Inversi¨®n de futuro
El proyecto de presupuesto no financiero del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n (MAPA) para 1989 supone un incremento del 20% sobre las cifras del presente a?o. El n¨²cleo inversor del ministerio, los cap¨ªtulos sexto y s¨¦ptimo -inversiones reales y transferencias de capital-, aumenta un 18% hasta alcanzar casi los 110.000 millones de pesetas, y un 37% tomando como referencia el presupuesto de 1987.Si se considera adem¨¢s el cap¨ªtulo cuarto, transferencias corrientes, donde se recogen las estimaciones de pagos por cuenta del FEOGA-Garant¨ªa, el conjunto de los cap¨ªtulos cuarto, sexto y s¨¦ptimo, n¨²cleo activo del presupuesto del ministerio, el incremento sobre las cifras de 1988 ser¨ªa del 37%, hasta alcanzar los 329.000 millones de pesetas para 1989.
Las cifras precedentes son la expresi¨®n cuantitativa de la decisi¨®n pol¨ªtica del Gobierno socialista de desarrollar las potencialidades del sistema agroalimentario como sector de futuro de la econom¨ªa nacional.
Esa decisi¨®n no es nueva y ha venido siendo aplicada con coherencia durante los ¨²ltimos a?os, aunque hayan cambiado los objetivos prioritarios a satisfacer en cada momento y, consiguientemente, el papel, nivel de dotaciones y estructura del presupuesto. Para comprender adecuadamente los que corresponden a esta etapa resulta conveniente, e incluso quiz¨¢ indispensable, lanzar una mirada retrospectiva sobre el sexenio precedente.
En el per¨ªodo 1983-1985 lasmayores urgencias se centraban en la reforma del marco legal e institucional, a efectos de preparar al sector para el ingreso en el Mercado Com¨²n; el ahorro de recursos econ¨®micos, eliminando intervenciones innecesarias; la contribuci¨®n a la lucha contra la inflaci¨®n, mediante una pol¨ªtica moderada de precios institucionales y la progresiva liberalizaci¨®n del mercado interior y exterior; y el incremento de las rentas de la poblaci¨®n activa del sector, singularmente del subsistema agrario. Este ¨²ltimo objetivo actuaba como aut¨¦ntica restricci¨®n no expl¨ªcita del modelo de ajuste, cuya consecuci¨®n hab¨ªa de lograrse en cualquier caso.
Una visi¨®n retrospectiva sobre los resultados de la pol¨ªtica econ¨®mica articulada en torno a los objetivos anteriores permite afirmar que ¨¦stos fueron satisfechos de forma razonablemente buena. Durante el per¨ªodo de referencia, el subsistema agrario fue capaz de absorber inflaci¨®n, como queda de manifiesto en el cuadro adjunto, que pone igualmente de relieve la realidad inflacionaria de los restantes subsistemas agroalimentarios, singularmente el comercial.
La modernizaci¨®n del marco legal e institucional de la agricultura, la pesca y la alimentaci¨®n espa?ola tiene su paradigma en la Ley 18/1984, por la que se regula la producci¨®n y el comercio del trigo. Finalmente, y lo que es m¨¢s importante, todo ello se logr¨® sin dem¨¦rito de las rentas del sistema, singularmente de la poblaci¨®n activa del sector agrario, que crecieron a un ritmo del 3,4% anual acumulativo.
Transferencias
El presupuesto del Ministerio de Agricultura y Pesca durante el per¨ªodo de referencia fue reflejo de un doble ajuste: la consolidaci¨®n del proceso de transferencias a las comunidades aut¨®nomas, con su importante contrapartida financiera, y la racionafizaci¨®n de los mecanismos de intervenci¨®n. Si bien las dotaciones se incrementan en valores absolutos, pasando de 440.331 millones en 1982 a 529.452 millones en 1986, en t¨¦rminos porcentuales disminuyen: 9,351. del presupuesto consolidado del Estado en el primer a?o de referencia frente al 5,7% en 1986.
