Las prioridades defensivas de EE UU
No pensamos hacer una lista de sistemas armamentistas como quien hace una lista de la compra. Vamos a regirnos por una estrategia para mantener un pa¨ªs fuerte desde el punto de vista militar. Haremos uso de la fuerza cuando sea necesario para proteger, nuestro territorio, a nuestros ciudadanos, nuestros intereses vitales, para cumplir los compromisos contraidos en tratados internacionales y para prevenir agresiones terroristas o responder a ellas.Vamos a invertir los fondos presupuestarios de la Defensa all¨ª donde nuestras necesidades defensivas sean mayores. Vamos a comprar armas que funcionen, a asegurarnos de que los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas cuenten con el equipo, el adiestramiento y el respaldo que necesitan para defender nuestro pa¨ªs, y vamos a despejar la enmara?ada situaci¨®n del Pent¨¢gono.
Por encima de todo vamos a mantener la fortaleza de Estados Unidos porque, como dijo John Kennedy hace 28 a?os, "solamente cuando est¨¦ m¨¢s all¨¢ de toda duda la suficiencia de nuestras armas podremos tener la completa certeza de que no ser¨¢n empleadas". Desde la creaci¨®n de la moderna tecnolog¨ªa de los misiles, hace casi 30 a?os, la defensa de nuestro pa¨ªs ha dependido de la existencia de armas nucleares potentes y capaces de sobrevivir a un ataque. El evitar el estallido de una guerra nuclear es y va a seguir siendo la piedra angular de toda nuestra estrategia de seguridad nacional.
Disuasi¨®n eficaz
Tenemos que contar -y en una Administraci¨®n Dukakis contaremos- con fuerzas estrat¨¦gicas potentes, modernas y vers¨¢tiles, capaces de convencer a cualquier posible adversario de que no tendr¨¢ nada que ganar y s¨ª todo que perder en un ataque contra Estados Unidos, o contra nuestros aliados, o contra nuestros amigos. Y tenemos que hacer todo lo que sea necesario, por medio de la modernizaci¨®n y, en lo posible, por medio del control de armamentos, para asegurarnos un dispositivo de disuasi¨®n eficaz y digno de respeto.
Ahora bien, ?qu¨¦ significa eso en t¨¦rminos concretos? Significa que estoy a favor del proyectil Trident II y que me propongo llevar adelante los planes seg¨²n lo previsto, para crear un contrapeso de los proyectiles de alta precisi¨®n que posee la URSS, y, asimismo, el bombardero Stealth y los proyectiles de crucero avanzados, para contrarrestar las mejoras de la defensa a¨¦rea sovi¨¦tica.
Sobre la cuesti¨®n de la defensa nacional hemos o¨ªdo ¨²ltimamente muchos sinsentidos al se?or Bush, y m¨¢s especialmente en estas ¨²ltimas semanas. Lo cierto es que el programa del Trident II comenz¨® durante la ¨²ltima Administraci¨®n dem¨®crata, e igualmente en lo que se refiere al Stealth. El hecho es que el bombardero B-1 cuesta 27.000 millones de d¨®lares y que sobre ¨¦l pesa el profundo interrogante de si es capaz de realizar la. m¨¢s importante de las funciones para las que fue concebido. El hecho es que los republicanos prometieron en 1980 hacer invulnerables los proyectiles con base en tierra, y hoy, despu¨¦s de haber consumido otros 25.000 millones de d¨®lares y de ocho a?os de mala gesti¨®n republicana, nuestros ICBM son m¨¢s vulnerables de lo que lo eran en 1980.
De modo, pues, que es hora ya de acabar con las cortinas de humo y los juegos de espejos de los republicanos a prop¨®sito de la seguridad nacional.
