Dieta
En el plazo de unos d¨ªas, dos premios literarios que suscitaban expectaci¨®n (el Iberia, dotado con 10 millones de pesetas, y el veterano S¨¦samo) han sido declarados desiertos:Habr¨¢ a quien estos resultados le parezcan una transcripci¨®n del bajo nivel en que se encuentra la creaci¨®n escrita, pero no es esto. 0 no es esto lo principal.
En primer lugar, lo que ambos jurados rigurosos se han propuesto no es manifestarse sobre la calidad de los originales presentados, sino, especialmente, sobre la calidad de los premios. Y de paso, sobre su propia calidad profesional.
La nueva literatura espa?ola disfruta de un buen momento de ventas, y aunque siempre se puede mejorar, no hay gran preocupaci¨®n en este aspecto. Los autores podr¨ªan recibir numerosos premios, incluso extranjeros, sin que pareciera una barbaridad. La inquietud planea menos sobre los autores que sobre la conciencia de los cr¨ªticos.
Los cr¨ªticos est¨¢n intranquilos consigo mismos, y probablemente tambi¨¦n insatisfechos del protagonismo que les viene correspondiendo en el panorama general. En principio, un premio desierto dice algo negativo sobre los originales presentados y sobre la capacidad de convocatoria de la editorial. Pero dice algo tan positivo sobre la categor¨ªa moral de los que forman el jurado y los patrocinadores que puede compensar de sobra.
Con el premio vac¨ªo se promueve la fe en la cr¨ªtica que no se pronuncia (por rigor) y la confianza en la editorial que no edita (por dignidad). Y tras estos gestos, el futuro comienza a parecer verdadero. Los autores que en adelante publiquen en tal editorial, los elogios que reciba una obra, el galard¨®n que m¨¢s tarde se conceda, ganan en aura y credibilidad. Cualquiera entiende perfectamente esta ascesis por el camino del desierto. No premiar es una dieta que el cr¨ªtico, rebull¨¦ndose en la promiscuidad del banquete, ha decidido administrar y administrarse para mejorar la salud ambiental y su silueta.
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