Un terrible dilema
En el caso de las embarazadas enfermas de SIDA se sabe que en la semana 15 o 16 se puede haber transmitido el virus. El dilema que se les plantea es el de dar a luz un hijo que puede sufrir la muerte propia de la enfermedad o sacrificar un hijo sano, ya que en la mitad de ellos desaparecen los anticuerpos en 15 meses.
Los ginec¨®logos sabemos que la fuerza reproductora de la naturaleza tiende a vencer los artilugios anticonceptivos que nuestra inteligencia ha inventado para separar la sexualidad de su fin reproductivo. Pero lo que resulta a¨²n m¨¢s sorprendente son las vallas, a veces abismos, con que limita la desviaci¨®n de aquel fin. La prostituci¨®n, la homosexualidad y la promiscuidad comportan un riesgo de enfermar que ha ido desde la s¨ªfilis a la gonococia, las clamidias, los virus y finalmente el drama sanitario de SIDA.Parece que estos patologismos van surgiendo como un enemigo invencible que, ante la eficacia de? salvarsan y las sulfamidas o la de los antibi¨®ticos, ofrece la batalla con unos virus ante los que nos encontramos terap¨¦uticamente casi desarmados. Estas enfermedades, antes llamadas ven¨¦reas, se las conoce hoy como de transmisi¨®n sexual y, como dice su t¨¦rmino, la pareja de un afectado se contagia, y en el caso de la mujer, el hijo es afectado por la enfermedad. Hemos conocido la s¨ªfilis cong¨¦nita, la ceguera por la gonococia o la blenorragia, la meningitis por virus y, finalmente, la transmisi¨®n por v¨ªa placentaria.
Existe un grupo de poblaci¨®n con alto riesgo de contraer la inmunodeficiencia adquirida, que abre la puerta a repetidas infecciones que terminan con la muerte y constituyen el s¨ªndrome que abreviamos con las siglas SIDA o en ingl¨¦s AIDS. Constituyen este n¨²cleo de poblaci¨®n los drogados por v¨ªa intravenosa y los hemof¨ªlicos, los homosexuales y los pobladores de ciertos pa¨ªses centroafricanos en que la enfermedad es end¨¦mica. El mejor conocimiento de la enfermedad ha terminado con los contagios por transfusi¨®n, y los homosexuales reducen su riesgo al adoptar medidas profil¨¢cticas, en tanto el grupo de los drogadictos ocupa el primer lugar en Catalu?a, Madrid y Pa¨ªs Vasco, de forma que en ellos y sus parejas el contagio, es de alta frecuencia, porque tienen la costumbre de compartir las jeringas.
En los hijos de los contagiados se observa un 60%, de nacidos con seropositividad al virus del SIDA, y de ellos, la mitad habr¨¢ muerto a causa de la enfermedad antes del a?o, en tanto en el resto pueden desaparecer los anticuerpos en el plazo de 15 meses. Entre el total de los drogados que tienen hijos, un 1,75% de los ni?os mueren a causa del SIDA. Otros riesgos obst¨¦tricos son la prematuridad, el desarrollo escaso y finalmente el impresionante s¨ªndrome de abstenci¨®n.
Duro dilema
Los m¨¦dicos debemos atender estos casos e intentar paliar las graves consecuencias expuestas, pero, sobre todo, colaborar a la profilaxis con medidas educativas y sanitarias. Entre ellas, la de que en la poblaci¨®n de alto riesgo se efect¨²e una determinaci¨®n de anticuerpos antes de casarse y, por supuesto, antes de concebir. En el caso de embarazada con seropositividad, conocemos que a la semana 15 o 16 se puede haber transmitido el virus, y ante ello, a los padres se les plantea un duro dilema si se deciden por acogerse a la ley de interrupci¨®n del embarazo: dar a luz un hijo que puede sufrir el calvario de la muerte a plazos, propia del SIDA, o sacrificar un hijo sano dado que en la mitad de ellos desaparecen los anticuerpos en 15 meses.
Para evitar estos desastres es conveniente tener bien presente que el virus se transmite por la sangre, el acto sexual y por la placenta. Para la primera v¨ªa, las transfusiones ofrecen toda la seguridad, y s¨®lo se concibe como peligro la transmisi¨®n de sangre por el uso comunitario de jeringuillas en el caso de los drogadictos. En el uso del sexo en situaciones de riesgo, sea cual sea el m¨¦todo de anticoncepci¨®n utilizado, debe a?adirse el uso del preservativo. Finalmente, ante la posibilidad de una transmisi¨®n prenatal, creo que las consecuencias son tan graves que el posible hijo tiene el derecho a no ser concebido.
No hace mucho que pudimos leer en los peri¨®dicos que el primer catal¨¢n nacido en una de nuestras capitales de provincia hab¨ªa muerto antes de cumplir el a?o a causa del SIDA. Al impacto del caso aislado debe a?adirse la triste realidad de que Espa?a con Italia son los pa¨ªses europeos que tienen un m¨¢s alto porcentaje de SIDA infantil, que es la forma m¨¢s grave y humanamente m¨¢s desgarradora de esta enfermedad.
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