La m¨¢quina para acortar el tiempo
"El coche ser¨¢ la ¨²ltima de sus preocupaciones". Esta frase, que corona el pabell¨®n Ford, ilustra perfectamente la decadencia automovil¨ªstica, en particular la del coche norteamericano. Una decadencia que se cubre, como siempre, con el m¨¢ximo de adornos y accesorios in¨²tiles, como el cambio de nombre al sal¨®n de Par¨ªs: Sal¨®n Mundial del Autom¨®vil... Entonces uno recuerda el gran error que fue bautizar Talbot a los Simca-Chrysler.De hecho, lo que s¨ª es realmente mundial es la televisi¨®n; el coche de cada uno, ya sea deportivo o para transporte, no es m¨¢s que un objeto local. Desde hace ya alg¨²n tiempo, el coche da vueltas en redondo; m¨¢s exactamente, se muerde la cola: s¨®lo esto es mundial. De aqu¨ª el ¨¦xito del veh¨ªculo todo terreno, de ese famoso 4X4 que intenta salirse del atolladero de las carreteras de tierra, de ese exc¨¦ntrico trial que a todo precio quiere salirse del camino, el coche...
Ciertamente, el ¨²nico veh¨ªculo de ¨¦xito es la imagen, una imagen en tiempo real que viene a sustituir al espacio real, por el cual a¨²n se desplaza el coche. Por ¨²ltimo, la crisis del coche dom¨¦stico es bastante parecida a la del cine. En realidad, muchas salas de barrio se han convertido en garajes antes que estos ¨²ltimos, a su vez, se convirtieran en supermercados, tiendas de ropa o incluso, m¨¢s recientemente, en estudios de grabaci¨®n.
Como lo explicaba Fellini el verano pasado: "No viajo m¨¢s, s¨®lo me dan ataques de desplazamiento". Efectivamente, ya no dominamos m¨¢s la energ¨ªa motriz de cualquier medio de transporte; como la fiebre, la energ¨ªa nos domina, nos posee intensamente, de ah¨ª surge el gran riesgo del doping: de la droga para "ponerse a cien".
"El cine", dec¨ªa Hitchcock, "son butacas con gente". Incluso los asientos de madera de las salas de provincias est¨¢n, por el momento, menos vac¨ªos que las butacas de los cines capitalinos: no hay que hacerse ilusiones. ?Hasta cu¨¢ndo seguiremos aceptando esta enfermiza obsesi¨®n, estos problemas de la carretera? En el Jap¨®n la tele ha invadido ya los taxis como lo hizo con los ascensores de los rascacielos. Prohibidos como los perros en las plazas, los coches ya no circulan por las zonas peatonales de algunos barrios c¨¦ntricos y se refugian en la periferia a la espera de un cintur¨®n superperif¨¦rico de circulaci¨®n o incluso del sistema laser ultrarr¨¢pido y subterr¨¢neo donde el autom¨®vil se confundir¨¢ con el metro.
Hace unos a?os, la Fundaci¨®n Cartier expuso en Jouy-en- Josas una excelente colecci¨®n de coches Ferrari, verdadero simposio de coup¨¦s, cabriol¨¦s. Esos embalajes de lujo mostraban nada menos que la evoluci¨®n, la historia de la aerodin¨¢mica de posguerra. Curiosidades hoy superadas como aquellas de pasadas ¨¦pocas por su propia belleza.... una belleza tan ins¨®lita en la era del dise?o por ordenador como la de los muebles de nuestras abuelas.
Hay tantas preguntas sin respuesta que sin embargo deber¨ªan desembocar en otras m¨¢quinas, en otros medios (de transporte o de comunicaci¨®n) sin relaci¨®n alguna con los utensilios dom¨¦sticos que a¨²n nos proporcionan placer durante el verano y algunos fines de semana en primavera.
Observ¨¦moslos: ya ni siquiera giramos el sintonizador de la vieja radio; ahora apretamos un bot¨®n o manipulamos el mando a distancia de la tele..., hasta nuestros relojes de cuarzo ya no tienen agujas giratorias, sino s¨®lo una pantalla con n¨²meros...