En el per¨ªodo 1986-1988 la prioridad m¨¢s relevante fue la adaptaci¨®n a la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC), consecuencia del ingreso efectivo de Espa?a en el Mercado Com¨²n, en marzo de 1986.
Era ¨¦ste un proceso complejo y delicado, que implicaba desde la extinci¨®n de endemias como la peste porcina africana hasta asegurar la viabilidad y protecci¨®n de los, subsectores m¨¢s sensibles, como el cerealista o el l¨¢cteo; o la reforma del Tratado de Adhesi¨®n, como en el caso del vacuno y del girasol.
Sobre todo se trataba de un triple proceso de aprendizaje: de la Administraci¨®n espa?ola a moverse con soltura en el contexto comunitario, de los agentes econ¨®micos privados para beneficiarse de los programas y recursos de la Comunidad Europea, y, por ¨²ltimo, de las Administraciones europeas -Comisi¨®n y de los diferentes pa¨ªses-, que hab¨ªan de asumir r¨¢pidamente, en aut¨¦ntico tour deforce, que Europa era diferente no s¨®lo cuantitativa, sino cualitativamente, tras el ingreso de Espa?a y Portugal en la Comunidad Europea.
El saldo de esta etapa es igualmente positivo para el sistema agroalimentario espa?ol, lo cual no equivale a afirmar que no haya habido problemas, incluso de especial gravedad en alg¨²n caso.
Era metaflisicamente imposible que un proceso de la envergadura del iniciado por Espa?a al ingresar en el Mercado Com¨²n, en un contexto de crisis econ¨®mica y sobreproducci¨®n agroalimentaria, pudiera saldarse sin tensiones o desajustes. Lo verdaderamente relevante es que ¨¦stos hayan sido, en general, de tan escasa cuant¨ªa, al menos hasta el momento.
Frente a la previsi¨®n de determinados augures, en demasiadas ocasiones interesadamente pesimistas, la agroalimentaci¨®n y la pesca espa?olas han revalidado y consolidado sus expectativas favorables. Los pagos por cuenta del FEOGA-Garant¨ªa han pasado de s¨®lo 37.000 millones en 1986 a cerca de 250.000 millones el presente a?o.
La balanza comercial agroalimentaria ha cambiado de signo, pasando de una posici¨®n tradicionalmente deficitaria a otra tendencialmente excedentaria, con r¨¦cord hist¨®rico el pasado a?o -tasa de cobertura 107,9%- Y, lo que sigue siendo m¨¢s importante, las rentas del sector contin¨²an mejorando globalmente.
Durante estos dos a?os, singularmente en 1988, el presupuesto del ministerio inicia una evoluci¨®n en su estructura y jerarquizaci¨®n de objetivos, para responder a las necesidades del sistema agroalimentario espa?ol en la perspectiva del mercado ¨²nico europeo, previsto para 1992.
En cuanto al nivel de dotaciones, ¨¦stas alcanzan los 612.715 millones de pesetas en 1988, modific¨¢ndose la tendencia a su disminuci¨®n en t¨¦rminos relativos caracter¨ªstica de los ¨²ltimos a?os, situaci¨®n que se consolida en el proyecto de Presupuestos para 1989.
Nueva etapa
Hoy nos encontramos al inicio de una tercera etapa en la pol¨ªtica econ¨®mica agroalimentaria. La prioridad gen¨¦rica del momento actual pasa por la eliminaci¨®n de las restricciones e insuficiencias que dificultan la plena realizaci¨®n de las potencialidades de futuro que encierra el sistema agroalimentario espa?ol, que si en el subsistema extractivo -sector agrario tradicionalacaba de superar los tres billones de valor de su producci¨®n comercializable -estimaci¨®n de la producci¨®n final agraria de 1988-, la industria alimentaria supone, a su vez, entre el 20% y el 23% del producto interior bruto industrial, frente a s¨®lo un 18% en 1980.
Este porcentaje es similar al que ofrecen pa¨ªses tan avanzados como el Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Francia o B¨¦lgica, y configura al sector como la primera industria nacional.
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