Frivolidades
?Los medios de comunicaci¨®n son el reflejo de la realidad social de un pa¨ªs o la realidad social de un pa¨ªs es consecuencia de los medios de comunicaci¨®n? Fifty, fifty, como dir¨ªa Alfonso Guerra. Las sociedades de mercado suelen dibujar c¨ªrculos viciosos y no se sabe nunca qui¨¦n condiciona el juego, si la oferta o la demanda. Una sociedad aburrida condiciona una demanda de espect¨¢culo que la saque de su aburrimiento, ni siquiera pide una explicaci¨®n a su propio aburrimiento. De ah¨ª que los medios de comunicaci¨®n espa?oles vayan abandonando paulatinamente cualquier tentaci¨®n de an¨¢lisis de la realidad y dediquen todos sus esfuerzos a ense?arnos la cara y el culo de la nueva clase.
Hubo un tiempo en que pod¨ªa delimitarse el territorio de la prensa del coraz¨®n, lo hubo, pero ya no. Todas las publicaciones parecen empe?adas en hacer la competencia a aquellas entra?ables revistas de consultorio de dentista y de barber¨ªa de barrio. En aquellas publicaciones, la materia informativa la pon¨ªan princesas y play boys en traje de noche o en pa?os menores. En las desleales competidoras de hoy d¨ªa, las princesas y los play boys han sido sustituidos por ejecutivos agresivos y agredidos y se?oras traficantes de influencias y divorcios, pero tambi¨¦n en traje de noche o en pa?os menores. Si cuando lleg¨® la transici¨®n, Espa?a se llen¨® de socialistas y de crema de leche, ahora tiene el escaparate repleto de trajes de noche y de lencer¨ªa de seda natural.
Cada cual es muy due?o, y a la vez muy siervo, de publicar seg¨²n se vende y lo grave no es que la Prensa espa?ola se decante hacia el chisme de altura, sino que esa oferta sea la consecuencia de la demanda de una sociedad s¨®lo pendiente de la bragueta del sistema. Cuando los chismes se aplican a des¨®rdenes m¨¢s profundos, como la especulaci¨®n, por ejemplo, se echan al cesto de los chismes fr¨ªvolos. Revolviendo en esos containers te encuentras terrenos recalificados, bragas de seda natural, preservativos con escudo de armas, bocadillos de chorizo y la tarjeta de cr¨¦dito incorrupta del comisario Amedo.
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