El MX, que nos hace pensar en Pearl Harbor por la forma de instalarlo que se ha elegido, no es la respuesta. En esas plataformas sobre ra¨ªles, es como un pato sentado. El concepto estrat¨¦gico del Midgetman es acertado, pero considero cuestionable la utilidad de gastar 40.000 o 50.000 millones de d¨®lares en la construcci¨®n de otras 500 cabezas que ir¨¢n instaladas en proyectiles con base en tierra, que cuestan el triple que la misma cifra de cabezas para proyectiles con base en submarinos. Por eso me propongo buscar, conjuntamente con el Congreso, una f¨®rmula sensata y de coste aceptable para el mantenimiento de la eficacia del brazo terrestre de la tr¨ªada estrat¨¦gica.
Pero, al igual que hemos de modernizar y mantener un aparato eficaz de disuasi¨®n, hemos de negociar con vistas a mejorar la eficacia del aparato de disuasi¨®n que tenemos ahora. Y negociar no como fin en s¨ª mismo, sino porque el hacerlo conviene a nuestra seguridad nacional. Negociar para limitar la capacidad sovi¨¦tica de construir armas nuevas y m¨¢s peligrosas, la capacidad para seguir multiplicando su arsenal de cargas nucleares y para aumentar sistem¨¢ticamente los costes y peligros de la carrera armament¨ªstica nuclear.
El acuerdo INF ha sido un buen punto de partida, pero s¨®lo es un punto de partida. Y, a diferencia de Ronald Reagan, George Bush no parece haberlo entendido. Pretende arrinconar las negociaciones START sobre armas estrat¨¦gicas. Yo digo que deber¨ªamos profundizar en la l¨ªnea del progreso alcanzado por Reagan y Gorbachov. Considero que va en inter¨¦s nuestro forjar un acuerdo, un acuerdo mutuo, equilibrado y verificable, por el que se efect¨²en profundas reducciones del armamento estrat¨¦gico sovi¨¦tico. A¨²n entonces tendremos que hacer m¨¢s, porque durante estos ¨²ltimos ocho a?os la URSS ha desplegado m¨¢s de 3.000 cabezas nucleares estrat¨¦gicas nuevas. Y, aun si se firma y ratifica el tratado START, la URSS seguir¨¢ teniendo un n¨²mero de cabezas nucleares apuntando a EE UU igual o superior al que ten¨ªa cuando los republicanos accedieron al Gobierno.
Emplazar a la URSS
Como presidente, quiero emplazar a la URSS a ir m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites del tratado START; a detener el desarrollo de armas nuevas y m¨¢s peligrosas, que amenazan la estabilidad del mundo y nuestra propia seguridad; a dejar de construir nuevos proyectiles de r¨¢pido lanzamiento desde submarinos y capaces de atacar a nuestros bombarderos antes de que puedan despegar; a eliminar todos sus SS-18, que son los proyectiles m¨¢s peligrosos y mort¨ªferos existentes hoy sobre la Tierra. Y emplazar¨¦ a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, como lo han hecho todos los presidentes desde Dwight Eisenhower, salvo uno, a poner fin a las pruebas de armas nucleares.
Y, ahora, ?qu¨¦ decir de la guerra de las galaxias? Pues bien, si vamos a mantener la fuerza de nuestro pa¨ªs, si vamos a aumentar en vez de erosionar la estabilidad del equilibrio nuclear, si vamos a hacer que cuente el presupuesto que invirtamos en la defensa, tenemos que dejar de derramar miles y m¨¢s miles de millones de d¨®lares en ese programa y ponernos a pensar muy en serio qu¨¦ es lo que realmente se trata de conseguir.
Hay a quienes les gustar¨ªa cargarse el Tratado ABM, ampliar al espacio la carrera de armamentos y minar la eficacia del aparato disuasorio que tenemos llevando adelante un plan complicado hasta la fantas¨ªa, cuya finalidad parece cambiar cada pocos meses y cuya viabilidad ha sido puesta en entredicho por la pr¨¢ctica totalidad de la comunidad cient¨ªfica.
