Terrorismo y derechos humanos
El reto de la lucha contra el terrorismo en las sociedades democr¨¢ticas es indisoluble de la causa de la defensa de los derechos humanos. No s¨®lo porque el Estado est¨¢ obligado a no transgredir sus propios principios, sino porque es falso que el respeto de los derechos de la persona entorpezca la defensa de la sociedad.
La importancia que el escrupuloso respeto de los derechos humanos tiene a la hora de aislar el terrorismo de su apoyo social en un pa¨ªs dado, o de su apoyo internacional, es casi un lugar com¨²n. En la v¨ªspera de una sesi¨®n de la C¨¢mara de los Comunes en que se debati¨® en 1975 la posibilidad de reinstaurar la pena capital para los delitos de terrorismo, The Times afirm¨® en un editorial: "La pena de muerte puede ser legal, pero es estrat¨¦gicamente contraria a la necesidad de aislar el terrorismo y de proteger a sus v¨ªctimas potenciales". Lo mismo cabe decir de las violaciones de aquellos derechos inderogables que el Estado tiene la obligaci¨®n de respetar aunque se declare el estado de sitio, de excepci¨®n o de urgencia: no ser privado arbitrariamente de la vida; no sufrir atentados contra integridad f¨ªsica o moral; mantener la libertad de pensamiento, conciencia y religi¨®n; mantener la calidad de persona sujeto de derechos y obligaciones; no ser v¨ªctima de una aplicaci¨®n retroactiva de la ley penal. No cabe sostener que el respeto de este n¨²cleo de derechos entorpece la tarea de la autoridad para defender la seguridad de una sociedad, y nadie lo sostiene en una sociedad democr¨¢tica.Si la defensa de los derechos humanos les parece a muchos un objetivo irrenunciable, existe una corriente de opini¨®n de acuerdo con la cual defender los derechos humanos -en particular, defender o sostener que los delincuentes tienen determinados derechos que es obligado respetar- contribuye a ayudar la estrategia terrorista. Si preocuparse solamente de los derechos de los terroristas es a todas luces aberrante y una manipulaci¨®n pol¨ªtica, tambi¨¦n lo es pretender que la ¨²nica forma de acabar con el terrorismo es la barbarie. Los partidarios de la ley del tali¨®n -s¨®lo un ojo por un ojo, s¨®lo un diente por un diente- suelen ser adversarios declarados o no de la causa de los derechos humanos. Del mismo modo que los derechos humanos son una conquista y hay que mantenerse vigilantes, la seguridad lo es tambi¨¦n, y si escribo estas l¨ªneas es porque se presentan los planteamientos en t¨¦rminos de un dilema insoluble entre libertad y seguridad, entre orden y justicia, ingredientes todos de la vida en democracia. La seguridad personal o social y la salvaguardia de los derechos humanos son conceptos interrelacionados, y no es posible abordar debidamente el tema de los derechos humanos sin que se perciba la relaci¨®n que tiene con el problema de la seguridad, sea personal o colectiva, y con el problema de la seguridad del Estado. Me refiero naturalmente a un concepto democr¨¢tico de la seguridad del Estado y no a la tristemente c¨¦lebre doctrina de la seguridad nacional.
Y aunque las garant¨ªas constitucionales persiguieron en su origen la defensa de la persona frente a eventuales excesos de poder por parte del Estado, los derechos humanos est¨¢n tan vinculados al concepto de dignidad como al de seguridad. El art¨ªculo 32 de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos se refiere espec¨ªficamente a la seguridad de la persona. Hern¨¢n Montealegre apunta acertadamente que la introducci¨®n originaria de los derechos humanos en el ¨¢mbito del derecho y de las relaciones internacionales aparece en primer lugar en la Carta de las Naciones Unidas, que es un instrumento de seguridad internacional. Lo mismo cabe decirse del Acta Final de Helsinki y del Documento de Clausura de Madrid, en el marco de la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n en Europa.
Que los terroristas violan de forma terrible los derechos humanos de sus v¨ªctimas y de la sociedad es, desgraciadamente, otro lugar com¨²n. Los derechos humanos y la seguridad se ven grav¨ªsimamente vulnerados por quienes buscan imponer sus ideolog¨ªas mediante la violencia, alterando la paz de nuestras sociedades. El terrorismo es un acto siempre criminal, y quiero destacar que, en un conflicto armado, el derecho internacional humanitario proh¨ªbe terminantemente los actos de terrorismo. El terrorismo es tambi¨¦n siempre ?leg¨ªtimo, aunque s¨®lo fuese por la indefensi¨®n de sus v¨ªctimas, que no pueden recurrir al derecho de leg¨ªtima defensa, elemento clave al hacer un juicio de valor sobre el uso de la fuerza.
Reto crucial
El reto de la lucha contra el terrorismo en nuestras sociedades democr¨¢ticas es indisoluble de la causa de la defensa de los derechos humanos. Es un reto crucial, porque no se trata de la insuficiencia de los medios de que dispone el Estado, sino de su voluntad deliberada de no transgredir sus principios democr¨¢ticos. Y es tr¨¢gico porque no se puede ceder al chantaje de los terroristas. El Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja y la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos convocaron hace unos a?os en San Jos¨¦ de Costa Rica un seminario sobre el tema Seguridad del Estado, derechos humanitarios y derechos humanos. Pienso que un encuentro parecido debe tener lugar en Europa. ?Qu¨¦ papel pueden desempe?ar las Fuerzas de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas en la defensa del derecho humanitario y de los derechos humanos, y, por ende, en su m¨¢s eficaz protecci¨®n? ?Qu¨¦ papel desempe?an y pueden desempe?ar las organizaciones no gubernamentales de defensa de los derechos humanos en la erradicaci¨®n del terrorismo? ?C¨®mo conciliar la noci¨®n de secreto de Estado con un elemento esencial de la democracia como es el acceso de los ciudadanos a lo p¨²blico, sobre todo en materia de derechos humanos? ?Qu¨¦ queremos decir cuando afirmamos que los medios de comunicaci¨®n social deben tratar de forma responsable las noticias referentes al terrorismo y a la seguridad? ?C¨®mo inciden la inform¨¢tica y las nuevas tecnolog¨ªas en el tema de los derechos humanos? ?C¨®mo no degradar el concepto de preso pol¨ªtico y de disidente cuando necesariamente tenemos que desmitificar a los terroristas? Un debate de este tipo no puede tener la pretensi¨®n de resolver estas cuestiones, y a¨²n menos de mitigar por s¨ª solo la violencia terrorista. Pero su utilidad me parece innegable.
es asesora en derecho humanitario en los ministerios de Asuntos Exteriores e Interior.
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