Triunfo insuficiente de Espa?a sobre Italia en el Preeuropeo
LUIS G?MEZ ENVIADO ESPECIAL Espa?a no pudo conseguir su principal objetivo, ganar a Italia por m¨¢s de 12 puntos. En realidad, nunca estuvo demasiado cerca de ¨¦l, por lo que cabe concluir que el t¨¦cnico italiano, Sandro Gamba, le gan¨® por en¨¦sima vez la partida a su colega, Antonio D¨ªaz Miguel. Y Gamba tuvo que echar mano de una selecci¨®n, como la suya, cada vez m¨¢s mediocre, desprovista de jugadores carism¨¢ticos, pero amparada al menos en un cierto sentido de la disciplina y del juego de conjunto. Espa?a, a pesar de algunas notables ausencias, ten¨ªa mejor equipo e, indudablemente, m¨¢s calidad en la mayor¨ªa de sus jugadores, pero s¨®lo pudo obtener un tanto de ventaja.
La retirada de Meneghin, resultando significativa, coincidi¨® con la de otros jugadores, como Gilardi, Vecchiatto, Sachetti o Marzoratti, protagonistas de una selecci¨®n acorazada, propulsora del basket-control como soluci¨®n inteligente al problema de no disponer de grandes artistas ofensivos o creativos. Desde entonces, 1984, Italia sigue buscando una nueva generaci¨®n nacional que la sit¨²e con opci¨®n a medalla, pero no la ha encontrado. Sus dirigentes son conscientes, y as¨ª lo manifiestan, de que su Liga sufre una gran carencia: no hay grandes jugadores italianos. As¨ª, con hombres tan limitados como Della Valle, Grafis, Morandotti o lacopini, Italia recurre a algunas virtudes no del todo perdidas: su sentido del tempo, su esp¨ªritu colectivo o su capacidad defensiva. Con esta Italia mediocre tiene que navegar Gamba y con esta Italia mediocre, si bien no logr¨® meterse en los Juegos de Se¨²l 88, ha conseguido ser cabeza de serie en el pr¨®ximo Europeo y a costa de Espa?a, a la que acostumbran a envidiar los italianos.
Italia, por tanto, consciente de sus carencias, con poco juego exterior, circunstancia que se agrav¨® todav¨ªa m¨¢s ante la temprana lesi¨®n de Riva, se limit¨® a controlar a una prudente distancia el juego del equipo espa?ol. Lo consigui¨® a lo largo de todo el partido, puesto que Espa?a nunca logr¨® tener m¨¢s de ocho tantos de ventaja. Incluso, en situaciones circunstanciales, Italia logr¨® ponerse por delante. Su juego, mediocre, pero disciplinado al fin y al cabo, encontr¨® mejor acomodo en la indefinici¨®n que supuso en todo momento lo realizado por el cuadro dirigido por Diaz Miguel.
Los jugadores espa?oles, ciertamente, se pasaron casi todo el partido mirando al segundero, pero no supieron darle al encuentro el ritmo necesario: no apretaron, no sacaron el contraataque, no descargaron juego sobre su zona exterior y tampoco abrumaron en la lucha reboteadora a pesar de que D¨ªaz Miguel se mantuvo gran parte del partido utilizando a dos pivots grandes. Curiosamente, Gamba opt¨® por seguir una t¨¢ctica diferente, como fue la de disponer a su equipo con un solo pivot grande. Definitivamente, la estrategia del t¨¦cnico italiano fue m¨¢s eficaz que la de su colega espa?ol, entre otras cosas porque las ¨²nicas acciones de contraataque, mediada la segunda parte, nacieron del bando italiano, lo que le permiti¨® afrontar los cinco ¨²ltimos minutos con enormes posibilidades de mantener su objetivo.
Italia, por tanto, volvi¨® a ser m¨¢s pr¨¢ctica que Espa?a. No es cosa nueva, pero s¨ª empieza a ser preocupante que obtenga tan buenos resultados con un conglomerado de jugadores tan mediocres. Preocupante, porque suele obtenerlos, casi siempre, a costa ni m¨¢s ni menos que de Espa?a.
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