Benazir Bhutto, entre todos los hombres
La l¨ªder del Partido Popular de Pakist¨¢n lucha por gobernar un pa¨ªs donde la mujer es s¨®lo un fantasma
ENVIADA ESPECIAL "Benazir, abe abe" ("Benazir, al poder"), repite una masa de hombres de todas las edades que convierte en un verdadero caos los 20 kil¨®metros que separan a la nueva capital de Pakist¨¢n, Islamabad, de la vieja, Rawalpindi, donde la l¨ªder del Partido Popular de Pakist¨¢n (PPP) tiene previsto dar un mitin. La caravana electoral, en la que participan varios jeeps con periodistas extranjeros, comienza su trayecto el jueves a las tres de la tarde. Y a las 18.45 Benazir Bhutto entra en el estadio de Rawalpindi.
Enfrente de ella, decenas de miles de hombres; detr¨¢s, un par de cientos de mujeres separadas por alambre de espino. Las casi cuatro horas que ha durado el trayecto han sido una borrachera de ilusi¨®n en la que se ha sumergido un cuarto del mill¨®n de habitantes de la ciudad. Son los j¨®venes que, con 21 a?os cumplidos, podr¨¢n estrenarse como votantes el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en las primeras elecciones generales que se celebran desde hace 11 a?os.Nadie parece darse cuenta de que a quien van a elegir como primer ministro es una mujer, y que ello puede tener consecuencias fundamentales en el pa¨ªs y en el interior de cada una de las familias.
Los hombres agitan la bandera tricolor -roja, negra y verde- del PPP, saltan de un coche o de un autob¨²s a otro para abrazarse y con el coraz¨®n y el ¨ªndice hacer el signo de la victoria.
Los m¨¢s j¨®venes cantan y bailan taponando las avenidas, haciendo irrespirable el aire cargado de humo de los tubos de escape de la caravana, a la que sigue sum¨¢ndose todo tipo de motorizados.El velo y el voto Talat Zaidi tiene 29 a?os y es una de las pocas mujeres llegadas al estadio. A trav¨¦s de una int¨¦rprete asegura a este peri¨®dico que el velo que cubre su cara por completo "no tiene nada que ver con el voto a Benazir". La l¨ªder del PPP s¨®lo se cubre la cabeza e incluso, a veces, deja el velo ca¨ªdo sobre los hombros, pero Zaidi afirma que no va a cambiar de forma de vestir porque apoye a Benazir.
Sin embargo, Zaidi constituye una excepci¨®n en este grupo de mujeres, mientras que fuera de las grandes ciudades paquistan¨ªes la excepci¨®n la constituye una mujer no envuelta en su burka (especie de saban¨®n que cae desde la cabeza hasta los pies y con un peque?o calado a la altura de los ojos).
Para un 30% del electorado, la cuesti¨®n m¨¢s importante del programa de todos los partidos que se presentan a las elecciones del pr¨®ximo d¨ªa 16 es la islamizaci¨®n del pa¨ªs.
Sin embargo, esta concepci¨®n es objeto de profundas diferencias que nadie parece dispuesto a esclarecer. De hecho, el presidente Zia Ul Haq, un inte grista que antes de su muerte, en agosto de este a?o, hab¨ªa implantado la ley saria, es criticado como un "oportunista" que utiliz¨® la religi¨®n para asegurar el mantenimiento de su r¨¦gimen dictatorial.
En este pa¨ªs de enormes contrastes y pasiones, fundado en 1947 por la Liga Musulmana y bajo el carisma de Ali Jina, el fervor que despert¨® su m¨¢rtir, el primer ministro Zulficar Ali Bhutto, padre de Benazir, derrocado y ahorcado por Zia en 1979, comienza a trasladarse a la hija sin tomar en cuenta su condici¨®n de mujer.
Criticada dentro y fuera de las filas del Partido Popular de Pakist¨¢n por no tener un programa pol¨ªtico consistente y por acercarse tanto al centro que apenas existe diferencia entre sus proclamas y las de sus principales rivales, Benazir Bhutto logra arrancar a sus seguidores una emotividad que cautiva a los indecisos.
En apenas unos d¨ªas de campa?a electoral -una ces¨¢rea para el nacimiento de su hijo, el 21 de septiembre, y una infecci¨®n de rifi¨®n la han apartado de la vida pol¨ªtica hasta hace dos semanas-, Benazir Bhutto encabeza la lista de los eventuales primeros ministros que saldr¨¢n de estas elecciones generales.
Su gran rival es el actual gobernador de Punjab -la mayor provincia de Pakist¨¢n- y l¨ªder de la Alianza Isl¨¢mica Democr¨¢tica (IR), Nawaz Sharif. Sin embargo, este hombre, con una reputaci¨®n de fuerte y de grandes ambiciones, parece despegar del deseo de muchos paquistan¨ªes cansados de hombres duros y de 11 a?os de dictadura.
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