El caf¨¦ centenario
Entre humo y griter¨ªo, a¨²n se discute en el Gij¨®n el porvenir y el pasado de la patria con opciones escasamente trasladables a la realidad. Se habla menos de teatro y literatura que entonces, dicen los supervivientes. Entonces, durante muchos a?os de posguerra, era como el otro hogar, quiz¨¢ el primer hogar para muchos ateridos en el fr¨ªo de las pensiones, o silenciosos entre padres de la antigua escuela; o en los que hab¨ªa al humanismo. que escribir en la cocina porque estaba all¨ª el ¨²nico calor de la casa. No s¨¦ por qu¨¦ recuerdo especialmente el Caf¨¦ de Gij¨®n en invierno, con la pila de todos los abrigos que de cuando en cuando se derrumbaba; pero tambi¨¦n ten¨ªa un verano en el que las sillas estaban al borde del bulevar, junto a una l¨ªnea secante por donde los tranv¨ªas pasaban veloces y tintineantes, amenazando las vidas de los camareros que cruzaban con las bandejas levantadas.Puede que nadie de los que son hoy algo en la literatura, el teatro o el cine haya dejado de pasar por el Gij¨®n. Pero tambi¨¦n los grandes y peque?os fracasados se alimentaron con su caf¨¦ -y, cuando hab¨ªa suerte, la media tostada y su elecci¨®n, que planteaba el camarero: ?la de arriba? ?La de abajo?-; algunos siguen all¨ª esperando que alguien les llame. Felizmente, dudan de la sociedad, de la justicia, de la suerte o del gusto, pero no de su talento. A veces tienen raz¨®n.
Gran caverna de la cultura, incub¨® a todos, buenos y malos, con la, canci¨®n de tuna de las conversaciones ingeniosas, airadas, maledicentes. El rinc¨®n y la hora de los pintores, la tertulia de los poetas -desde el superviviente del 27, m¨¢s bien silencioso y atento a alg¨²n amor tard¨ªo, hasta la juventud creadora, que ya empezaba a casarse-; la de los c¨®micos, la de los periodistas. Y la de los jueces, y la de los m¨¦dicos, todos ellos dados tambi¨¦n
La irrupci¨®n del alcohol
Cuando lleg¨® la crisis de los caf¨¦s a Madrid, el Gij¨®n estuvo a punto de ser el ¨²ltimo, el heredero de La Monta?a, de La Fontana de Oro, del Colonial, del Europeo o del Pr¨ªncipe. Se hab¨ªa descubierto que el caf¨¦ con leche no era negocio; aparec¨ªa la cafeter¨ªa r¨¢pida, el bar donde el alcohol rend¨ªa m¨¢s; se fueron primero todos los galones de t¨¦ de Madrid -s¨®lo queda uno- y se iban, tambi¨¦n los caf¨¦s. El paseo de Recoletos perdi¨® dos: s¨®lo qued¨® el Gij¨®n. La Gran V¨ªa y la calle de Alcal¨¢ los perdieron todos, menos el Lyon. Tuvo que pasar mucho tiempo para que comenzaran a inventarse otra vez los caf¨¦s antiguos; empezaron a reconstruirse en otras calles -sobre todo, en torno a la plaza del Dos de Mayo- repitieron los divanes de peluche, imitando con piedra barata o madera -y patas de m¨¢quina Singer- el antiguo m¨¢rmol y el hierro colado. Ola de posmodernismo. Esto ha venido a suceder hasta el final de los a?os setenta, como recordando que democracia y caf¨¦ tienen algo en com¨²n: la vieja ¨¢gora ateniense. Se ha hecho mucho a Espa?a en los eaf¨¦s antiguos.Mientras tanto, el Caf¨¦ de Gij¨®n ha permanecido. Hubo ya poetas que le escribieron la ele gia, cuando apret¨® mucho un banco; pero la familia propietaria resisti¨®, y se puede decir sinceramente que con m¨¢s apego a su tradici¨®n, a su orgullo de mantenedores de algo que hubiera dejado de existir m¨¢s que al mero negocio, que les aconsejaba el traspaso.
Mantienen el fermento. Y las tertulias, y las esperanzas, y los amores que siempre han pasado entre sus mesas. Pero s¨®lo unos cuantos privilegiados pueden ir todos los d¨ªas (algunos viv¨ªan pr¨¢cticamente toda la jornada de mesa en mesa, de tertulia en tertulia, de invitaci¨®n en invitaci¨®n); la vida tiene hoy otra densidad, la ciudad ' tiene otras medidas, otras distancias y la gente no se ve como antes. Es una p¨¦rdida grave. Ahora se habla poco, sediscute poco, no se fantasea. La concurrencia est¨¢ en otros sitios. Y se escribe a m¨¢quina o en ordenador, no en la mesa donde se ped¨ªa a Manolo "recado de escribir", que es una expresi¨®n que ha muerto, y al botones que llevara a la redacci¨®n de un peri¨®dico el art¨ªculo a¨²n h¨²medo de tinta, por si hab¨ªa suerte. Dicen que ahora todo es bastante mejor.
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