Polic¨ªas en la jungla
El Servicio Zonal de Centro realiz¨® 3.000 detenciones un su primer a?o
Ahora se cumple el primer aniversario de la entrada en funcionamiento del Servicio Zonal Especial de Centro, una unidad integrada por 40 polic¨ªas que durante este tiempo ha detenido a unas 3.000 personas. Antes de que se formase este equipo, el centro de Madrid era "una jungla", seg¨²n reconoce uno de sus jefes. Entre sus ¨²ltimas intervenciones destaca la detenci¨®n de un grupo de chicas en el momento en que robaban su cartera a la vedette Norma Duval en la calle de Preciados.
El Zonal, como lo denominan coloquialmente sus componentes, se cre¨® fundamentalmente con la finalidad de hostigar a la delincuencia callejera, que durante a?os hab¨ªa campado con relativa tranquilidad por el denominado coraz¨®n de la capital madrile?a.Cuarenta funcionarios -dos inspectores jefes, ocho inspectores y el resto polic¨ªas b¨¢sicos- se encargan desde el 7 de diciembre del a?o pasado de patrullar por los distritos policiales de Latina, Retiro, Mediod¨ªa, Arganzuela, Buenavista y Centro. Tienen su cuartel general en la comisar¨ªa de la calle de la Luna.
Los hombres del Zonal prestan servicio durante la tarde, noche y madrugada de todos los d¨ªas. Todos van vestidos de paisano para pasar m¨¢s f¨¢cilmente inadvertidos. Durante su primer a?o de vida, estos agentes han efectuado unas 8.600 intervenciones consistentes fundamentalmente en realizar "identificaciones selectivas" y en detener a extranjeros que se hallaban ilegalmente en Espa?a.
El comisario Juan Luis M¨¦ndez, responsable de la comisar¨ªa de Centro, reconoce: "Antes de que empezase a funcionar el Servicio Zonal, el distrito era poco menos que una jungla. Los traficantes, por ejemplo, estaban desmadrados. Los extranjeros, en su mayor¨ªa ¨¢rabes y de raza negra, pululaban sin demasiados problemas pese a no tener su documentaci¨®n en regla".
Otro de los mandos del Zonal relata que los camellos actuaban con tal descaro que a ellos mismos les met¨ªan la droga por la ventanilla del coche, sin reparar en que sus ocupantes eran polic¨ªas. Pero, seg¨²n el mismo funcionario, esta situaci¨®n ha cambiado: "Ahora no hay traficantes en plena calle", dice, "sino que tienen que vender en los pisos".
Un arsenal
Los negros que trapichean con la hero¨ªna han inventado un curioso sistema para no ser descubiertos: acarrean papelina a papelina desde el vendedor al consumidor llev¨¢ndola oculta en la boca, entre la enc¨ªa y el labio superior. Si huelen a un madero (polic¨ªa) no dudan en tragarse el paquetito.El Servicio Zonal Especial de Centro se ha incautado este a?o de 16 kilos de hach¨ªs, 250 gramos de coca¨ªna, m¨¢s de medio kilo de hero¨ªna, 1.150 anfetaminas, 173 carteras y bolsos, varias armas de fuego, 140 navajas, 13 cuchillos, cinco tijeras, joyas, autorradios y herramientas. "Los enfrentamientos con los delincuentes" dice un funcionario, "son frecuentes y es raro el d¨ªa que no hay un compa?ero de baja". Una prostituta afectada de SIDA ha tenido en jaque durante meses a un polic¨ªa al que mordi¨® en una mano.
Otra importante preocupaci¨®n di estos polic¨ªas la constituye el grupo de carteristas y bolsilleras que act¨²an en la Puerta del Sol. Durante las actuales v¨ªsperas de Navidad, la calle de Preciados y adyacente! soportan diariamente una p:)blaci¨®n flotante de un mill¨®n de personas. Y eso es suficiente aliciente para quienes viven del hurto y de la estafa.
En los seis distritos que controlan estos 40 agentes tambi¨¦n abundan los sirleros (atracadores con arma blanca). Hace unos d¨ªas detuvieron a los de ellos cuando asaltaban en el portal de Radio Madrid, en Gran V¨ªa, a una mujer que llevaba en el bolso casi 200.000 pesetas. El periodista Andr¨¦s Aberasturi, presentador de los telediarios, fue testigo de esa actuaci¨®n policial.
Los hombres del Zonal asegurar que su labor de "hostigamiento" est¨¢ dando tan buenos resultados que han o¨ªdo quejarse a algunos delincuentes de que "el Centro est¨¢ matao": ha perdido sus buenas condiciones para su negocio y han decidido trasladarse a otro barrio.
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