Por el amor de unas ballenas
Los norteamericanos siguen minuto a minuto la aventura de los cet¨¢ceos atrapados en los hielos de Alaska
Estados Unidos se desayuna y se acuesta desde hace m¨¢s de 15 d¨ªas con los ronquidos de tres ballenas, Putu, Siku y Kanik, atrapadas en los hielos de Alaska, que han desplazado la campa?a presidencial de Bush y Dukakis a un segundo plano. El rescate de los mam¨ªferos -el m¨¢s joven, Kanik, ha muerto v¨ªctima de una pulmon¨ªa y de su mayor debilidad-, seguido con minuciosidad por la televisi¨®n, se ha convertido en una operaci¨®n militar, con gigantescos aviones C-5 Galaxy, helic¨®pteros de todas clases y, desde ayer, internacional, con la llegada de dos rompehielos sovi¨¦ticos.
Les faltan menos de cinco kil¨®metros para llegar a un mar, con hielos intermitz-ntes, que les permitir¨¢, sin embargo, viajar hacia el Sur. Pero se hallaban ayer frente a una minicordillera de hielo de 12 metros de altura. La exagerada atenci¨®n a estos tres animales, en un pa¨ªs en el que los humanos se rnueren de abandono en la Quinta Avenida de Nueva York o frente a la Casa Blanca, ha provocado cr¨ªticas de soci¨®logos y cient¨ªficos que se quejan de que ese esfuerzo, artificial, no se hace con otras especies en peligro.Pero la ballenoman¨ªa es m¨¢s fuerte y sopla con fuerza sobre una naci¨®n qUe ha hecho de la exageraci¨®n tina virtud. Es la aventura seguida en directo desde la inmensidad helada azul de la punta m¨¢s norte?a de Estados Unidos, doncie se toca con la URSS.
El hecho ha puesto en el mapa a la localidad de Barrow, un pueblo de 3.075 habitantes, en su mayor¨ªa esquimales inupiat, a 1. 120 kil¨®metros al norte de Anchorage. Una vez m¨¢s, la televisi¨®n es la realidad. Los soci¨®logos dicen que los mam¨ªferos atrapados se han convertido en los animales dom¨¦sticos de todo el pa¨ªs. Los ni?os, en las escuelas, siguen metro a metro el avance de las ballenas a las que les sorprendi¨® la capa de hielo, prematuramente este a?o, cuando bajaban, en su migraci¨®n anual, a las aguas m¨¢s c¨¢lidas del sur de California y M¨¦xico. Y luego lloran su suerte por la noche.
M¨¢s de 125 millones
Ronald Reagan, cuyos recortes sociales han elevado el n¨²mero de pobres a la cota hist¨®rica de 35 millones, llama a los esquimales, que, por 15 d¨®lares la hora, se afanan en cortar el hielo para que respiren estas ballenas grises, y les dice que "nuestros corazones y nuestras plegarlas est¨¢n con vosotros". Y no parpadea ante una operaci¨®n que ya ha costado un mill¨®n de d¨®lares (alrededor de 125 millones de pesetas). Es para ¨¦l el triunfo del buen coraz¨®n norteamericano, aliado con la iniciativa privada y unas dosis, las m¨ªnimas para no estropear el cuadro del libre mercado, de ayuda estatal.Dos j¨®venes empresarios emprendedores de Minnesota, la clase heroica del reaganismo, se han pagado el viaje hasta Barrow para aplicar unas m¨¢quinas de deshielo a las piscinas naturales a las que, cada pocos minutos, salen las ballenas para respirar. No es f¨¢cil mantener esos peque?os pozos abiertos en un lugar en el que se hiela el aliento gracias a temperaturas de 30 grados bajo cero.
La tecnolog¨ªa del pa¨ªs m¨¢s avanzado de la tierra no ha conseguido todav¨ªa vencer a la naturaleza, que se congela demasiado r¨¢pidamente. Un gigantesco helic¨®ptero lanza de cuando en cuando un pil¨®n de cemento de cinco toneladas contra la capa de hielo, que este a?o se hizo firme tres semanas antes de tiempo. Solt¨¢ndolo a s¨®lo dos metros de altu ra para controlarlo, abre un agujero para que respiren los mam¨ªferos al tercer o cuarto golpe.
Un Hovercraft rompehielos no ha podido acercarse al lugar a pesar de que ha sido arrastrado por helic¨®pteros. Entonces se decidi¨® solicitar la ayuda de los sovi¨¦ticos, que est¨¢n por delante en tecnolog¨ªa de rompehielos. Pero ha sido el esfuerzo humano el m¨¢s efectivo.
Los esquimales cortando con sierras mec¨¢nicas c¨ªrculos en el hielo cada 50 metros, que sirven para que las ballenas salgan a respirar. Desde que fueron descubiertas han avanzado unos cuatro kil¨®metros, bajo la continua atenci¨®n de veterinarios y bi¨®logos que informan de su estado de salud con m¨¢s detalle que los m¨¦dicos japoneses del agonizante emperador Hirohito.
Cuando un esquimai cazador de otro tipo de ballenas llamado Roy Ahgmaogak se encontr¨® con las tres atrapadas en un peque?o agujero helado, hubo gente en Barrow que abog¨® porque fueran cazadas y su carne congelada. Pero tuvieron suerte porque los esquimales aprecian m¨¢s la carne de otra clase de ballenas y Ahgmaogak llam¨® a los bi¨®logos.
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