Los eurodiputados no lo sab¨ªan
El eurodiputado alem¨¢n occidental Gerard Smicht, que hizo la propuesta de condena de las corridas de toros, y quienes le apoyaron para que la aprobara el Parlamento Europeo protestaban de que haya picadores en la lidia, y no sab¨ªan mucho m¨¢s sobre el asunto. De eso se quejan ahora los taurinos: de que los eurodiputados condenaran la fiesta sin estar suficientemente documentados. Los taurinos, en el fondo, son unas almas c¨¢ndidas. Porque si los eurodiputados llegan a estar documentados de verdad, all¨ª se arma un Dos de Mayo.Los eurodiputados, adem¨¢s de ignorar las ra¨ªces de la fiesta, el arraigo que ha adquirido en Espa?a, Portugal y sur de Francia, el movimiento econ¨®mico del espect¨¢culo, los valores art¨ªsticos del toreo y, sobre todo, la naturaleza del toro de lidia, su selecci¨®n y crianza, no deb¨ªan tener ni siquiera una idea barruntativa de que a ese toro aut¨®ctono, exclusivo, bello y bravo gente incivil lo encierra y amarra en un artilugio llamado mueco para cortarle los cuernos.
Ni idea barruntativa siquiera deb¨ªan tener de que si el serrucho seccion¨® m¨¦dula sangrante, esa gente incivil tapona la hemorragia clav¨¢ndole una astilla por el canalillo. Luego lima a mano de escofina el tronzado pit¨®n al objeto de disimular el destrozo, oculta estr¨ªas con asquerosa grasa de carro y, concluida la operaci¨®n, da suelta al animal a la soledad de una oscura corraleta donde el dolor habr¨¢ de liberarlo a mugidos, si puede. Pero ni all¨ª, ni nunca hasta su muerte en el ruedo, dejar¨¢ el toro de rumiar la humillaci¨®n de haber tenido inmovilizada a traici¨®n la fuerza ind¨®mita de su bravura y de que le hayan partido salvajemente los hermosos atributos de su poder¨ªo.
Si llegan a saber esto los eurodiputados, la de Troya parecer¨ªa una partidita de parch¨ªs en un hogar del pensionista al lado de la que habr¨ªan organizado en el Parlamento Europeo. Y podr¨ªa ocurrir que entre el fragor del debate unos se pelaran las barbas a pu?ados, otros se rasgaran las vestiduras y los m¨¢s vehementes hasta se quemaran a lo bonzo.
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