"Esto reemplazar¨¢ a aquello", escribi¨® Victor Hugo a prop¨®sito del libro y de la catedral. ?No suceder¨¢ lo mismo ma?ana con la pantalla y el coche? ?Hasta cu¨¢ndo podremos circular? Los japoneses (?siempre ellos!) ?acaso no acaban de inventar el Bo.Dokhan, nuevo tipo de auriculares para o¨ªr el walkman casi a la perfecci¨®n? Incluso la luz del Sol ya no ilumina con sus variables rayos el interior de las habitaciones; ha sido desplazada por la fibra ¨®ptica. De hecho, seg¨²n los propios responsables, en la periferia de Osaka (20 millones de habitantes) se est¨¢ instalando toda una red de cable ¨®ptico bajo las autopistas, invadiendo as¨ª el terreno propio de los coches. Veamos lo que Alain Prost declar¨® a Lib¨¦ration (28 de septiembre de 1988). El campe¨®n del mundo de F¨®rmula I dec¨ªa: "La verdadera velocidad consiste en enfrentarse a los obst¨¢culos con la sensaci¨®n de moverse en un filme a c¨¢mara lenta". El ex piloto de rallies Bernard Darniche declaraba tras retirarse: "?Para m¨ª el coche ideal es un coche con direcci¨®n videom¨®vil!'.
?Para qu¨¦ ocultarlo? La ¨²nica manera de salvar al autom¨®vil consiste en incorporarle el compresor de tiempo para la imagen-v¨ªdeo: el turbocompresor de imagen en tiempo real. El coche que habla, que llora y que avisa de los fallos mec¨¢nicos es un error desde el momento mismo de salir a la venta (20 millones de pesetas aproximadamente por unidad): simuladores de carretera para las autoescuelas. Lo que habr¨ªa que lograr cuanto antes es el coche capaz de ver, el veh¨ªculo transhoriz¨®n que incorporase a la velocidad propia del coche la audiovisual. Espereinos que el proyecto Prometheus, que en el conjunto del Eurelca agrupa a 13 constructores europeos, alcance plenamente sus objetivos. El travel pilot, presentado este a?o en el pabell¨®n Blaupunkt, no es otra cosa que un sistema anticuado de conducci¨®n autom¨¢tica, si se piensa que los chips electr¨®nicos menores de una micra contendr¨¢n en breve el equivalente a la red de autopistas de Estados Unidos.
En un reciente anuncio publicitario de lavadoras, Thomson llamaba a este electrodom¨¦stico "el ordenador de lavado". ?Por qu¨¦ seguimos sin aceptar que los medios de transporte del ma?ana ser¨¢n ante todo una computadora m¨®vil, con parabrisas y tableros de mando m¨¢s atractivos que las viejas formas del veh¨ªculo aerodin¨¢mico?
Del mismo modo que el paracaidismo evoluciona cada vez m¨¢s hacia el vuelo relativo, el desplazamiento del autom¨®vil evolucionar¨¢ ma?ana del medio de transporte f¨ªsico absoluto hacia una t¨¦cnica mixta: un medio de transporte relativo m¨¢s otro de comunicaci¨®n, la energ¨ªa cinem¨¢tica de la imagen videoinfogr¨¢fica que har¨¢ m¨¢s completa y, con muchas m¨¢s ventajas, la energ¨ªa cin¨¦tica del cilindro del motor.
En una ¨¦poca en la que es posible registrar en un solo videodisco las diferentes v¨ªas de una ciudad (en este caso Aspen, en Colorado, EE UU), ?c¨®mo no intentar renovar la perspectiva en el autom¨®vil? Una perspectiva en la que la profundidad de tiempo de la imagen electr¨®nica superar¨¢ finalmente a la profundidad de espacio de la red de carreteras... Una velocidad superior que quitar¨¢ sentido a todas las otras, el TGV (Train Grande Vitesse) y el avi¨®n hipers¨®nico nada cambiar¨¢n: la m¨¢quina para acortar, para abatir el tiempo, ya no es m¨¢s el autom¨®vil; a partir de ahora es el audiovisual y las t¨¦cnicas de tiempo real.
Traducci¨®n: C. Scavino.
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