Modificar algo m¨¢s que el Fondo Monetario Internacional
Desde el punto de vista dominanante, desarrollo equivale a exportaci¨®n, del mismo modo que cultura equivale a importaci¨®n. De afuera, de los grandes centros metropolitanos, vienen, a precios car¨ªsimos, las ideas y los s¨ªmbolos que dan prestigio y poder, mientras en el mercado mundial se venden productos baratos y brazos baratos. El africano Abdulrahman Babu nos cont¨® que Etiop¨ªa, donde un mill¨®n de personas han muerto de hambre, est¨¢ vendiendo carne a Inglaterra. El economista Aloysio Mercadante observ¨® que Brasil es el cuarto exportador mundial de alimentos, pero dos de cada tres brasile?os comen menos de lo necesario.El desarrollo, desarrollo hacia afuera, miente sus feroces contradicciones en los esquemas abstractos y en el fetichismo de los numeritos. Davison Budhoo, que ha renunciado a su alto cargo en el FMI, nos hizo notar los riesgos de la sacralizaci¨®n de ciertos ¨ªndices econ¨®micos, como el producto nacional bruto (PNB). El PNB de Nigeria es, en proporci¨®n a la poblaci¨®n, cuatro veces mayor que el de Tanzania, pero Tanzania tiene menos analfabetismo y menos mortalidad infantil que Nigeria, y tiene m¨¢s expectativa de vida, m¨¢s camas de hospital y m¨¢s mujeres en la Universidad.
El sacerdote jesuita Xabier Gorostiaga nos hizo notar, certeramente, que la violenta y desesperada crisis de Am¨¦rica Central ha estallado en una regi¨®n que desde 1950 hasta 1978 hab¨ªa ostentado los ¨ªndices de crecimiento econ¨®mico m¨¢s altos del mundo. Durante esos 28 a?os Am¨¦rica Central tuvo, en las estad¨ªsticas, el mayor desarrollo regional de toda la historia econ¨®mica de la humanidad. Las estad¨ªsticas lo pasaban de lo m¨¢s bien. La gente, en cambio, muy mal.
La ayuda desayuda
Quien hace al enfermo, vende la medicina. Dudosa medicina esta sangr¨ªa que dice curar la anemia. El remedio es otro nombre de la enfermedad: nuevos pr¨¦stamos pagan los viejos pr¨¦stamos, y la deuda se multiplica misteriosamente. Entre 1973 y 1985, Brasil pag¨® bastante m¨¢s de lo que recibi¨®, pero en 1985 Brasil deb¨ªa nueve veces m¨¢s que en 1973. El Citibank, que tiene el 6% de sus inversiones en Brasil, recibe de Brasil el 25% de sus ganancias mundiales.
En Argentina y M¨¦xico, la mayor parte de la deuda corresponde a un dinero que jam¨¢s entr¨® en esos pa¨ªses. El dinero se desvaneci¨® antes de llegar, por arte de magia, en el camino.
Refiri¨¦ndose a las artes malabares de los banqueros, Paulo Schilling nos describi¨® un t¨ªpico para¨ªso fiscal, la isla de Gran Caim¨¢n, en el mar Caribe, que tiene 21.000 habitantes: all¨ª operan 17.500 empresas financieras multinacionales. Todos los testimonios que hemos escuchado en Berl¨ªn Oeste han coincidido en atribuir plagas y pestes al Fondo Monetario y a su hermano gemelo, el Banco Mundial: ruina de la moneda, ca¨ªda de los salarios y del nivel popular de vida, liquidaci¨®n de la salud p¨²blica y de la educaci¨®n p¨²blica, y aniquilaci¨®n de la naturaleza.
Pero los pa¨ªses ricos suelen usar al FMI para tirar la piedra y esconder la mano, y a menudo los Gobiernos del Tercer Mundo invocan a este sat¨¢nico super padre para justificar su impotencia: "El FMI no nos permite...". Para unos y para otros, el FMI opera como una perfecta coartada.
"Es todo el sistema el que -est¨¢ en proceso, y no s¨®lo sus instituciones financieras", nos advirti¨® Yash Tandon, de Zimbabue. En realidad, el FMI y el Banco Mundial no son m¨¢s que engranajes de un sistema mundial de poder. Ese sistema, que est¨¢ jugando muy peligrosamente a la ruleta rusa de la especulaci¨®n desenfrenada, roba con una mano mucho m¨¢s de lo que presta con la otra.
Comercio desigual
En su informe del 16 de agosto de 1987, el secretario general de las Naciones Unidas afirma que en 1986 los pa¨ªses pobres han perdido 94.000 millones de d¨®lares por el deterioro de los precios en el comercio con los pa¨ªses ricos. Los productos del llamado Tercer Mundo est¨¢n recibiendo, en el llamado mercado internacional, los peores precios del ¨²ltimo medio siglo.
S¨ª, el FMI es un instrumento. Est¨¢ integrado por 150 pa¨ªses, pero los 10 pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo disponen de m¨¢s de la mitad de los votos. Las grandes finanzas internacionales son un monopolio de poder, una dictadura del Norte sobre el Sur,
Pero este car¨¢cter instrumental, al servicio de un sistema mayor, no implica inocencia. La tecnocracia suele reivindicar el privilegio de la irresponsabilidad. El t¨¦cnico, el tecn¨®crata, se hace el chancho rengo.
Sin embargo, aunque en las cartas de intenci¨®n no figuran expl¨ªcitamente la concentraci¨®n de la riqueza, ni la multiplicaci¨®n de la pobreza, ni el desmantelamiento de la soberan¨ªa nacional, todo eso est¨¢ Impl¨ªcito en ellas. Y aunque es verdad que los desaparecidos y los torturados no se mencionan en los planes de ajuste, tambi¨¦n es verdad que son su consecuencia natural.
Quienes programan el sacrificio de los salarios no son inocentes de la consiguiente represi¨®n contra el movimiento obrero. La receta del FMI cobra un precio de sangre y fuego y los tecn¨®cratas integran, en este sentido, el mismo equipo que los torturadores, los verdugos y los inquisidores.
Creo que no est¨¢ de m¨¢s recordar esta responsabilidad de la t¨¦cnica y de la ciencia. Al fin y al cabo, y salvando con el debido respeto todas las distancias, no puedo dejar de se?alar una casualidad, quiz¨¢ significativa: esta reuni¨®n, nuestra reuni¨®n, se ha celebrado a poquitos metros del lugar donde hace menos de medio siglo, Joseph Mengele hac¨ªa sus experimentos, en nombre de la ciencia, con ni?os tra¨ªdos de los campos de concentraci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.