M¨¢s sobre caf¨¦ y docencia
Respondiendo, si se me permite, al editorial Caf¨¦ para todos (v¨¦ase EL PA?S del 24 de septiembre), me pregunto ad¨®nde nos llevar¨ªa ese "considerable zarandeo del sistema educativo espa?ol" postulado por el editorialista. EL PA?S parece tener bien cogida la l¨ªnea de hostigamiento contra la igualaci¨®n de los desiguales, pero para mantenerla hay que despojarse de prejuicios, cosa no siempre f¨¢cil.Lo m¨¢s desalentador, que escapa a la sagacidad del editorialista, es el hecho ocultado por aquel chascarrillo: que tanta gente docente valiosa huya del trabajo lectivo propiamente dicho, huya como del diablo del trabajo con ni?os y adolescentes, buscan cualquier actividad paradocente menos esquilmadora de sus energ¨ªas. He ah¨ª el otro sentido de la palabra zarandeo, que es m¨¢s inquietante en nuestro caso y que tambi¨¦n se le escapa a los editoriales de su peri¨®dico. La escuela, en su origen, equival¨ªa a ocio dedicado al conocimiento. Hoy el trabajo lectivo no interesa: asusta, es demoledor, es cada vez menos gratificante y gratificado.
En cuanto a la calidad de la ense?anza (etiqueta expresiva en estado comatoso deplorable), es archiconocido que depende menos de los maestros que de una constelaci¨®n de causas. Arquitectos escolares, m¨¦dicos y psic¨®logos, equipos de asistencia social, cooperaci¨®n familiar, instrumental definido y abundante, horarios docentes menos obsoletos, inteligencia en la gesti¨®n de los centros; en suma, m¨¢s agentes. Resulta una obviedad decir que los maestros, en todo tiempo y lugar y saz¨®n pol¨ªtica, hacen lo que se les pide y no hacen lo que se les proh¨ªbe. Una maquinaria compleja los utiliza como pieza mec¨¢nica que no puede evitarse todav¨ªa. Esa maquinaria decide hasta qu¨¦ punto los ni?os y adolescentes son interesantes por s¨ª mismos. Y los maestros ejecutan sus mandatos. Lo que afirmaba B. Russell de la prensa: "Es como el p¨²blico quiere que sea; y el p¨²blico quiere peri¨®dicos malos porque han recibido una educaci¨®n mala". Lo mismo puede decirse de los maestros.
Y en eso estamos. Una vertiginosa legi¨®n de Rambos resplandecientes quebranta la armon¨ªa de los centros educativos y anula el suave foco cultural que de ellos irradia. Ustedes y sus vapuleos peri¨®dicos y pulpiterinos contra los docentes de tiza y garganta no pueden conseguir que las lagunas educacionales de otros sectores se endosen en el debe de los maestros.-
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