El d¨¦ficit y su da?o a la econom¨ªa norteamericana
Casi parece obvio el se?alar la necesidad de reducir el d¨¦ficit. Sin embargo, hay otra tendencia de opini¨®n, afortunadamente minoritaria hasta ahora, seg¨²n la cual los d¨¦ficit no importan mucho o, en cualquier caso, no es urgente atajarlos.Refiri¨¦ndonos de entrada a los efectos corrosivos a largo plazo del d¨¦ficit, hay que decir que las razones para su reducci¨®n son imperiosas. Adem¨¢s, debe ponerse de relieve que ese largo plazo encoge r¨¢pidamente. Si no se act¨²a con celeridad, los desequilibrios de la econom¨ªa son tales que el d¨¦ficit va a dejarse sentir cada vez m¨¢s, y hasta con cierta inmediatez.
Es autoenga?o pensar que, visto c¨®mo han coexistido estos ¨²ltimos a?os una situaci¨®n de fortaleza econ¨®mica y un d¨¦ficit de gran magnitud, no procede inquietarse por posibles consecuencias da?inas de ¨¦ste en la econom¨ªa. Pero es iluso pensar as¨ª, porque el d¨¦ficit ha empezado ya a erosionar las fuentes mismas de nuestra energ¨ªa econ¨®mica. Y la necesidad de abordar el problema es cada vez m¨¢s urgente. Si algunos de los efectos negativos de los d¨¦ficit no se han dejado sentir a¨²n es sencillamente porque se han aplazado, pero no evitado. Y, adem¨¢s, las posibilidades de seguir eludiendo el problema disminuyen.
Hasta cierto punto, los efectos de los d¨¦ficit presupuestario y comercial a lo largo de los ¨²ltimos a?os se han visto amortiguados por dos circunstancias, que en estos momentos evolucionan, con rapidez. Me refiero, por un lado, a los m¨¢rgenes bastante amplios que ofrec¨ªa el contexto econ¨®mico en los primeros a?os de la actual expansi¨®n, que significaban que la econom¨ªa admit¨ªa bastante bien demandas cada vez mayores de los sectores p¨²blico y privado. Pero, adem¨¢s, es que, cuando nuestro sistema no contaba con suficientes recursos para satisfacerlas, se recurr¨ªa a importar tales recursos del exterior. Ello es observable en el gran d¨¦ficit comercial y por cuenta corriente que tenemos. Pero ahora, sin embargo, el margen se ha contra¨ªdo sensiblemente y, por tanto, se ha hecho cada vez m¨¢s patente que si ha de ser prolongada, la dependencia de fuentes externas de financiaci¨®n no es posible ni deseable. A medida que se suman esa reducci¨®n de recursos y el d¨¦ficit comercial, se hace preciso encontrar otras fuentes, o bien reducir las demandas de ahorro. Las opciones son limitadas; como se ir¨¢ viendo, la mejor opci¨®n para el pueblo norteamericano es la de una reducci¨®n mayor del d¨¦ficit presupuestario federal, necesidad m¨¢s apremiante cada d¨ªa que pasa.
Gracias a los notables esfuerzos desarrollados por la Administraci¨®n y por el Congreso, acompa?ados por un fuerte crecimiento de la econom¨ªa, el d¨¦ficit ha pasado de ser hace unos a?os del orden de un 5%-6% del PNB a estar ahora situado en torno al 3%. Este d¨¦ficit es, con todo, muy elevado todav¨ªa, en relaci¨®n con sus niveles hist¨®ricos. Desde la II Guerra Mundial, el d¨¦ficit presupuestario real solamente ha superado la cota del 3% durante la recesi¨®n de 1975, y durante este ¨²ltimo per¨ªodo, que arranca de 1982. Considerado desde el punto de vista estructural, el d¨¦ficit ha superado el 3% del PNB solamente en el per¨ªodo que comienza en 1983.
Los d¨¦ficit presupuestarios, sin embargo, solamente generan una presi¨®n sobre los recursos y los mercados crediticios cuando no se ven compensados por un ahorro en otros circuitos de la econom¨ªa. Si el conjunto del ahorro privado es peque?o, el d¨¦ficit federal y la inversi¨®n privada desarrollar¨¢n entre s¨ª una aguda competici¨®n por la financiaci¨®n, competici¨®n en la que ser¨¢ perdedora la segunda.
