Posibilidades de la democracia
?Es preciso reflexionar desde ahora mismo acerca del futuro del Chile que acaba de rechazar la dictadura? S¨ª, es preciso, porque la urgencia es grande y el porvenir incierto. Pero, en cualquier caso, nuestra reflexi¨®n ha de ir animada y guiada por el recuerdo de los sufrimientos soportados por aquellos, desde los dirigentes m¨¢s conocidos a los m¨¢s pobres pobladores, perseguidos por la polic¨ªa, reducidos a la miseria, torturados y asesinados, cuyo sacrificio debe permanecer vivo, no s¨®lo en nombre de la solidaridad o del reconocimiento, sino porque nunca podr¨¢ olvidarse que la dictadura ha aplastado a los pobres, ha suprimido las libertades p¨²blicas y ha despreciado la vida intelectual. La liberaci¨®n no puede, por tanto, limitarse al restablecimiento de las instituciones democr¨¢ticas. Es preciso que tal liberaci¨®n signifique tambi¨¦n el rechazo de una pol¨ªtica que ha acrecentado las distancias entre ricos y pobres, y dividido en dos a una naci¨®n chilena hasta entonces relativamente integrada, divisi¨®n que hoy aparece inscrita en el espacio por el contraste brutal entre barriadas pobres y zonas residenciales.Ciertamente, ning¨²n protagonista, ning¨²n observador del renacimiento de la democracia chilena puede ignorar que el Ej¨¦rcito detenta un formidable poder de veto, que es preciso separar a ese mismo Ej¨¦rcito de su jefe derrotado y convencerle para que acepte una transici¨®n democr¨¢tica capaz de desembocar, dentro de unos pocos meses, en unas elecciones libres. No es esta, pues, la hora de la venganza, y menos a¨²n la de la vuelta a un pasado que ya queda demasiado lejano en el tiempo para los m¨¢s j¨®venes de la poblaci¨®n. Es la hora de comenzar a construir una sociedad democr¨¢tica. Pero este objetivo no puede reducirse a la simple preparaci¨®n de unas elecciones libres: Chile debe revestirse con una piel nueva e inventarse un futuro.
Populismo revolucionario
Ya no es posible retornar a un populismo revolucionario que contin¨²e, con m¨¦todos civiles, la pol¨ªtica econ¨®mica de la dictadura. Chile debe convertirse, de forma acelerada, en un pa¨ªs moderno, es decir, con un fuerte crecimiento t¨¦cnico y econ¨®mico y con una s¨®lida integraci¨®n social. La primera diferencia que se percibe entre los nuevos pa¨ªses industrializados de Asia y las naciones relativamente modernas de Am¨¦rica Latina es que la distancia entre ricos y pobres es mucho mayor en las segundas que en los primeros y, lo que es peor todav¨ªa, que en el transcurso de los ¨²ltimos veinte a?os esta distancia no ha hecho sino acrecentarse, lo que hace que haya disminuido la capacidad de integraci¨®n social al tiempo que se ha incrementado la masa de los marginados.
El fundamento de la democracia no es siempre la reducci¨®n de las desigualdades, como lo demuestra el ejemplo de Corea, pero es la condici¨®n para que se produzca un nuevo desarrollo econ¨®mico sin el cual la democracia ser¨ªa fr¨¢gil.
