Para comprender los acontecimientos polacos
Al comenzar mi actividad como comentarista pol¨ªtico de EL PA?S debo dar una breve explicaci¨®n previa sobre el car¨¢cter que pienso dar a mis art¨ªculos. Vivo en un pa¨ªs del socialismo real y, como es natural, tengo la intenci¨®n de centrarme en sus problemas y de exponer las cosas partiendo desde ese ¨¢ngulo. No es mi prop¨®sito quitar el pan a los corresponsales. La tarea de ellos es contar y comentar los acontecimientos de actualidad. La m¨ªa ser¨¢ facilitar al lector espa?ol la comprensi¨®n de los sucesos y de sus causas, cosa que no es f¨¢cil -a veces es imposible- cuando no se es aut¨®ctono y adem¨¢s muy bien informado. No tengo, pues, la intenci¨®n de competir con los corresponsales. Mi prop¨®sito es complementar las informaciones y los an¨¢lisis que ellos proporcionen. Soy polaco y voy a empezar por Polonia, pa¨ªs en el que tienen lugar acontecimientos que despiertan en el mundo mucha curiosidad e incluso bastante asombro.Polonia, efectivamente, es ese hombre enfermo de Europa desde la terminaci¨®n de la II Guerra Mundial. Primero, desde la derrota de Alemania hasta 1947 se libr¨® en Polonia una aut¨¦ntica guerra civil entro el nuevo poder y sus opositores (este hecho es poco conocido en el mundo) y luego se sucedieron, una tras otra, muchas conmociones (en 1956, 1968 -particularmente profunda-, 1970 -sangrienta-, 1976, 1980-1981 -termin¨® con la ley marcial- y la m¨¢s reciente, la de 1988), Polonia bate todas las marcas europeas en ese extra?o deporte de las conmociones sociales.
?Por qu¨¦? ?Cu¨¢les son las causas? La poblaci¨®n est¨¢ descontenta y rechaza el r¨¦gimen que existe, sus formas. No puedo decir si la sociedad rechaza de plano la formaci¨®n socioecon¨®mica socialista, porque habr¨ªa que realizar primero los correspondientes estudios y sondeos sociol¨®gicos que a¨²n no se han hecho. Yo tengo la impresi¨®n de que el rechazo del socialismo real es cada vez m¨¢s amplio y que con el correr del tiempo la mayor¨ªa de la sociedad polaca adoptar¨¢ una actitud antisocialista.
?Por qu¨¦? En los an¨¢lisis del fen¨®meno se se?alan distintos elementos: la tradicional aversi¨®n que sienten los polacos hacia Rusia, su hostilidad frente a la revoluci¨®n importada, el car¨¢cter social de los polacos, un car¨¢cter muy individualista, el profundo catolicismo de la mayor¨ªa de la sociedad... Todos estos elementos tienen, sin duda alguna, su importancia, pero no son decisivos y apenas ara?an la superficie del problema. Nosotros queremos dar una explicaci¨®n m¨¢s amplia, una explicaci¨®n que permita sacar de la lecci¨®n polaca ense?anzas que puedan ser ¨²tiles tambi¨¦n en otros momentos y otros mundos. La lecci¨®n polaca nos permite sacar una valiosa conclusi¨®n para la teor¨ªa del desarrollo de la sociedad: las etapas del desarrollo social no pueden ser quemadas ad l¨ªbitum. Esto significa que las revoluciones sociales tambi¨¦n ven limitada su eficacia cuando se hacen sin haberse dado las condiciones objetivas y subjetivas requeridas.
Esta ley del desarrollo revolucionario fue descubierta por Marx y suya es la fama. ?l tambi¨¦n predijo que retornar¨ªa la vieja m... de ser violada esa ley. Pues bien, no se respet¨®. Se viol¨® y ah¨ª vemos las p¨¦simas consecuencias de dicha actitud, pero ser¨ªa absurdo culpar a Marx, como suele hacerse con frecuencia, porque los culpables de todas las desgracias fueron sus continuadores y enmendadores.
En el caso de la Polonia de posguerra faltaban tanto las condiciones objetivas como las subjetivas para llevar a cabo una revoitici¨®n socialista eficaz. Sin embargo, la revoluci¨®n socialista se hizo "en contra de El capital, de Marx" (como escribi¨® euf¨®rlco en 1918 Gramsci refiri¨¦ndose a la Revoluci¨®n de Octubre), y, para colmo, por la V¨ªa de la importaci¨®n. Como si eso fuese poco, se import¨® de un pa¨ªs que los polacos odiaban por razones hist¨®ricas.