Si los d¨¦ficit norteamericanos de los ¨²ltimos a?os constituyen una amenaza, es precisamente por haberse producido en una situaci¨®n de ahorro privado comparativamente bajo en relaci¨®n con cotas hist¨®ricas e internacionales. Desde el punto de vista hist¨®rico, el ahorro neto de los particulares y del sector privado en Estados Unidos en los a?os ochenta es, en relaci¨®n con el PNB, de unos tres puntos porcentuales inferior a la media correspondiente a los tres decenios precedentes. En el ¨¢mbito mundial, el d¨¦ficit presupuestario ha sido un hecho muy com¨²n entre los principales pa¨ªses industrializados durante el presente decenio, si bien los ¨ªndices de ahorro privado han estado en tales pa¨ªses por encima, y por holgados m¨¢rgenes, de las cifras del d¨¦ficit. En Jap¨®n, por ejemplo, el d¨¦ficit estatal no ha llegado a representar siquiera un 20% del ahorro privado, aun cuando el Estado ha tomado en pr¨¦stamo una proporci¨®n de casi el 3% del PIB a lo largo de los a?os ochenta. En cambio, m¨¢s de la mitad del ahorro privado norteamericano ha sido absorbido por el conjunto de los d¨¦ficit de las administraciones p¨²blicas.
En esas circunstancias, d¨¦ficit de tales proporciones y tan persistentes erosionan lenta, pero inexorablemente, la econom¨ªa. Esa erosi¨®n se produce porque, los d¨¦ficit tienden a detraer recursos a la inversi¨®n privada neta. Y la ca¨ªda de la inversi¨®n neta ha reducido la tasa de crecimiento del capital nacional acumulado. Ello, a su vez, ha supuesto un ¨ªndice m¨¢s bajo de capital por trabajador del que habr¨ªa podido existir, lo cual seguramente va a redundar en una merma del crecimiento de la productividad del factor trabajo y, por ende, en una merma del aumento del nivel de vida.
Reorientaci¨®n de recursos
Esa detracci¨®n de recursos de la inversi¨®n privada neta por parte de los d¨¦ficit federales es un aspecto de un proceso m¨¢s amplio de reorientaci¨®n en la asignaci¨®n de los recursos reales, proceso que es secuela inevitable de la actuaci¨®n del Gobierno federal. ?ste tiene la posibilidad de captar con preferencia recursos del sector privado o de prescribir su utilizaci¨®n, para lo cual cuenta con una serie de medios, los m¨¢s importantes de los cuales son:
1.El gasto deficitario, previsto o no en el presupuesto.
2. El gasto financiado por los ingresos fiscales.
3. Las medidas de regulaci¨®n que afectan a actividades del sector privado, tales como el control de la contaminaci¨®n o el equipamiento de seguridad, financiadas por la industria por medio de la emisi¨®n de instrumentos de deuda.
4. La concesi¨®n de garant¨ªas del Estado en endeudamientos privados.
Lo que el gasto deficitario y las medidas de regulaci¨®n tienen en com¨²n es que la cantidad de recursos captados, directa o indirectamente, v¨ªa actuaciones del Gobierno, no guarda relaci¨®n con el tipo de inter¨¦s del mercado. El Gobierno federal, por ejemplo, financiar¨¢ todo su d¨¦ficit presupuestario, independientemente del tipo de inter¨¦s que tenga que abonar para obtener los recursos. An¨¢logamente, cualquier actividad del sector privado impuesta por regulaci¨®n contar¨¢ siempre con financiaci¨®n, independientemente de los tipos de inter¨¦s vigentes. La deuda que se contrae respaldada por garant¨ªa del Estado puede ser relativamente sensible a los tipos de inter¨¦s, pero las garant¨ªas tienen el efecto de vedar recursos a los que no tienen acceso al cr¨¦dito sin riesgo. El gasto p¨²blico plenamente financiado por el ingreso fiscal arrebata naturalmente recursos reales al sector privado, pero el proceso discurre por v¨ªas ajenas a los tipos de inter¨¦s reales.
