Pat¨¦ticos criminales
PIENSA LA polic¨ªa, apoy¨¢ndose en las declaraciones de los testigos, que las tres personas que asaltaron ayer unas oficinas de expedici¨®n del documento nacional de identidad (DNI) en Madrid, donde asesinaron a un agente, pertenecen a los GRAPO, organizaci¨®n terrorista cuya siniestra fama se debe m¨¢s a la crueldad e irracionalidad de sus acciones que a los objetivos en nombre de los que pretender¨ªa justificar aqu¨¦llas.. V¨ªctimas de la alucinaci¨®n que los hace verse como el centro de todo lo que ocurre, el empe?o principal de los GRAPO es, desde hace a?os, convencerse a s¨ª mismos de que el dolor que vienen sembrando en sus peri¨®dicas reapariciones es no s¨®lo conveniente, sino necesario, inevitable. Sin embargo, basta repasar la lista concreta de las acciones firmadas en los ¨²ltimos meses por esas siglas -que cuentan ya en su memoria con haza?as como el atentado de la cafeter¨ªa California, de Madrid: nueve muertos, decenas de heridos- para comprobar hasta qu¨¦ punto es enorme la distancia entre la alucinaci¨®n y la realidad.
Los GRAPO, como ETA y ciertas organizaciones mafiosas de la Italia meridional, vienen haci¨¦ndose notar ¨²ltimamente por sus extorsiones econ¨®micas a industriales. Con el producto de su extorsi¨®n financian atentados. Para realizar esos asesinatos que den credibilidad a sus exigencias de dinero necesitan armas, coches, documentaciones falsas. Con el objeto de proveerse de estas ¨²ltimas asaltaron ayer unas oficinas custodiadas por dos polic¨ªas nacionales. Mataron a uno de ellos. Para los terroristas, el valor de una vida humana equivale aproximadamente al de unos cuantos carn¨¦s en blanco. Imprescindibles para seguir extorsionando y asesinando.
Los activistas de los GRAPO no son menos criminales que los de ETA, pero s¨ª m¨¢s pat¨¦ticos. Reducidos a la condici¨®n de profetas de s¨ª mismos, abandonados incluso por una parte de los presos que cumplen condena por sus relaciones con la organizaci¨®n, los miembros activos de los GRAPO no pasan seguramente de unas pocas personas, unidas entre s¨ª por los v¨ªnculos de sangre que crea la frecuentaci¨®n de la muerte violenta. La polic¨ªa considera que los asaltantes de ayer y su c¨®mplice son las mismas tres personas que lograron darse a la fuga hace mes y medio en Asturias tras herir a un polic¨ªa. Y si bien es cierto que para matar no hace falta otro requisito que la falta de escr¨²pulos, el aislamiento y extrema debilidad del grupo dejan abierto el interrogante sobre la competencia de unos servicios de informaci¨®n incapaces de acabar de una vez con tan siniestras siglas.
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