El amor necesario
En recientes obras filos¨®ficas y literarias se ha planteado el problema de si la necesidad de ese ¨²nico ser que se ama es verdadero amor o mera dependencia y utilizaci¨®n ego¨ªsta. Es muy frecuente la frase "te necesito, no puedo vivir sin ti" como expresi¨®n suprema del amor necesario. Esta necesidad de ser amado es m¨¢s pat¨¦tica cuando se convierte en obsesiva demanda de su presencia con quejas y hasta llanto, que reflejan una completa subordinaci¨®n. ?C¨®mo se origina la dependencia amorosa, esa dicha enajenada que nos hace vivir de otro?Sabemos que el amor es de esencia espiritualista, tranquilidad ¨ªntima y que vive amurallado en el cerebro. En este sentido es la absoluta subjetividad, el actus purus, "die reine Gefulht", el sentimiento puro. Hegel, en Filosof¨ªa de la religi¨®n, espiritualiza el Yo de forma creciente, hasta el extremo de llegar a una ruptura total con la corruptora y disolvente objetividad que son los otros seres. Esta concepci¨®n la asume Bauer y la derecha hegeliana, frente al progresivo materialismo de la concepci¨®n del amor de la izquierda hegeliana. Para Hegel, pues, el amor es liberaci¨®n subjetiva de la oprobiosa supeditaci¨®n que crea la necesidad de otra criatura para existir y que se puede transformar en objeto imprescindible de nuestra pura subjetividad. Pero cuando aparece fuera de uno, ¨¦l o ella, que crea la pasi¨®n de amor, se acaba esta l¨ªmpida paz de autoconciencia. Por esta raz¨®n, Marx, en La sagrada familia, dice que la objetividad expresa exactamente lo que el amado es para el amante, un objeto exterior de su afecto en el que satisface la propia b¨²squeda de su sentir. As¨ª, el Otro es vitalmente necesario para el sujeto que ama, porque lo hace amante real, efectivo. Ahora bien, si en un primer momento de la aparici¨®n ese ser es un mero objeto, m¨¢s tarde se convierte en "sinnlicher Gegenstad' (objeto sensible) y se humaniza al hacerse totalidad amorosa necesaria. De aqu¨ª deriva que hagamos a los otros objeto de nuestros sentimientos.
El amor necesario forma parte de la estructura objetiva de la subjetividad, es decir, buscamos encontrar el otro yo que somos, un desdoblamiento. "?Te necesito, s¨®lo vivo de ti!" revela una dependencia que corresponde a la esencia ego¨ªsta del amor. El Otro materializa nuestro sentimiento amoroso y nos lo hace vivir. Por consiguiente, es el objeto de la subjetividad, en la que desaparece como sujeto por s¨ª mismo. Unamuno dec¨ªa que su mujer era tan suya como sus piernas y sus brazos, para expresar que la hab¨ªa incorporado totalmente a su ser. As¨ª pod¨ªa vivir tranquilamente, olvid¨¢ndola, porque su amada mujer estaba tan ausente de su vida diaria como el propio cuerpo, del que s¨®lo tenemos conciencia l¨²cida en determinados momentos excepcionales. "El amor nos ense?a a hacer de los seres humanos objetos de nuestra afectividad" (Marx), por ello no podemos vivir sin el amado, a quien necesitamos como el aire para respirar. Pero esta necesidad tan dram¨¢tica es una hipocres¨ªa, ya que no necesitamos la persona amada tal como es, un sujeto que viene por s¨ª mismo y que ignoramos, sino tan s¨®lo su presencia objetiva, su compa?¨ªa f¨ªsica. ?Cabe deducir que es radicalmente falsa la necesidad de otro ser para amar?
"Te amo porque te necesito" es la f¨®rmula del amor inmaduro, afirma Erich Fromm. Sin embargo, la objetivaci¨®n, ese ir apasionado hacia el objeto amoroso, constituye la verdad del amor. No podr¨ªamos amar realmente si no necesit¨¢ramos a ese ser que est¨¦ siempre presente, que nos acompa?a todas las horas. Claro que esta necesidad trascendente de la inmanencia se puede convertir en puro mecanismo, en h¨¢bito ciego, como en el caso de Unamuno que citamos, en costumbre dulce que disuelve la verdadera correspondencia amorosa. Pero el amor necesita siempre otro ser, aunque sea para nuestros fines de realizaci¨®n personal. "Al amar ha abandonado la pasi¨®n de soledad y aislamiento que representaba el estado de narcisismo y autocentrismo" (Erich Fromm). Ahora bien, la dependencia amorosa puede llevar a la abyecci¨®n, someti¨¦ndose el amante a los caprichos y hasta a las violencias del otro como un esclavo, idolatr¨ªa embaucadora en la que pierde su independencia de pensamiento para conformarse y obedecer lo que el amado quiere. "?l es todo, yo no soy nada" significa una degeneraci¨®n del amor necesario. De otra parte, el amante, al absorber la otra persona, se siente acrecentado, realzado, supervalorado. Es lo que denomina Paul Tillich "autoafirmaci¨®n natural o autoaceptaci¨®n parad¨®jica", para sostener un elemental y primitivo amor a s¨ª mismo. Existe tambi¨¦n un amor necesario, deformado cuando los amantes sienten lo que precisan cada uno como propio. Este egotismo a dos los fortalece y a¨²na sus intereses para defenderse contra un mundo hostil.
Hay muchas manifestaciones deformadoras o envilecidas del amor necesario, pues al desear a otro buscamos apropi¨¢rnoslo, convertirlo en eje de nuestra vida. L¨²cidamente descubre Sartre el af¨¢n de dominar al que me hace ser. "Soy porque est¨¢ a mi lado silenciosa siempre la persona que quiero". De esta forma convierto el sujeto en objeto de mi ansia de ser. "Al amar queremos adue?arnos de la libertad de otro". Sin embargo, la sumisi¨®n objetiva del amado tampoco nos satisface. Deseamos que sea para m¨ª objetivamente sujeto que viva y act¨²e por s¨ª y a la vez se me someta, lo que crea un conflicto insoluble para el amor necesario. Contrariamente, si necesitamos una criatura con vehemencia enloquecida, perdemos nuestra libertad y nos objetivamos por completo, dejando de ser lo que somos. Entonces surge otro imperativo: convertir al amado en siervo de mi necesidad, para que haga lo que quiero a todas horas, siempre. Como esta sumisi¨®n total es imposible, el amor necesario como unidad con otro, dice Sartre, no es realizable nunca. ?ste es el drama de todo amor positivo que nace de la objetivaci¨®n rec¨ªproca, o de la necesidad de ser mediante los otros.
El amor tiene el poder sat¨¢nico de crear seres-objeto, pero tambi¨¦n a los sujetos en hombres humanos. Cuando tal ocurre ya no buscaremos en el otro un espejo que nos refleje el propio yo, sino que lo aceptamos tal cual es y aprenderemos a amarlo por s¨ª mismo, sin que le necesitemos para vivir, o quiz¨¢ necesitando m¨¢s que nunca la reciprocidad del amor que convierte a los amantes en objeto ¨²nico inseparable. S¨®lo as¨ª el amor necesario objetivo, base natural del amor, se transforma en amor subjetivo real, innecesariamente necesario.
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