La continuidad frente a un t¨ªmido cambio
El autor sostiene en esta segunda parte so bre las elecciones presidenciales norteamericanas que la gran diferencia entre Bush y Dukakis estriba en la ¨¦tica para la atenci¨®n de los servicios p¨²blicos. La complejidad de la pol¨ªtica estadounidense obliga a ambos a realizar concesiones al electorado situado a su derecha o a su izquierda, en una campa?a donde tienen un papel los candidatos a la vicepresidencia.
Centr¨¦monos ahora en lo que representan los candidatos: Bush es claramente la continuidad de la pol¨ªtica y las actitudes de Reagan -impuestos bajos, elevados presupuestos militares, una benigna negligencia en las funciones normativas federales en materias como la seguridad nuclear y los problemas del medio ambiente y de los servicios p¨²blicos y en la exigencia del complimiento de las leyes que amparan los derechos civiles-. Es posible que preste un poco m¨¢s de atenci¨®n a los problemas de la educaci¨®n y el medio ambiente de lo que lo ha hecho Reagan, pero ni con mucho la suficiente como para compensar el gran da?o causado por ¨¦ste durante los ¨²ltimos ocho a?os. Continuar¨¢ arrop¨¢ndose con la bandera nacional, exaltando las virtudes de la oraci¨®n en la escuela, la jura de la bandera y la virtud de la buena y tradicional familia estadounidense; seguir¨¢ tratando a Centroam¨¦rica como el patio trasero de Estados Unidos. Puede que aspire a lograr unas modestas reducciones en el d¨¦ficit nacional.El aspirante a la vicepresidencia en la candidatura de Bush, el senador Dan Quayle, representa el conservadurismo puro, no adulterado y oportunista. Su acci¨®n de alistarse en la Guardia Nacional para eludir el servicio activo en Vietnam es perfectamente comprensible como un ejemplo de oportunismo amoral por parte de una elite econ¨®mico-social. Hacer manifestaciones patri¨®ticas y dejar que los pobres peleen y mueran. Tambi¨¦n es perfectamente comprensible su comentario a los periodistas que le preguntaban sobre su pasado de que si ¨¦l hubiera sabido que "iba a estar en esta situaci¨®n hoy" (o sea, a punto de ser nominado para la vicepresidencia) es posible que hubiera tomado una decisi¨®n diferente en 1961. Ha tratado de establecer su independencia intelectual por la v¨ªa de las declaraciones en pol¨ªtica militar resultando m¨¢s halc¨®n que el propio Bush.
Eficacia econ¨®mica
Como nominado dem¨®crata para la presidencia, el gobernador Dukakis representa una eficiencia econ¨®mica, una administraci¨®n cuidadosa de los recursos y un uso moderado del poder gubernamental en favor de los pobres. As¨ª, ha aludido repetidamente al hecho estad¨ªstico de que en los ¨²ltimos ocho a?os, dentro de un contexto de prosperidad general y un alto grado de empleo, los ricos se han hecho m¨¢s ricos, y los pobres, m¨¢s pobres. Casi con toda seguridad, reducir¨ªa el despilfarro y la corrupci¨®n del contratante Pent¨¢gono; nombrar¨ªa para las comisiones legislativas a personas que estar¨ªan al servicio de los intereses p¨²blicos en lugar de estar al servicio de los de las empresas privadas; tratar¨ªa a Latinoam¨¦rica, y a las peque?as naciones en general, con mayor respeto de lo que lo ha hecho Reagan. Por otro lado, representa un cierto nacionalismo econ¨®mico -recuperando puestos de trabajo y mercados para la industria estadounidense-. Y, tambi¨¦n se ha desplazado hacia la derecha en sus conceptos militares.
En cuanto al sector del acero, al automovil¨ªstico, al textil ya los trabajadores de las industrias de maquinaria para el hogar, los dem¨®cratas se sienten tentados a buscar los votos sobre la base de proteger la industria de Estados Unidos de la competencia exterior.
