Los vientos alisios

Col¨®n no habr¨ªa llegado jam¨¢s a Am¨¦rica de no ser por los alisios, esas brisas regulares causadas por la rotaci¨®n de la Tierra que llevan viento en popa, con una constancia que s¨®lo cede de tarde en tarde, hasta el otro lado del oc¨¦ano. Col¨®n baj¨® hasta las islas Canarias en busca de vientos favorables, y los barcos de la Ruta del Descubrimiento siguen sus huellas.Esta primera parte de la regata ha supuesto algunas sorpresas entre los monocascos, como el primer Iugar en la clasificaci¨®n de tiempo compensado (proporcional al tama?o del barco) del Fontvella, un veterano barco de Enrique G. Curt que hasta ahora no hab¨ªa mostrado su real val¨ªa. En las regatas oce¨¢nicas es muy dificil que un barco de poca eslora haga buen papel, y el Fontvella es uno de los m¨¢s peque?os de la flota. Por contra, uno de los grandes favoritos, el maxi Hispania, de la Armada Espa?ola, va muy retrasado. Una clave de lo sucedido puede estar en los fuertes vientos de popa que han soplado hasta el momento, favorables para un barco que planea bien sobre las olas, como es el de Curt, y molestos para un barco grande, como el Hispania, en el que la vela de proa, alta hasta arriba del palo, lo desequilibra. El maxi Merit, muy parecido al Hispania, pero fraccionado (con la vela de proa m¨¢s baja), lleva bastante ventaja al barco de la Armada.

Volar sobre las olas

Dicen las cr¨®nicas que el primer velero en pasar el control de Canarias, el catamar¨¢n Jet Services, dej¨® boquiabiertos a los espectadores por su velocidad. No es nada extra?o. El Jet Services es uno de los barcos m¨¢s veloces que nunca se han construido, y su r¨¦cord de la traves¨ªa del Atl¨¢ntico Norte basta como referencia. La Ruta del Descubrimiento parece dise?ada expresamente para esos barcos de doble casco, que necesitan vientos portantes, es decir, vientos que soplen del trav¨¦s a la popa del barco, para poder volar sobre las olas. Se trata de una cuesti¨®n de cinem¨¢tica: la velocidad de los catamaranes es tan grande que influye mucho en la suma total de fuerzas, combin¨¢ndose con la velocidad y direcci¨®n del viento real para crear un viento aparente muy distinto. Aunque el viento real sea favorable, los catamaranes llevan sus velas muy cazadas, porque en cuanto aceleran el viento aparente se les va hacia la proa. El meteor¨®logo y el t¨¢ctico de un catamar¨¢n deben escoger cuidadosamente la ruta a seguir para asegurarse de que los vientos reales de la zona sean portantes. Y los alisios lo son en toda la traves¨ªa que conduce a Am¨¦rica, siempre que se descienda hasta la latitud de las islas Canarias.

Los monocascos tambi¨¦n caminan m¨¢s r¨¢pidamente con vientos abiertos, pero las diferencias no son tan acusadas. Si un catamar¨¢n puede tener graves problemas con viento de proa, un monocasco navega razonablemente bien, aunque sea despacio, de ce?ida. As¨ª que el monocasco no se desviar¨¢ en busca de vientos abiertos, pero los catamaranes aceptar¨¢n gustosos esas millas extras por la gran velocidad que pueden llegar a alcanzar. Pero en este caso no les va a hacer falta dar ning¨²n rodeo t¨¢ctico. Si los alisios no fallan a su cita, llevar¨¢n en popa a toda la flota hacia el Caribe, como hicieron con las carabelas de Col¨®n. El Jet Services llegar¨¢ con una gran ventaja a la meta, aun cuando las reglas de la regata le obliguen a hacer 600 millas de m¨¢s.