J¨²bilo en EE UU tras el lanzamiento del 'Discovery'
Estados Unidos contuvo ayer el aliento durante ocho largos minutos y 52 segundos, el tiempo que el transbordador espacial Discovery tard¨® en entrar en ¨®rbita devolviendo a los norteamericanos al espacio. Exactamente a las 11.37 horas de la ma?ana (16.37 de la tarde en Espa?a), con 98 minutos de retraso, una nube de gases, seguida de una llamarada naranja cegadora y de un ensordecedor bramido que hizo temblar la tierra en cabo Ca?averal, romp¨ªa el maleficio de la cat¨¢strofe del Challenger.
Han tenido que pasar 32 dif¨ªciles meses para que los astronautas del pa¨ªs que puso el primer hombre en la Luna vuelvan a explorar el espacio. "Wow, Ha sido una larga espera", afirm¨® emocionado el administrador de la NASA James Fletcher dirigi¨¦ndose a los t¨¦cnicos del centro de control del Centro Espacial Kennedy que no pudieron contener las l¨¢grimas. "La naci¨®n os debe mucho. Enhorabuena por un trabajo bien hecho". El presidente, Ronald Reagan, llam¨® enseguida a los cinco nuevos h¨¦roes americanos, los tripulantes del transbordador.La ascensi¨®n del monstruo tecnol¨®gico formado por el transbordador, los dos cohetes propulsores y el gigantesco dep¨®sito de combustible (m¨¢s de dos millones de kilos) impulsados por una fuerza similar a la de 22 presas Hoover (la m¨¢s grande de EEU U), fue perfecta. A los 45 segundos de subida en curva a trav¨¦s de un cielo azul, el Discovery se perdi¨® en las dispersas nubes del cielo de Florida. Periodistas y t¨¦cnicos de la agencia espacial se preguntaban nerviosos: "?Ir¨¢ todo bien?".
Inconsciente colectivo
En el inconsciente colectivo se recordaba que fue a los 72 segundos de vuelo cuando el Challenger explot¨® el 28 de enero de 1986, destrozando el sue?o espacial americano y conmocionando a un pa¨ªs que cedi¨® el puesto n¨²mero uno en el cosmos a la URSS. Pero inmediatamente, el control de vuelo anunci¨® que todo iba bien. A los dos minutos, los dos cohetes propulsores de combustible s¨®lido -los que causaron la tragedia del ¨²ltimo transbordador- se desprendieron del Discovery y ca¨ªan al Atl¨¢ntico.Los primeros nueve minutos del vuelo son cruciales. Es el espacio de tiempo durante el cual la nave, que cuesta 2.000 millones de d¨®lares, sufre las tensiones m¨¢s fuertes y navega pegada a tres potenciales bombas: el tanque externo y los dos cohetes propulsores. Pasado ese tiempo, el Discovery se despeg¨® del dep¨®sito naranja de combustible l¨ªquido, que cay¨® en el Pac¨ªfico, para entrar en una ¨®rbita a 250 kil¨®metros de altura. Y sus motores se apagaron. Ya estaba en el espacio. Cada 90 minutos, hasta el pr¨®ximo lunes, da una vuelta a la tierra.
Si las cosas se tuercen a partir del minuto noveno -fallo doble en los motores (lleva tres) del transbordador- los astronautas tendr¨ªan una posibilidad de escaparse en paraca¨ªdas utilizando un simple pero dudoso nuevo sistema. Si ha pasado m¨¢s tiempo pero todav¨ªa est¨¢n sobre el Atl¨¢ntico, abortar¨ªan la misi¨®n aterrizando en Ben Guerir (Marruecos) o, como segunda alternativa, la base sevillana de Mor¨®n. La NASA ofrec¨ªa ayer aqu¨ª detallados partes meteor¨®logicos de Sevilla.
Con menos 9 minutos en la cuenta atr¨¢s, esta se detuvo para celebrar una curiosa reuni¨®n en la que los dirigentes de la NASA y un responsable por cada contratista del shuttle dieron la luz verde para lanzar. Una decisi¨®n sobre los elementos t¨¦cnicos. Faltaba la madre naturaleza, que hab¨ªa originado vientos excesivamente fuertes durante la ma?ana sobre Cabo Ca?averal, obligando a incumplir la hora prevista de despegue (las 09.59, 14.59 hora peninsular). Y por fin los globos meteorol¨®gicos dec¨ªan que era go (adelante) por parte de los vientos.
Veintiun segundos antes del despegue, una catarata de 1,2 millones de litros de agua fue lanzada contra la plataforma, debajo del transbordador, para atenuar la vibraci¨®n y el posible da?o a la nave y a la carga provocado por el ruido de los motores. Es un sistema de supresi¨®n de sonido y no de enfriamiento.
El circo de los medios de comunicaci¨®n acamp¨® durante toda la noche a cinco kil¨®metros de la plataforma de lanzamiento, frente a una laguna de agua salada. Las luces de las televisiones -todos los grandes presentadores se trasladaron a cabo Ca?averal para retrasnmitir en directo- iluminaron la noche utilizando la plataforma de lanzamiento y el transbordador como fant¨¢stico decorado.
Un bosque de camiones y furgonetas con las paelleras de transmisi¨®n de las televisiones, tr¨ªpodes, teleobjetivos, y parasoles poblaban el lugar, fijos solamente en un enorme reloj digital que ofrec¨ªa la cuenta atr¨¢s y en la voz gangosa de los t¨¦cnicos del centro de control que llegaba por los monitores de la NASA.
Muchos de los cientos de miles de curiosos que abarrotaban a primeras horas de la ma?ana las playas y las carreteras pr¨®ximas al Centro Kennedy hab¨ªan dormido al borde de la autopista y entreten¨ªan la espera desplegando banderas americanas, friendo hamburguesas, bebiendo cerveza y adquiriendo camisetas del Discovery y gorras de la NASA que avispados ciudadanos vend¨ªan en las cunetas. El ambiente era de patriotismo desatado y las gasolineras del ¨¢rea saludaban a los clientes con carteles que ped¨ªan a los astronautas: "devolvernos el orgullo de ser norteamericanos".
John Travolta, el actor de La fiebre del s¨¢bado noche el cantante country John Denver, 50 congresistas y otras luminarias de la pol¨ªtica, invitados por la NASA al lanzamiento, entreten¨ªan la ma?ana mirando con prism¨¢ticos el lejano transbordador. La agencia espacial hab¨ªa tra¨ªdo a 17.000 invitados en una operaci¨®n de relaciones p¨²blicas vital para salvar su deteriorada imagen.
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