El aspirante a la vicepresidencia en la candidatura del gobernador, el senador Lloyd Bentsen, de Tejas, es econ¨®mica y pol¨ªticamente tan conservador como Reagan y Bush. Fue elegido por el motivo t¨¢ctico de que personalmente es muy respetado y por haber derrotado en una ocasi¨®n a George Bush en una elecci¨®n estatal. Tambi¨¦n fue elegido por motivos estrat¨¦gicos de mayor alcance. Ha defendido en estos ¨²ltimos a?os la legislaci¨®n de derechos civiles, aline¨¢ndose por ello con la parte m¨¢s tolerante de la elite de los blancos del Sur. Al mismo tiempo, su fortuna, sus corteses maneras y su pol¨ªtica conservadora garantizan que, en caso de que Dukakis llegara a verse incapacitado, la Administraci¨®n dem¨®crata no caer¨ªa en manos de populistas radicales.
En el reciente debate televisado habl¨® con m¨¢s franqueza que Dukakis y Bush sobre los problemas de d¨¦ficit. Existen varias inc¨®gnitas importantes que ilustran la complejidad de la pol¨ªtica estadounidense. As¨ª, por ejemplo, hay millones de potenciales votantes negros o hispanos que, o no est¨¢n registrados en el censo electoral, o se abstienen de ejercer su voto ampar¨¢ndose en el sentimiento de que las elecciones no les conciernen. Es un hecho constante el que, proporcionalmente hablando, las personas m¨¢s pr¨®speras y cultivadas ejercen m¨¢s su derecho al voto que los pobres. Tan s¨®lo un 51% de la poblaci¨®n hispana ha terminado la ense?anza media, y el porcentaje es a¨²n menor entre los negros. La persona m¨¢s capacitada para conseguir un incremento en la inscripci¨®n en el censo electoral y en el n¨²mero de votantes de estas minor¨ªas es, desde luego, el reverendo Jesse Jackson. Al mantener las distancias con ¨¦ste, Dukakis parece estar calculando que los nuevos votos que pudiera aportarle una campa?a activa por parte de Jackson podr¨ªan ser menos numerosos que los votos blancos que perder¨ªa por reacci¨®n.
Los problemas reales
Otro importante factor desconocido es c¨®mo responder¨ªan los votantes si Dukakis abogara por un detallado y positivo programa legislativo para hacer frente a los problemas reales: saneamiento del medio ambiente; reconstrucci¨®n de la desatendida escuela, de las carreteras, los ferrocarriles y las redes de aeropuertos; problemas de salud p¨²blica, consumo de drogas, costes m¨¦dicos m¨¢s all¨¢ de las capacidades de financiaci¨®n de la mayor parte de los ciudadanos. Podr¨ªa mostrar con ello una capacidad de liderazgo que atraer¨ªa a muchos electores aunque en el fondo no estuvieran de acuerdo con sus propuestas espec¨ªficas. Pero el hecho de preconizar la soluci¨®n de esos problemas tambi¨¦n le enajenar¨ªa a los numerosos votantes que se oponen a todos los grandes gastos federales excepto los destinados a la defensa. Queda todav¨ªa otra importante inc¨®gnita: el efecto final de las insinuaciones sobre el patriotismo de Dukakis y su mujer, o la alusi¨®n tipo McCarthy que de ¨¦l se hace afirmando que es "un miembro con carn¨¦ de la Uni¨®n de Libertades Civiles", o la supuestamente jocosa referencia del presidente Reagan motej¨¢ndole de inv¨¢lido. ?Ser¨¢n los efectos predominantes de tales t¨¢cticas el crear dudas duraderas sobre las capacidades de Dukakis o ser¨¢n vistas esas calumnias por millones de votantes como indignas de un hombre que aspira a ser presidente? Yo he vivido durante 60 a?os en EE UU y no estoy del todo seguro de si tales insinuaciones perjudicar¨¢n o ayudar¨¢n a la candidatura de Bush.