El problema que ha de afrontar Chile despu¨¦s del 5 de octubre es c¨®mo poner en marcha, lo m¨¢s, r¨¢pidamente posible, una soluci¨®n pol¨ªtica que permita un cambio en la orientaci¨®n del pa¨ªs, tratando de evitar que se produzca una ruptura con el Ej¨¦rcito, cuya influencia ha aumentado d¨ªa a d¨ªa en el r¨¦gimen del general Pinochet, a quien la Constituci¨®n garantiza a¨²n el poder durante unos meses. El problema ser¨ªa menos complicado de resolver de lo que pod¨ªa parecer la v¨ªspera del plebiscito, porque dif¨ªcilmente el r¨¦gimen soportar¨¢ la derrota del que hasta entonces hab¨ªa sido due?o absoluto del pa¨ªs. A lo largo de los ¨²ltimos a?os, pol¨ªticos de la derecha ya han marcado distancias con el r¨¦gimen y, lo que es m¨¢s importante, no se ha constituido ninguna fuerza pol¨ªtica de masas que apoye a la dictadura. ?Es posible imaginar que, Pinochet, rechazado por la mayor¨ªa, pueda seguir dirigiendo el pa¨ªs, con el riesgo de que el Ej¨¦rcito se exponga a enfrentamientos directos con la poblaci¨®n civil? El inter¨¦s general, en consecuencia, es organizar cuanto antes elecciones presidenciales y parlamentarias. Los partidarios del r¨¦gimen no tendr¨¢n ocasi¨®n as¨ª de apiadarse de su jefe derrotado, porque deber¨¢n consagrar todos sus esfuerzos a constituir un partido conservador, dif¨ªcil de organizar, o a buscar un equivalente de lo que represent¨® Su¨¢rez en Espa?a. Por su parte, la oposici¨®n no podr¨¢ contener las reivindicaciones sociales m¨¢s que intentando acelerar la reconstrucci¨®n de las instituciones democr¨¢ticas. Parece entonces menos probable que aparezca una fuerte resistencia del r¨¦gimen o del Ej¨¦rcito, como creen muchos observadores. La victoria del no no puede desembocar en nada que no sea el recambio r¨¢pido de la dictadura por dirigentes elegidos por el pueblo. Quienes buscaran la prolongaci¨®n del r¨¦gimen dictatorial derrotado arrojar¨ªan al pa¨ªs a la violencia sin m¨¢s.
Sombr¨ªo per¨ªodo
Acaba de terminar un sombr¨ªo per¨ªodo, pero esto no significa que sea un par¨¦ntesis m¨¢s que se cierra, como si pudiera restablecerse la continuidad con la ¨¦poca anterior a 1973. La mitad de la poblaci¨®n chilena no ha votado nunca, y aunque Salvador Allende es una figura consagrada para todos los defensores de la democracia, son pocos los que desean que vuelva la Unidad Popular o el Gobierno democristiano de Eduardo Frei.
Lo que obliga tambi¨¦n a mirar hacia el futuro y no volver la vista al pasado es que la vuelta de la democracia a Chile se opera en una Am¨¦rica Latina muy d¨¦bil pol¨ªticamente, en la que los nuevos reg¨ªmenes democr¨¢ticos est¨¢n abrumados por el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica. Mientras que hace cinco a?os la cuesti¨®n de la democracia se impon¨ªa a todos como objetivo central y casi ¨²nico, hoy existe la conciencia generalizada de que no es posible separar democratizaci¨®n y crecimiento econ¨®mico, y que lo que une a ambos conceptos es la necesidad prioritaria de reducir las desigualdades sociales. Chile est¨¢ en una buena situaci¨®n, para llegar a ser el pa¨ªs inventor de una socialdemocracia a la latinoamericana, as¨ª como para mostrar a Argentina y a Brasil la v¨ªa al relanzamiento econ¨®mico. En el otro extremo del continente, el neocardenismo mexicano parece que se orienta en la misma direcci¨®n. La victoria del no en Chile no marca solamente la vuelta del pa¨ªs a la esperanza y a la alegr¨ªa, sino que puede anunciar tambi¨¦n una era de progreso para una parte importante del continente latinoamericano.
Pero que esta preocupaci¨®n por el futuro no nos desv¨ªe ni de la alegr¨ªa ni de la tristeza del momento presente. Alegr¨ªa por la dignidad recuperada y por la libertad reafirmada; tristeza en recuerdo de todos aquellos que han pagado con su vida la resistencia a una dictadura violenta. Que el recuerdo de los sufrimientos padecidos por tantos chilenos sea una fuerza al servicio de la reconstrucci¨®n de un pa¨ªs admirable por tantas razones y que, en estos momentos, acaba de probar que merece devolver a su lugar al frente de la naci¨®n a aquellos que creen en la democracia, en la integraci¨®n nacional y en la justicia social.
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