Fue as¨ª como se cre¨® el enfermo de Europa, que desde entonces vive una crisis -rebeli¨®n- permanente, a veces encubierta, pero siempre perceptible. Aqu¨ª hay que a?adir que esa rebeli¨®n permanente de Polonia no puede triunfar. Si no se entiende esta realidad es imposible entender de verdad lo que sucede en Polonia.
El detonador ha sido la reforma econ¨®mica que se est¨¢ haciendo a costa del nivel de vida de la poblaci¨®n. As¨ª lo exigieron el Banco Mundial y el c¨¢lculo econ¨®mico fr¨ªo y abstracto. Se ignor¨® la resistencia de la gente. Se olvid¨® que Polonia es como un polvor¨ªn en el que cualquier chispa puede provocar un desastre. Se cometi¨® una imprudencia tanto m¨¢s condenable por cuanto las experiencias de crisis anteriores demostraron que en Polonia no se puede actuar as¨ª. Estoy seguro de que esa maniobra habr¨ªa sido rechazada en Polonia aunque la hubiese hecho un Gobierno formado por los hornbres de Solidaridad o por el mariscal Pilsudski, personaje que goza en el pa¨ªs de enorme respeto. Ocurre que nadie puede ignorar el car¨¢cter social de un pueblo que va a ser sometido a una operaci¨®n de tan dr¨¢stica reducci¨®n de su nivel de vida.
Ahora bien, en el caso actual no se trataba solamente de eso. Todo empez¨® por la huelga de seis minas y dos astilleros, es decir, por una huelga parad¨®jica, ya que la mano de obra de ese tipo de empresas es la que est¨¢ mejor remunerada en Polonia. Y es que la huelga no fue econ¨®mica, aunque el descontento econ¨®mico existente la facilit¨® y la fortaleci¨®. La huelga fue n¨ªtidamente pol¨ªtica. La llevaron adelante de hecho muy reducidos grupos de trabajadores j¨®venes (por ejemplo, en el astillero de Gdansk, que emplea a unos 30.000 trabajadores, apenas secundaron la huelga unos 500) llegados hace muy poco del campo y, dejando de lado la tradici¨®n, carentes de v¨ªnculos con el movimiento Solidaridad de principios de los a?os ochenta. Esto fue posible porque el resto de los trabajadores (en el citado astillero, tambi¨¦n los militantes del partido, que son varios miles) adoptaron tina actitud pasiva.
Una cuesti¨®n fundamental es el contexto social de los acontecimientos. Es verdad que el Gobierno y el partido cometieron errores pol¨ªticos y, sobre todo, trataron de dar largas a todos los problemas que hab¨ªa que resolver; es verdad tambi¨¦n que hubo mucha incapacidad, pero la principal fuerza motriz de la protesta fueron las experiencias negativas acumuladas por la sociedad, el gran deseentento acumulado. El que ignora la potencia de esa fuerza rrienospreel a el poder¨ªo de las protestas y, en definitiva, fracasa. ?sa es la situaci¨®n de la actual direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs.
Complica la situaci¨®n la actitud poco razonable de la oposici¨®n que gencra la catastr¨®fica par¨¢lisis en que est¨¢ sunildo el pa¨ªs: el Gobierno y el partido ven c¨®mo se debilita su poder real, y la oposici¨®n no puede tritinfar, por muchas ilusiones que se haga. Y no puede por dos razones.
En primer lugar, porque, aunque he reiterado muchas veces la propuesta (pido perd¨®n por no haberla consultado con los espa?oles), no consigo que los espa?oles quieran mudarse a Polonia para que los polacos puedan vivir en Espa?a. Estando en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, detr¨¢s de esos bellos montes que son los Pirineos, los polacos podr¨ªamos olvidarnos de lo ¨ªne¨®modo que es vivir entre Rusia y Alemania. No s¨¦ si viviendo en Espa?a sabr¨ªamos hacer las cosas bien, pero lo que s¨ª s¨¦ es que estando donde estamos, los polacos no podemos hacer muchas cosas, aunque las deseemos con toda el alma. Una de ellas es la liquidaci¨®n del r¨¦gimen socialista (la modificaci¨®n de su contenido interno si es posible) en Polonia. Los que apuestan por el debilitamiento de la reacci¨®n de la URSS -dados sus problemas internos- ante semejante peligro no entienden la situaci¨®n o sue?an con lo imposible, especialidad ¨¦sta muy polaca. En la pr¨¢ctica, los sue?os sirven de muy poco.
Pasa a la p¨¢gina siguiente
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.