Volviendo ahora a la pregunta de cu¨¢les ser¨ªan las diferencias entre la presidencia de Bush y la de Dukakis, la principal ser¨¢ de ¨¦tica y competencia en cuanto al servicio p¨²blico. Como resultado tanto de los temperamentos personales como de las estrategias electorales, ambos presidentes en potencia ser¨¢n centristas en sus pol¨ªticas; ambos buscar¨¢n el cambio mediante peque?os incrementos y no mediante iniciativas arriesgadas; ambos hombres est¨¢n muy al corriente de la complejidad real de la sociedad estadounidense y del delicado equilibrio de intereses gracias al cual funciona. Sin embargo, no puedo imaginarme a Dukakis nombrando a Edwin Meese como fiscal del Tribunal Supremo, mientras que la elecci¨®n de Quayle por Bush muestra el tradicional oportunismo republicano.
Hay una raz¨®n decisiva por la cual yo dar¨¦ mi voto personal a Dukakis. Ha llegado el momento de confesar que soy un miembro con carn¨¦ de la Uni¨®n Estadounidense de Libertades Civiles. Durante toda mi vida adulta he cre¨ªdo, que la tradici¨®n angloamericana de las libertades civiles constituye la m¨¢s importante aportaci¨®n del mundo de habla inglesa a la civilizaci¨®n humana. Para Ronald Reagan y George Bush, las libertades civiles (y los derechos civiles) no son la gloria de Estados Unidos, sino m¨¢s bien estorbos que permiten el no enarbolar la bandera, la resistencia de los intelectuales no demagogos y disidentes a las mayor¨ªas conformistas, chovinistas. El ahora famoso veto de Dukakis al proyecto de ley de Massachusetts sobre la jura obligatoria de la bandera es una de las muchas pruebas de que entiende y valora lo que es realmente lo mejor de la tradici¨®n estadounidense.
Es posible que el lector se haya dado cuenta de que apenas he mencionado el tema de la pol¨ªtica exterior. Se debe a dos razones: una es que la pol¨ªtica exterior apenas pasa por las mentes de los electores estadounidenses, a no ser que haya muchos miles de soldados de Estados Unidos en el extranjero, como sucedi¨® en las dos guerras mundiales, en la de Corea y en la de Vietnam; la otra es que puede existir una diferencia importante en cuanto a estilo, un mayor arbolar de la bandera por parte de Bush y una atenci¨®n m¨¢s cuidadosa a las peque?as naciones por parte de Dukakis. Pero ambos hombres buscan relaciones conciliadoras y cautelosas mientras defienden los tradicionales intereses estrat¨¦gicos y de prestigio de EE UU.
Un interesante matiz en los asuntos internacionales es que los enemigos potenciales de Estados Unidos prefieren tratar con una Administracion republicana.
Para concluir, volver¨¦ a ocuparme de los dos factores que creo que determinan b¨¢sicamente la elecci¨®n en la votaci¨®n presidencial:
1. Las percepciones econ¨®micas no se decantan claramente en favor de ninguno de los dos candidatos: por un lado, la gente tiene trabajo y se siente aliviada con el bajo ¨ªndice de inflaci¨®n; por otro, se encuentra muy preocupada por los d¨¦ficit y por la cada vez mayor falta de competitividad de la industria estadounidense.
2. Hasta el momento he visto muy pocas dotes de liderazgo en ambos candidatos. Yo creo que la elecci¨®n recaer¨¢ en el candidato que en las tres semanas que faltan ofrezca la visi¨®n m¨¢s positiva, clara y cre¨ªble de lo que espera hacer cuando sea presidente.
Traducci¨®n: Mar¨ªa del Carmen Ruiz de Elvira.
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