Yo tengo otra concepci¨®n. Quiero proteger la seguridad norteamericana, pero no a base de erosionar el Tratado ABM, sino a base de insistir en que la URSS lo cumpla y desmantele el radar de Krasnoyarsk. Solicitar¨¦ al Congreso las partidas presupuestarias para el mantenimiento de un programa de investigaci¨®n sobre medios contra misiles bal¨ªsticos, porque tal programa nos permitir¨¢ contar con una respuesta en caso de que la URSS violara las obligaciones contraidas en el tratado, y nos permitir¨¢ poseer un juicio informado sobre lo que esta tecnolog¨ªa puede y no puede hacer.
?Y qu¨¦ pasa con el se?or Bush y la guerra de las galaxias? Estoy empezando a tener la sensaci¨®n de que una de las razones por las que es tan reacio a abrir un debate sobre ello conmigo es que est¨¢ muy ocupado debatiendo la cuesti¨®n consigo mismo.
Un d¨ªa quiere acelerar la SDI. Al d¨ªa siguiente no quiere. Pero, aun si lo admite, si seguimos gastando miles de millones en el programa -que en eso est¨¢ el se?or Bush-, ¨¦l dice que vamos a tener que recortar presupuesto por alguna otra parte, pero no dice d¨®nde. Pero la verdad es que ya lo sabemos.
Est¨¢n reduciendo presupuestos que afectan al personal y a material militar, como carros de combate, helic¨®pteros; ya est¨¢n reduciendo la flota. Estamos, pues, pagando un precio que no se expresa en cifras, sino en seguridad, cuando hacemos lo que el se?or Bush quiere que hagamos, esto es, seguir comprando sin planificaci¨®n, seguir firmando cheques en blanco al Pent¨¢gono sin fijar prioridades ni abordar decisiones dif¨ªciles, seguir como siempre en vez de hacer que el Pent¨¢gono busque de verdad el rendimiento en seguridad de todo el dinero invertido.
Europa central
Hoy, solamente el 55% de los reservistas voluntarios del Ej¨¦rcito tienen preparaci¨®n para el combate. El retraso que se lleva en el mantenimiento esencial del Ej¨¦rcito y de la Fuerza A¨¦rea es mayor ahora que al comienzo de esta Administraci¨®n. Y, si ma?ana entrar¨¢mos en guerra, nos faltar¨ªan 7.000 m¨¦dicos y 3 1.000 enfermeras en las Fuerzas Armadas. Puede ser, sin embargo, que a los republicanos eso no les preocupe. Quiz¨¢ es que el trabajo que hacen los m¨¦dicos militares no sea muy lucido, pero para el soldado y el marinero y el aviador y el infante de Marina es algo de suma importancia.
En Europa central el peligro m¨¢s grave que hoy afrontamos es la ventaja de dos a uno que nos lleva el Pacto de Varsovia en fuerzas de carros de combate modernos. Y aun as¨ª, los republicanos han cortado ya nuestra producci¨®n de tanques, y todav¨ªa quieren recortarla el a?o que viene casi a la mitad. Y, despu¨¦s de ocho a?os de gobierno, todav¨ªa no han sido capaces de desplegar un misil anticarro que pueda con los modernos blindados sovi¨¦ticos.
Un reciente documento del Gobierno estima que hasta un 85% de los soldados de infanter¨ªa que emplearan las actuales armas anticarro para hacer frente a un ataque sovi¨¦tico en Europa morir¨ªan despu¨¦s de haber disparado la primera andanada, y que los proyectiles rebotar¨ªan contra la armadura de los tanques de combate sovi¨¦ticos.
Lloyd Bentsen y yo vamos a mantener un alto nivel de producci¨®n de carros e invertir en las nuevas tecnolog¨ªas que vamos a necesitar para detener a los carros de combate sovi¨¦ticos.
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