Vuelve Feydeau

Oc¨²pate de Amelia (1908) es uno de los grandes vodeviles de Feydeau y ha hecho re¨ªr a varias generaciones, sobre todo de franceses, aunque se ha representado en el mundo entero. El parisiense Feydeau ayud¨® a saltar de un siglo a otro con obras c¨®micas, muy libres, deslenguadas; pero dentro de un excelente idioma franc¨¦s, en el que est¨¢ considerado como un maestro. No busca la misma virtud el adaptador al espa?ol -an¨®nimo en los programas-, que busca un lenguaje c¨®mico exclusivamente. Tampoco se ha detenido mucho, ni ¨¦l ni el director, en las minuciosas delicadezas de Par¨ªs que envuelven la obra: las damitas de escasa virtud, los vividores, el reflejo de la belle ¨¦poque. En una versi¨®n anterior que se estren¨® en Espa?a la censura perpetr¨® estragos. En ¨¦sta, naturalmente, no pasa eso; simplemente, se ha acortado el texto, se ha suprimido alg¨²n personaje o se ha cambiado un car¨¢cter por otro, se supone que por razones empresariales o de reparto, o por un deseo de espa?olizar de alguna manera la trama francesa. Todo el texto est¨¢ sometido a esa manipulaci¨®n. El esp¨ªritu celt¨ªbero se impone a todo y en ¨¦l tiene su gracia ahora. La acent¨²a Juanjo Men¨¦ndez con su estilo peculiar de buen c¨®mico, y la breve aparici¨®n de Gracita Morales, mucho m¨¢s peculiar a¨²n, que siempre encuentran respuesta grata en el p¨²blico.El reparto es largo, el vestuario abundante y los decorados sencillos. Los productores acent¨²an en el programa, hasta con sellos en caucho, que todo se ha hecho sin subvenci¨®n oficial. No parece que este resultado sea una piedra que a?adir a la cultura, y que haya que pagar con el dinero del Estado o de la autonom¨ªa con la esperanza de que nos saque de nuestro atontamiento pero otras obras menores y peores la han tenido. Es de desear que este esfuerzo privado muestre que se puede salir adelante sin m¨¢s ayudas que el p¨²blico: las reacciones del que acudi¨® al estreno eran prometedoras. El que vaya llegando deber¨¢ sufragar el esfuerzo de la producci¨®n.