Los testigos como protagonistas de la historia
Georges Duby ha empleado 45 a?os en el intento de acercar la Edad Media al siglo XX
En aquel tiempo era necesario el testimonio de cinco caballeros, pues las mujeres no contaban, para entablar proceso a una reina por haber deshonrado a su marido, seg¨²n se desprende de los 20.000 versos que escribi¨®, tras su muerte, el hijo del culpable: Guillermo el Mariscal, conde de Pembroke, se?or de Leinster y de Longueville, muerto a los 75 a?os, tras haberse hecho una leyenda que se ha mantenido desde el siglo XIII. Su biograf¨ªa ilustra bien los m¨¦todos del medievalista Georges Duby y en general de la llamada nueva historia: acercar ¨¦sta al humanismo. "Lo que me interesa ahora es la historia de los testigos", dice el profesor Duby, que estuvo en Madrid invitado por Hispania Nostra.
No es cierto que en los torneos de los caballeros siempre hubiera damas dispuestas a premiar con una ca¨ªda de ojos al vencedor, cuenta Duby en Guillermo el mariscal o el mejor caballero de? mundo (Alianza Editorial). En el c¨®digo de un caballero del siglo XIII pod¨ªa caber perfectamente el robo a una mujer que se fugaba con un monje, siempre y cuando el caballero se gastara el bot¨ªn en una fiesta, la ¨²nica forma posible de hacerlo con grandeza.A?os despu¨¦s de que la aparici¨®n de la revista Annales supusiera en el mundo de los historiadores una revoluci¨®n -palabra de la que ellos desconfian-, la escuela ha perdido fuerza por la sencilla raz¨®n de que los objetivos han sido alcanzados", dice Duby. El principal era el de acabar con el secuestro de la historia a cargo del "terrorismo de la erudici¨®n", que la sepultaba en notas a pie de p¨¢gina, acercarla a las otras ciencias humanas, y devolverle el brillo del que goz¨® en el siglo XIX, cuando Michelet era casi un ¨¦xito de venta.
Duby, de 69 a?os, profesor en el Colegio de Francia, presidente del canal 7 de la televisi¨®n francesa (cultural) y reputado medievalista con una muy voluminosa obra en la que destaca la direcci¨®n de la Historia de la vida privada (public¨¢ndose en Taurus), recuerda que al comienzo fue ge¨®grafo. Dato significativo, dice, porque de ah¨ª le viene el deseo de Interpretar un conjunto entremezclado de factores de muy diverso tipo". En historia eso supone romper con la rudimentaria idea de que est¨¢ hecha por generales y batallas, presidentes y elecciones. En Duby, de formaci¨®n marxista, ejercieron una influencia decisiva los antrop¨®logos que, como Levi-Strauss, demostraron c¨®mo el parentesco, por ejemplo, ten¨ªa en determinadas culturas tanta importancia como la econom¨ªa, decisiva seg¨²n los marxistas.
Una vez demostrado a d¨®nde quer¨ªan llegar, los nuevos historiadores regresaron al acontecimiento o el personaje, "pero desde otro ¨¢ngulo". En El domingo de Bouvines (Alianza Editorial), el detallado relato de c¨®mo, el 27 de julio de 1214, el rey Felipe Augusto derrot¨® contra toda esperanza a la coalici¨®n de dos condes y un emperador en lo que para muchos es una de las jornadas decisivas en la creaci¨®n de Francia, Duby muestra tambi¨¦n c¨®mo fue una de las primeras batallas de la edad moderna, entre otras cosas porque rompi¨® con el sagrado ejemplo de descansar al s¨¦ptimo d¨ªa.
Duby escribe en un estilo casi literario, cuida su lenguaje para volverlo m¨¢s atractivo y prescinde en muchas ocasiones de la cita, lo que no deja de llamar la atenci¨®n en un mundo acad¨¦mico a¨²n regido por el cientifismo, en el que ¨²nicamente lo verificable es v¨¢lido. "Llevo 45 a?os escribiendo sobre la Edad Media y ya he hecho mis pruebas", dice Duby, para quien el hecho de que no haya citas no significa que cada una de las afirmaciones que hace no est¨¦ apoyada, y muy bien, en documentos fiables. Poco fiable, por ejemplo, es la literatura, que inventa. Esta es justamente la diferencia de la Nueva Historia con la literatura. Que la primera no inventa bajo ning¨²n concepto.
Sin nostalgia
La Edad Media explica Duby, es un tiempo lejano y a la vez cercano, m¨¢s c¨®modo para el historiador porque es posible llegar a manejar todas las fuentes disponibles, y no ser avasallado, como los pobres colegas de la Modernidad, por una inmanejable masa de documentos. El hombre medieval es profundamente distinto de nosotros, pero a la vez cercano: la prueba, explica, es la fascinaci¨®n que ejerce ahora en Francia.Un tiempo parecido al nuestro, en el que los equipos de los torneos de Caballeros levantaban tantas pasiones como hoy los de f¨²tbol, y tambi¨¦n se confund¨ªan los colores del equipo con los de la patria. Mas era tambi¨¦n una ¨¦poca muy distinta, en la que hombres y mujeres se gobernaban por im¨¢genes ideales distintas de las que nos animan a nosotros". Lancelot, el caballero perfecto, es para nosotros un ideal distinto.
"No, no tengo nostalgia de aquel tiempo, que era abominable", dice Duby, quien m¨¢s tarde s¨ª reconocer¨ªa tener cierta nostalgia por la vida de no hace tanto, cuando "el mundo era menos gris y, en el fondo, ¨¦ramos m¨¢s felices". En Francia, dice Duby, que ha hablado en otro sitio de la tristeza de los supermercados, existe un intento de regresar a las no lejanas ra¨ªces campesinas "ante una civilizaci¨®n informe y gris¨¢cea, ante unas ciudades en las que se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil respirar". "El hombre siempre ha vivido de sue?os", recuerda. "Creo que es posible imaginar una vida diferente de la uniformidad. La palabra espiritualidad tiene algo de reaccionario, pero es necesario introducir en la vida algo inmaterial".
Babelia
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