M¨¦xico, una particular forma de 'morder'
El incendio de La Merced evidencia el peligro de la corrupci¨®n
El incendio del barrio de La Merced, en el que perdieron el pasado domingo la vida 72 personas, ha puesto dram¨¢ticamente en evidencia el peligro que representa la corrupci¨®n en M¨¦xico. La c¨¦lebre mordida (soborno), tan caracter¨ªstica de este pa¨ªs como el paseo de la Reforma o las pir¨¢mides de Teotihuac¨¢n, vuelve a ser objeto de verg¨¹enza y de repudio de una poblaci¨®n que se lamenta de que unos cuantos pesos sirviesen para permitir la instalaci¨®n de puestos peligrosos en zonas pobladas.
Las investigaciones posteriores al incendio muestran que, con toda probabilidad, tanto el puesto de fritangas en el que se desat¨® el fuego como los almacenes de cohetes a los que se transmiti¨®, carec¨ªan de licencia para su instalaci¨®n. Los vecinos hab¨ªan denunciado reiteradamente el riesgo que eso supon¨ªa para todos los habitantes, pero siempre se hab¨ªan estrellado con una s¨®lida red de corrupci¨®n institucionalizada.La delegaci¨®n municipal correspondiente hab¨ªa enviado en ocasiones anteriores a inspectores oficiales para revisar las instalaciones ilegales, pero esos funcionarios se hab¨ªan vuelto cada vez satisfechos a sus oficinas con un buen fajo de dinero en su bolsillo a cambio del silencio o de un informe positivo.
Esto se sab¨ªa. El procedimiento es vox populi en M¨¦xico y, seguramente, no s¨®lo en el barrio de La Merced, pero nunca se ha reaccionado con energ¨ªa. Ahora, despu¨¦s de la tragedia, el Congreso ha llamado a declarar al jefe de la delegaci¨®n en la que se produjo el incendio con el fin de investigar la corrupci¨®n evidente y generadora del drama.
El caso ha producido cierto escalofr¨ªo en algunos sectores m¨¢s informados o de mayor sensibilidad, pero no ha causa do el impacto que se pod¨ªa esperar en cualquier otra sociedad. La raz¨®n est¨¢ en que este pa¨ªs lleva a?os conviviendo con los sobornos, la corrupci¨®n y los abusos de poder con la misma naturalidad con que se pasea en las ma?anas de domingo por el bosque de Chapultepec. El nuevo presidente, Carlos Salinas de Gortari, ha prometido una moralizaci¨®n de todos los estamentos de la sociedad, pero es consciente del alto grado de penetraci¨®n que la corrupci¨®n ha alcanzado en un M¨¦xico silencioso e introvertido, poco dado a airear sus problemas.
Con relativa periodicidad saltan a la Prensa casos aparatosos sobre la involucraci¨®n de altos personajes en robos y extorsiones masivos -como los del negro Durazo o Jorge D¨ªaz Serrano, en Pemex-, y se conocen tambi¨¦n otros sucesos menores de funcionarios que utilizan sus cargos p¨²blicos para ejercer chantaje y presi¨®n. Todo eso forma parte de la realidad aceptada por los mexicanos, que comprenden, c¨ªnicamente, que el sexenio (el per¨ªodo gubernamental) s¨®lo llega una vez en la vida y hay que aprovecharlo. Pero la corrupci¨®n m¨¢s molesta, la que m¨¢s sufre cada uno de los habitantes de este pa¨ªs, es la que tienen que lidiar cada d¨ªa al salir de casa.
En una ciudad de cerca de 20 millones de habitantes es muy dif¨ªcil encontrar un aparcamiento durante las horas del d¨ªa, pero eso se soluciona con facilidad si se deja el coche en un lugar prohibido, protegido por un polic¨ªa, al que se deja una propina de 1.000 pesos (unas 50 pesetas) por hacer la vista gorda.
Muchos extranjeros se prestan gustosos a esta pol¨ªtica porque a todos les resulta c¨®modo, pero alguno, imbuido por los vientos de cambio que quiere traer el nuevo presidente, quiso resistirse hace pocos d¨ªas a la tentaci¨®n de los 1.000 pesos y fue interceptado por un agente que le sugiri¨® con iron¨ªa: "Se?or, voy a tener que llevarlo al banquillo de los acusados si no se acuerda usted de los pobres".
Aver¨ªas telef¨®nicas
La mordida vale tambi¨¦n casi siempre para evitar una multa en la carretera, para salvar una cola o para acelerar los complejos tr¨¢mites burocr¨¢ticos. Una empleada, ya despedida, de una destacada oficina gubernamental sol¨ªa poner dificultades a aquellos emigrantes extranjeros que solicitaban sus correspondientes permisos sin el acompa?amiento de una comida u otro detalle. Una pareja de novios tuvo que pagar recientemente unas 5.000 pesetas para conseguir que la juez correspondiente fijara la fecha de su matrimonio civil en el momento en que ellos deseaban y no en el largo plazo en el que la administradora de justicia dec¨ªa tener tiempo para ello.Algunos casos, como el de la compa?¨ªa nacional Tel¨¦fonos de M¨¦xico, son especialmente sangrantes. Obviamente, existe en este pa¨ªs un n¨²mero en el que informar sobre una aver¨ªa telef¨®nica, tras lo cual hay que esperar, naturalmente, a que los t¨¦cnicos la reparen. ?sa es la v¨ªa legal, pero, siempre que pueden, los mexicanos buscan alternativas m¨¢s r¨¢pidas y eficaces, como es la de esperar en una esquina el paso de alg¨²n coche con el emblema de la compa?¨ªa y ofrecer al empleado una propina a cambio de la soluci¨®n instant¨¢nea de la aver¨ªa de su aparato. Observando el n¨²mero de gente que opta por esta v¨ªa, es f¨¢cil de entender que los t¨¦cnicos no encuentren tiempo para su trabajo legal.
Diplom¨¢ticos, periodistas y todas aquellas personas que dependen del tel¨¦fono tienen que recurrir a contactos dentro de la compa?¨ªa para que les solucionen este tipo de problemas. Algunos de estos contactos han revelado que, en ocasiones, funcionarios de Tel¨¦fonos de M¨¦xico detectan los n¨²meros desde los que se hacen m¨¢s llamadas y los aver¨ªan a prop¨®sito con la esperanza de recibir posteriormente la mordida correspondiente.
Para el problema de Tel¨¦fonos de M¨¦xico, el nuevo Gobierno cree haber encontrado ya la soluci¨®n inevitable: su pr¨®xima privatizaci¨®n. En el caso de la corrupci¨®n policial, su origen parece estar en los bajos sueldos de los agentes. Un polic¨ªa de los que patrulla las calles no alcanza sueldos superiores a las 10.000 pesetas mensuales, por lo que tiene que buscar sobornos y propinas que, en la mayor¨ªa de los casos, le permiten doblar su salario.
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