Por otro lado, la actividad puramente privada es sensible, en mayor o menor medida, a los tipos de inter¨¦s. La demanda de hipotecas, por ejemplo, cae de forma pronunciad¨ªsima en la medida en que suben los tipos de inter¨¦s hipotecarios. La demanda de bienes por las empresas es indudablemente funci¨®n de los tipos de inter¨¦s a corto plazo, y el nivel de ¨¦stos, seg¨²n se expresa en el coste del capital, es factor clave de toda decisi¨®n relativa a la expansi¨®n o modernizaci¨®n de la capacidad productiva. De ah¨ª que, en la medida en que en una econom¨ªa haya m¨¢s demandas de recursos de los susceptibles de ser financiados, los tipos de inter¨¦s subir¨¢n hasta que desaparezca una porci¨®n suficiente del exceso de demanda. Esa demanda desalojada, por supuesto, no podr¨¢ ser la del Gobierno federal, habida cuenta que ¨¦sta no es sensible al alza de los tipos de inter¨¦s. Antes bien, los tipos de inter¨¦s reales subir¨¢n hasta el punto en que la demanda privada de cr¨¦dito se vea lo bastante reducida como para que puedan financiarse todas las necesidades del d¨¦ficit presupuestario y extrapresupuestario, adem¨¢s de todas las garant¨ªas materiales concedidas por el Estado y las actividades impuestas por regulaci¨®n.
La inflaci¨®n
En t¨¦rminos reales, no hay alternativa a la desviaci¨®n de recursos reales del sector privado al p¨²blico. A corto plazo, los tipos de inter¨¦s podr¨¢n contenerse si la Reserva Federal responde al exceso de demanda de financiaci¨®n practicando una pol¨ªtica monetaria m¨¢s expansionista. Pero esto no har¨¢ m¨¢s que engendrar una aceleraci¨®n de la inflaci¨®n y, en ¨²ltima instancia, tendr¨¢ en el mejor de los casos poco efecto sobre la asignaci¨®n relativa de recursos reales entre los sectores p¨²blico y privado.
Durante los ¨²ltimos a?os, el Tesoro ha sido un gran cliente, y cada vez mayor, de los mercados financieros. Del total de financiaci¨®n disponible, ha adquirido durante estos ¨²ltimos cuatro a?os aproximadamente un 25% del cr¨¦dito interior, frente a menos del 15% de los a?os setenta. Y para que el Tesoro pueda elevar de eta forma su participaci¨®n en la corriente de financiaci¨®n total, tiene que marginar a otros concurrentes.
Cuanto m¨¢s sensible al tipo de inter¨¦s sea la demanda de esos otros concurrentes privados, menor efecto alcista tendr¨¢ el aumento del endeudamiento del Tesoro sobre el tipo de inter¨¦s de equilibrio. Esto significa que cuanto mayor efecto de disminuci¨®n de la demanda de financiaci¨®n (m¨¢s los gastos asociados que tambi¨¦n han de ser financiados) tenga una subida dada del tipo de inter¨¦s, m¨¢s bajo ser¨¢ ¨¦ste. En cambio, si el endeudamiento y el gasto privado son resistentes, los tipos de inter¨¦s tendr¨¢n que seguir subiendo hasta que se produzca un desistimiento del gasto privado en una proporci¨®n suficiente. En cualquiera de los casos, la inversi¨®n privada se ver¨¢ disuadida por la existencia de tipos de inter¨¦s m¨¢s elevados.
Aun si la inversi¨®n privada no fuera tan el¨¢stica con. respecto al inter¨¦s como muestra ser, el desalojo del gasto privado por el d¨¦ficit presupuestario se producir¨ªa d¨®lar por d¨®lar si la oferta total de ahorro fuera fija. En la medida en que la oferta de ahorro se vea inducida al aumento, tanto la subida de los tipos hacia el equilibrio como la magnitud del desalojo ser¨¢n menores. No obstante, aun si a corto plazo es posible inducir m¨¢s ahorro, ¨¦ste se ver¨¢ permanentemente disminuido a largo plazo en la proporci¨®n en que el crecimiento real de la renta se vea mermado por una ca¨ªda en la formaci¨®n de capital.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.