Los placeres de la fontaner¨ªa
Este magn¨ªfico ciclo de los lunes sobre la figura incomparable de Ernst Lubitsch finalizar¨¢ la pr¨®xima semana, un tanto arbitrariamente, con la proyecci¨®n de The lady Ermine, pel¨ªcula de 1947 totalmente lubitschiana en tema e intenci¨®n, pero dirigida por Otto Preminger -un Otto Preminger ya con triunfos como Laura o Ambiciosa a sus espaldas-, pues el maestro de las mejores operetas y m¨¢s p¨ªcaras comedias de la historia del cine apenas rodar¨ªa un par de escenas de esa su prevista nueva pel¨ªcula: un sexto y definitivo ataque cardiaco, el 30 de noviembre de aquel a?o, dejar¨ªa al mundo sin Ernst Lubitsch o, como dir¨ªa Billy Wilder en el d¨ªa de su entierro: "Lo que todav¨ªa es peor: sin sus pel¨ªculas".Pese a las prescripciones m¨¦dicas, Ernest Lubitsch nunca abandon¨® sus enormes cigarros, pero si el coraz¨®n le flaqueaba era, antes que por ninguna otra raz¨®n, por su obstinada e infatigable entrega al trabajo.
"En estos ¨²ltimos a?os", dir¨ªa el maestro poco antes de fallecer, "hemos descuidado mucho a la c¨¢mara, no hemos logrado narrar una historia en t¨¦rminos visuales; la palabra hablada es, obviamente, una gran adquisici¨®n que lleva consigo una fuerza considerable, pero el di¨¢logo ha sembrado tal embeleso que hemos acabado por dar la espalda a las grandes posibilidades expresivas del cine mudo".
Fiesta para los ojos
No habr¨ªa debido hablar en primera persona del plural: ¨¦l jam¨¢s dio la espalda al aspecto visual de sus comedias. Su ¨²ltima pel¨ªcula, El pecado de Cluny Brown, que es la que hoy se emite en su ciclo, es una fiesta para los ojos tanto como un fest¨ªn para los sentidos: una nueva obra maestra. Como Renoir en La regla del juego, con socarroner¨ªa de viejo zorro que se sabe todas las artima?as del homo sapiens, Lubitsch se r¨ªe de una sociedad estirada, en este caso la brit¨¢nica, en una cr¨®nica de costumbres que dinamita las clases sociales, sus vicios y sus poses, partiendo de un acontecimiento de la vida cotidiana tan simple como una ca?er¨ªa atascada: la fontaner¨ªa se constituir¨¢ en este filme en su socarrona filosof¨ªa.
Con un equipo de actores diestro (Charles Boyer y Jennifer Jones est¨¢n francamente bien, pero algunos secundarios, como Richard Haydn y Una O'Connor, con sus irreproducibles sonidos guturales, se los meriendan en un periquete), Lubitsch trenza con maestr¨ªa su postrera s¨¢tira.
Maestr¨ªa quiere decir, claro est¨¢, touch, su inconfundible sello. Y su filmografia se cierra antol¨®gicamente con la ¨²ltima escena de esta comedia, con su prodigioso touch, con unas im¨¢genes sin di¨¢logo alguno, elipsis y una aguda iron¨ªa a costa de la literatura y un embarazo. No pudo haber final mejor.
El pecado de Cluny Brown se emite a las 21.20 por TVE-2
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