas portuguesas, los juzgadores han demostrado valent¨ªa moral y sentido de la responsabilidad. En conjunto, es el Estado de derecho el que sale fortalecido, y con ¨¦l la credibilidad del sistema de libertades.A lo largo de varios meses, los ciudadanos han ido conociendo los indicios que relacionaban a Jos¨¦ Amedo y Michel Dom¨ªnguez con la organizaci¨®n de los Grupos Antiterroristas de Liberaci¨®n (GAL), grupo de mercenarios responsables de la muerte de 24 personas. Esos indicios fueron sistematizados por el juez Garz¨®n en un sumarlo de gran solidez y coherencia, seg¨²n fue reconocido un¨¢nimemente, incluso por el fiscal general. Esos mismos ciudadanos no acababan de entender que la aparici¨®n de tres cartas con id¨¦ntica redacci¨®n y firmadas por tres de los mercenarios inculpados en el caso y actualmente en prisi¨®n pudieran bastar para demoler ese s¨®lido edificio sumarial. El reconocimiento de Amedo y Dom¨ªnguez por esas tres personas era una pieza, pero no sustancial, del sumarlo, que contiene, como indica el auto de la Sala Tercera de la Audiencia Nacional, "otra serie de testimonios, documentos y pruebas diferentes" que constituyen un cuerpo coherente de "datos objetivos". El tribunal considera que esas cartas, ¨²nica base argumentativa de la petici¨®n de libertad provisional, "carecen de autenticidad y valor probatorio de clase alguna, ni siquiera indiciaria", por lo que no tienen "virtualidad jur¨ªdica" para debilitar la fuerza de las manifestaciones y reconocimientos realizados anteriormente por los tres detenidos portugueses.
Pero el auto supone adem¨¢s un importante acto de afirmaci¨®n de la independencia de los jueces respecto al Ejecutivo, cuya larga mano se hab¨ªa manifestado con estruendo estos d¨ªas. Al ordenar -ampar¨¢ndose en la trascendencia social del asunto- al fiscal encargado del caso que se abstuviera de oponerse a la petici¨®n de los defensores de Amedo y Dom¨ªnguez, el fiscal general del Estado, Javier Moscoso, irrumpi¨® en el procedimiento como un bater¨ªa de rock duro en la capilla Sixtina. El estruendo se dobl¨® de estupor cuando Moscoso aport¨®, como ¨²nica explicaci¨®n de su actitud, el argunento de que las razones que le hab¨ªan llevado a ella eran "complejas". No hac¨ªa falta ser un lince para interpretar que eran razones de peso, pero inconfesables. Ahora bien, el m¨¢s seguro criterio de legitimidad de una acci¨®n humana es que su fundamento pueda hacerse p¨²blico. Y viceversa. La pol¨ªtica de los arcana imperii, prolongada hoy en la moral de la raz¨®n de Estado, empiedra lo peor de la historia de la humanidad.
Pero, precisamente por ello, el auto de ayer cobra el valor de s¨ªmbolo del Estado de derecho en cuanto negaci¨®n de esa moral. Los jueces que han firmado el texto -entre los que no figura el presidente de la Sala Tercera, Juan Manuel Orbe, que por segunda vez en dos meses hubo de ser sustituido en momentos particularmente delicados del procedimiento por haber alegado enfermedad- han actuado con independencia de presiones visibles o invisibles. Al resolver en el sentido que lo han hecho, y en base a la argumentaci¨®n utilizada (renunciando a la v¨ªa f¨¢cil del aplazamiento por criterios formalistas), han demostrado el valor y coherencia moral que han faltado a otros, y han dejado abierto el camino hacia el esclarecimiento total de los hechos, imposible sin un juicio p¨²blico en el que, con las debidas garant¨ªas jur¨ªdicas para los encausados, todos los aspectos de la siniestra trama puedan ser desvelados: puestas boca arriba las cartas que permanecen boca abajo. Todas las cartas.
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