Esc¨¢ndalo final
ENVIADO ESPECIAL, Toreaba Roberto Dom¨ªnguez magn¨ªficamente de muleta a su primero, peque?ajo y regord¨ªo donde los haya, cuando se desencaden¨® la lluvia que hab¨ªa aplazado precisamente esta corrida nocturna desde el s¨¢bado. La cubierta parcial de la plaza canalizaba abundantes desag¨¹es hacia el ruedo cayendo, sobre las rayas del tercio y formando as¨ª numerosos charcos de progresivo caudal. Salt¨® el segundo y mientras que Emilio Oliva toreaba retorcido el aguacero era ya descomunal. El respetable, a cubierto, en los tendidos, observaba at¨®nito el ins¨®lito espect¨¢culo mientras el torero, rodeado de infinitas cascadas, que brotaban del estrenado toldo circular, toreaba por all¨ª y por all¨¢ en los medios, convertidos en isla.
Osborne / Dom¨ªguez, Oliva, Zorita
Dos toros de Osborne, pobres de presentaci¨®n. Roberto Dom¨ªnguez: petici¨®n y vuelta. Emilio Oliva: vuelta. Suspendida la corrida en el 3? la causa de la lluvia. Plaza de Zaragoza, 16 de octubre (por la noche). Octava y ¨²ltima corrida de feria.
Se llevaron al segundo para el desolladero y mientras los matadores y delegados de la autoridad pensaban qu¨¦ decisi¨®n tomar (en este instante el ruedo era todo un lago) el presidente, incomprensiblemente, orden¨® la salida del tercero. As¨ª las cosas, los tres diestros decidieron subir al palco presidencial y en esto andaba el festejo cuando saltando un maduro espont¨¢neo se hart¨® de pegar pases al solitario toro. La plaza le jaleaba, ¨¦l se crec¨ªa. Salt¨® otro espont¨¢neo, tomando la muletilla del primero y recet¨® de su repertorio cuanto le dio la gana. Otro nuevo espont¨¢neo se tir¨® sin poder torear por carecer de trastos.
A punto estuvo despu¨¦s de haber altercado de orden p¨²blico cuando los diestros se retiraban por el callej¨®n. Comenzaron entonces a oirse insultos hacia la empresa y toreros, y alguien del callej¨®n increp¨¢ndose con un espectador, trep¨® a la barrera provisto de un paraguas, a la vez que repart¨ªa mandobles. Forcejeos, agarrones y mediando un picador, con pitillo en boca, tom¨® el susodicho paraguas dobl¨¢ndolo por la mitad, contra el cable de la barrera, tras un fuerte golpe dirigido al espectador.
Tras la algarada se retir¨® el p¨²blico bajo una fuerte lluvia, acompa?ada de rel¨¢mpagos y truenos: todo muy sonoro rondando la media noche, pero con menos decibelios que el may¨²sculo esc¨¢ndalo con que termin¨® la feria.
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